Hay personas que pasan por la vida como quien está aquí por haber de todo, “puesto por el ayuntamiento” que diría mi abuela.  Quizás al nacer tuvieron la mala suerte de escuchar: “Fuiste un accidente”. Simplemente decidieron ser obedientes y  continuar  así el resto de sus días. Cero aspiraciones, nulas ilusiones  y disfrutar, lo que se dice disfrutar,  nada al cuadrado. Algunos, increíblemente,   son felices así y otros no tanto  pero siempre con  la capacidad de seguir adelante en la apatía constante y sin darle un giro de 180º a su vida. También conozco gente  que pasa sus días  anhelando algo que nunca llega… con la frustración que eso genera por dentro. Por último están los que  cargan con todas las penas del mundo  a sus espaldas cual mochila llena de piedras. Estos últimos normalmente envidian la vida de los demás aunque a veces sea peor que la suya…o no, pero se convencen  que si la tuvieran,  serían por fin felices. Culpan de sus desgracias a la tacañería de la vida con la suerte que les ha otorgado. No se dan cuenta  que  su actitud es  la que marca el límite entre un paraíso ideal y un paisaje desolador. Los años pasan volando y si fuera por algunos que  continuamente ansían   que sus semanas se reduzcan a sábados y domingos, pasaríamos  aquí el tiempo justo para disfrutar un poco y sufrir otro tanto. Menos mal que aún queda gente que vive cada minuto como si fuera el último.
Hay hechos que marcan nuestra vida para siempre. Algunos dirán: “Con todo lo que yo he vivido” como si cumplir un año tras año fuera vivirlos realmente. Otros te dirán: “Yo ya lo he visto todo” cuando si te fijas bien, siempre llevan las  gafas más opacas que un tablero de melamina. Supongo que así se auto convencen que su vida ha sido una constante aventura en una montaña rusa  aunque esa locura trepidante vaya normalmente asociada al: “Yo he sufrido mucho en la vida”. Estar sólo puede ser un trauma para unos y una liberación para otros. Es querer lo que no se tiene lo que realmente convierte algunas vidas en un drama andante. Normalmente el lamento por  lo que pude haber sido y no fui es más cómodo que el perseguir tu sueño hasta el final.