Fin de semana en un  pueblo de la montaña, sin cobertura, sin Internet, sin bares, rodeada de gente de la de antes,  de esa que cree que lo sabe todo y te trata como si fueras un inepto.
 En resumen…tus padres. Pero ¡Qué listos son! Hay mucha diferencia entre decir de alguien que es listo a decir que es un listo. Ellos simplemente entran en el grupo de los que creen que tú eres memo, que no se explican cómo tus hijas no están desnutridas porque no meriendan  a las 5 en punto, hora del día a la que a mi madre se le activa una   alarma en el cerebro y se para el mundo.
Mi novio dice que él no merendó nunca así que  mi madre debe de pensar que el pobre tuvo una infancia muy triste. Si a esto le sumamos que se le cayó el tronco de un árbol  en la pierna y a mi padre sólo se le ocurrió decir: “Anda que estás tú para ir con cabras” en lugar de ver si se la había roto… ¡Qué rápido se le ha olvidado que mi abuela hacia todo lo posible porque él no se enterara cuando había que arreglar algo en su casa! Y todo por una tontería de nada...Se empeño en cambiar el bombín de la puerta de la  entrada y cuando vio que a fuerza de martillazos  no podía, mi abuela tuvo que poner una puerta nueva.  Eso sin contar la vez que  quiso cambiar un dormitorio de habitación y como no entraba por la puerta tuvo la genial idea de serrar la mesita para separarla de la cama. ¡Quedaba tan  bonita aquella mesita con el canto  todo mellado al aire!

Y mi madre. ¿Qué puedo decir? Tengo 38 años y todavía me riñe porque no friego los platos con agua a 35 grados. Yo creo que piensa  que cocinamos con grasa de taller de coches en lugar de aceite. Menos mal que uso guantes…