Con la tecnología de Blogger.
¿Cuántas veces has dicho “Ya no puede pasarme nada peor” y te has equivocado? ¿Cuántas veces has dicho: “Algún día me reiré de esto…pasará mucho tiempo pero terminaré viéndole la gracia”?


Si has tenido un mal día, si crees que ya no puede pasarte nada peor o todavía no has olvidado eso de lo que tardarás mucho en reírte, entra en este blog y comprobarás que no eres el único. La idea no es consolarse con las “desgracias” ajenas, sino aprender a reirse de lo que haya podido convertir tu día en un infierno.

jueves, 30 de septiembre de 2010

Después de muchos años trabajando en el mismo sitio, un día me gustaría descolgar el teléfono y escuchar: “Hola, soy fulanitO, (no fulanita). Hoy no puedo ir porque mi hijo está enfermo.”

Adivina, adivinanza:      “Madres trabajan y cuidan hijos enfermos.
                                   Padres trabajan.
                                   ¿Quién llegará a ser algo más que una madre en la vida?”

Ummmm….Pues sí que es difícil…

Hace muchos, muchos años, la empresa para la que trabajo estaba dominada por chichis. Un buen día llegó un gran pito (si también tiene el pito grande, lo desconozco) y decidió rodearse de pitos de todos los tamaños. Los chichis fueron progresivamente relegados a la categoría de “secres” y el organigrama quedó plagado de pitos. Con el paso de los años, los chichis y los pitos tuvieron hijitos, pero los pitos fueron más listos porque tenían chichis en casa para cuidar de sus minipitos y sus minichichis.
Tan descarada es la supremacía del pito que si yo  fuera uno de los pocos chichis supervivientes con un puesto relevante, me colocaría un calcetín en la entrepierna  para marcar paquete.

¿Culpa nuestra? En parte.

Detesto a las mujeres que al ver el puntito rosa del Predictor, de repente tienen lumbago permanente y no vuelven a aparecer. Me molestan como mujer, las que si su hijo está malito son incapaces de decir a su pareja: “hoy lo cuidas tú que mi trabajo es tan importante como el tuyo.” Y, ¿Qué puedo decir de los machos dominantes que creen que por ser jefes les crece el pene 20 centímetros cada vez que dan una orden?

Si algún día me veo obligada a buscar otro trabajo, actualizaré mi currículum. En observaciones añadiré:

  • Ligadura de trompas 100% fiable.
  • Dispongo de dos pitos para cuidar de mis minichichis (uno a tiempo completo)

A ver cuantos pitos pueden mejorar eso…

miércoles, 29 de septiembre de 2010

En ocasiones tengo dudas. No sé si trabajo para la Nasa rodeada de ingenieros aeronáuticos o con niños que intercambian cromos de Panini.

Llego a las 9:00 a.m. después de una  ruta turística por la N30 (Agradecida a los que me han traído y a los piquetes que hoy se han quedado a dormir en la cama. Pensar que uno que yo me sé,  fue a las 5 de la mañana por si no le dejaban entrar más tarde…jajaja ¡NO FUI YO!)

9:02 a.m: “Rosa, ¿Cuántos tienes? A mí me faltan 3”, “Pues yo tengo dos de más.” (Estos son los comentarios que me traen a la memoria el intercambio de cromos cuando tenías muchos repes)

9:05 a.m: Pi, pi, pi (ruido de blackberries). Para el que no lo sepa, una blackberry es un instrumento indispensable en tu vida si eres “jefe” (no es mi caso). Botonín pa arriba, botonín pa abajo todo el día. Si la blackberry hace pipí y ves a tu jefa  mover el botón, chollo que te cae y si encima tienes doble jefa, pues doble blackberry y  chollos por duplicado.

En mi trabajo se trabaja como en  una jerarquía. El jefe supremo envía mensaje a todos los jefes menores  “Pasaremos el archivo  con los datos de  las entradas a las 9:30, 10:30…Por favor, puntualidad y exactitud en los datos” Hasta ese momento, el jefe supremo ha escrito un mensaje, los jefes menores han tocado el botonín de su blackberry y la tonta del bote rellena el puto fichero todo el día.
Sólo puedo responder: “¿Sincronizamos los relojes?”

9:20 a.m: Ring, ring. (Esto es el teléfono de planta) blablablablabla

9:21 a.m:          “Rosa, ¿Ya tienes los datos?” 
                        “Y lo de las 9:30, ¿¿¿¿¿????Dónde quedó ¿¿¿¿????? ¿¿¿??? Quien se ha olvidado el Lotus en casa¿¿¿????

No sé cuántos pipís y cuántos ring rings he oído hoy desde las 9 hasta las 16. Tantos,  que una de dos: O compro plastilina y empiezo a repartirla para tener entretenidos haciendo figuritas  a todos los de las blackberries  o me cago en la puta huelga y en los piquetes que se quedaron en la cama en lugar de hacer su trabajo.

            Si se pudiera resumir el día de una persona sin palabras yo diría que mi 29-S se resume en un tick en el ojo derecho desde bien pronto por la mañana.

martes, 28 de septiembre de 2010

2 años haciendo cola en el puente de Trobajo del Cerecedo para llegar a trabajar y hoy me entero que hay más de 20 rutas alternativas para llegar al Polígono de Onzonilla. Las huelgas es lo que tienen….Unos impidiendo que otros lleguen y otros matándose por llegar. Y en el intento, el invento de rutas.
           
Tenemos prohibido preguntar al resto si va a secundar la huelga (creen que podríamos coaccionar fácilmente  las mentes vulnerables de personas adultas) así que la pregunta de hoy era: “¿Cómo vas  a venir mañana…si vas a venir, claro?” No entiendo la pregunta con lo fácil que es seguir una de esas rutas. Os la resumo:

“Coge la Nacional 690. A la altura del primer señor con boina y plumas del Decatlón que encuentres parado en una esquina, gira a la derecha. Coge el camino de cabras que te lleva hasta la iglesia del pueblo. Estará el párroco tocando las campanas (éste debe de ser el único que no se ha enterado que la iglesia mañana hace huelga). La cigüeña se asustará y saldrá volando. Síguela. Si no anda todavía con la caraja de la helada, te llevará hasta un pequeño riachuelo que atraviesa el monte. Crúzalo y donde puedas, aparca. Ahí tu coche estará seguro. Ya puedes bajar. Mira a derecha y a izquierda. Puede que haya piquetes camuflados entre la maleza. Camina hasta la empresa. 35 minutos de nada. Si encuentras a alguno, dile que saliste a pasear por Onzonilla. 7:30 a.m. ¿Qué mejor hora para darte un garbeo? Eso sí,  evita que te toque la cara para comprobar lo tersa que la tienes.”

Si después de esta odisea has conseguido llegar hasta la puerta, sonará la música de Dora la Exploradora y tú y el resto ya podéis comenzar a cantar y bailar a ritmo de: “Yes, We did it

lunes, 27 de septiembre de 2010

Erase una vez una niña llamada Valentina. Era una niña encantadora y cariñosa que no daba un ruido hasta que un día…

“¡Hoy viene la tata!, ¡Hoy viene la tata!”

Aparentemente Valentina estaba muy feliz pero…después de los primeros besos y abrazos del reencuentro se dio cuenta que no todo era tan bonito como parecía,   que no todas las atenciones eran para ella y pensó: “¡Pues vaya caca!, Me encanta que estés aquí pero tú a mí no me quitas protagonismo, guapinina.”
Desde entonces todos somos “tontos”. Sus palabras favoritas son: “No quiero”, “Recoge tú”, “Ya no te quiero nunca más” y  “Eres malísima”.  Ha protagonizado escenas tan entrañables como: “¿Me sale sangre, tata?” (Esto mientras acerca las tijeras a su boca cansada de recortar papelitos), o decide sacudir  sus zapatos llenos  de arena por la ventana de su habitación con medio cuerpo fuera. Por supuesto,  no entiende los castigos porque todo “¡HA FUIDO CULPA DE LA TATA! y ¡YO NO HE FUIDO!

¿Qué será peor? Tener celos de tu hermano pequeño y estar un poco amargado porque nadie te presta atención  o tener celos de tu hermano mayor y convertirte en una bestia parda como la adorable Valentina

sábado, 25 de septiembre de 2010

“Tápame los ojos. Tengo que aprenderme tu cuerpo de memoria antes de que mañana estemos criando malvas.”

“Sólo se te ocurre a ti viajar a este país de locos y ponerte a besarme en la calle.”

“Bastante sabía yo que estaba prohibido y se podía ir a cárcel por eso.”

“En el fondo los cabrones han sido muy listos. Si reconoces mi cuerpo entre el de otras 10 mujeres, nos dejarán libres.”

“Lo que son es unos hijos de puta. Prohíben el lesbianismo pero les pone cachondos ver a dos tías comiéndoselo todo. Seguro que lo más cerca que han visto un chichi es a través de un agujero.”

“Seguro que no. Yo me decanto más por creer que les va más el rollo de ver unos cuantos juntos.”

“De todas formas, si  finalmente no te reconozco, siempre podemos salir huyendo en el momento en el que  ellos tengan que ir corriendo al baño  a hacer sus cosillas después de ver cómo lo hacemos nosotras.”

“Bueno, pues entonces deja de hablar y esfuérzate. Quiero estar en un avión mañana a estas horas y olvidar esta pesadilla.”

Con los ojos tapados, acerca su cuerpo al de su  novia. Coge su cara entre las manos y baja la boca hacia la de ella. Roza sus labios con los suyos, apretando su cuerpo cada vez más. Con la punta de la lengua le recorre los labios lentamente para sentir el tacto y el sabor  y espera hasta que ella entreabre su boca  para saborear más adentro.  Se han besado muchas veces pero no con el deseo que sienten ahora al pensar que a lo mejor es la última vez que pueden hacerlo. Mientras lo hace,  sus manos resbalan a lo largo de su espalda hasta llegar a su cintura y finalmente bajan hasta su trasero. Desliza los labios por su oreja. “¿Te gusta?”.
Mete su mano por debajo de la camisa y  roza  su pecho hasta que siente como se endurece uno de sus  pezones. Lo coge entre los dedos, aprendiéndoselo,  hasta sentir como su novia arquea la espalda.  Se quita la camisa con tanta fuerza que saltan la mitad de los botones por los aires. Ya sin camisa, agacha su boca hasta rozarlo, para después morderlo suavemente mientras baja la mano por el costado hasta la cadera. Suelta el botón de su pantalón y los baja hasta los tobillos para después quitárselos. Desliza uno de sus dedos por el borde de su ropa interior y comienza a acariciarle hasta introducirle otro dedo mientras con el otro  continua acariciándole. Sin parar el movimiento, baja su boca hasta llegar allí y comienza a besarle suavemente alrededor hasta finalmente  posar la lengua sobre su sexo. Tiene que conocerlo al detalle. Apoya sus manos en el culo de su novia  para poder mover su lengua libremente.
Le resulta imposible pensar que el resto de mujeres que le pongan, experimentarán las mismas sensaciones con sus lametones, sus chupetones o cuando la punta de su lengua se concentre para hacerle llegar a la locura.

“Conozco de memoria tu cuello, tus orejas, tu pecho, tus pezones, tu culo, tu… Mañana estaremos haciendo el amor en el baño del avión.”

“Si claro…otra vez detenidas. Tú no espabilas, ¿Verdad?”

jueves, 23 de septiembre de 2010

Estás aburrido en casa sin hacer nada. De repente te llaman por teléfono y cuando cuelgas tienes 3 llamadas perdidas. ¿Por qué la gente no dosifica tu entretenimiento? ¿Tienen telepatía?

Ayer llego a casa.

Prin, Prin (o algo parecido). Esto es el telefonillo de abajo.

“Adriana. Es papá. Valentina. Corre, es Gustavo, abre. Me voy a clase. Os quedáis con él.”

Ring, Ring (Esto es mi móvil).

“Hola chuchi. ¿Qué haces?” (Este es mi novio)  “Yo voy saliendo a dar clase.”

Ding, dong. (Esto es el timbre que lo está tocando un señor mientras abro la puerta para irme)

“Ah, está usted hablando por teléfono. Siga, siga que no le molesto. Vengo de Clean Balls, para que pruebe usted las nuevas bolas económicas para la lavadora por sólo 10€. Blablabla…blablabla.”

“Pero, ¿Quién está ahí? ¿Con quien hablas?”

“Con el señor de las bolas de la lavadora.”

“Pero, ¿Quién está en bolas?”

“Meta usted dos cucharaditas de sal en el tambor con la ropa blanca. Blablabla…blablabla.”

“¡Nadie! Ha venido Gustavo para quedarse con las niñas. Yo iba saliendo a dar clase si este señor de las bolas me deja.”

“Adiós mamá. Me voy a la calle.” (Esta es Valentina que ha decidido irse a la calle de repente y ya está bajando las escaleras)

“Pero, ¿Dónde va esa loca? Gustavo, coge a la niña.”

“No olvide usted sacar la bola del tambor una vez al mes. Blablabla…blablabla.”

“DEME USTED LA BOLA Y TOME LOS 10€”

“Siga, siga hablando, que yo no le molesto.”

“Que sí, cariño, que voy saliendo a dar clase. No, Valentina ya subió.”

“¿Puede darme un teléfono de contacto?” (Este es el pesaó de las bolas que me viene persiguiendo por la escalera.)

“Amor, amor, ¿Estás ahí? Ya puedo hablar contigo tranquilamente.
“Pi…pi…pi” (Esto es mi móvil cuando te cuelgan)

“Pues nada, nada,  ya le dejo para que hable usted a gusto”.

martes, 21 de septiembre de 2010

Si le preguntas a cualquier mujer,  te dirá que hay pocas cosas más molestas en esta vida que llevar un Tampax mal puesto. Es como acostarse con un hombre que lleva 3 copas de más y llega un momento en el que de la desesperación le tocarías en el hombro para preguntarle: “¿Te compro la guía Michelín para que te ubiques o piensas hacerme un agujero nuevo?”
No sé si más molesto,  pero desde luego que mucho más embarazoso es ir al médico porque llevas 15 días notando algo raro por ahí abajo, pierdes más de la cuenta y empiezas a apreciar un olor no muy agradable. Vas al ginecólogo, le explicas tu problema y te coloca encima de ese aparato tan poco sexy en el que te espatarras (seguro que ese artilugio lo inventó un hombre que no había por donde cogerlo  pensando en todas las mujeres que se le abrirían de piernas porque si no estaría a dos velas toda la vida).
Pasan unos segundos en los que  él está ahí abajo mirando no sé qué y de repente escuchas: “Puri, pásame las pinzas”.
En ese momento cruzas los dedos con todas las fuerzas y piensas: “Que me diga que tengo cáncer, por favor, que me diga que tengo cáncer pero que no sea lo que estoy pensando.”
“Aquí tienes la causa de todos tus males. Pero… ¿no habías notado nada raro? Esto lo dice mientras levanta en alto un Tampax colgando de las pinzas.
Sólo deseas salir de allí corriendo, que todas las puertas estuvieran abiertas y en línea recta hasta la salida del hospital. Te has puesto hasta fucsia y encima quiere que le des explicaciones.
¿Qué le explico? ¿Que soy de memoria débil, o que mi novio es gilipollas? Una cosa es que un hombre no se de cuenta de que llevas un aro vaginal pero… ¡un Tampax!  Y no será porque hemos estado mirando para el sol.
Si tardo una semana más,  hubiera tenido que ir al otorrino para que me revisara la garganta…
*NOTA: Teniendo en cuenta que soy un desastre, esto podría haberme pasado a mí pero no es el caso.  Me alegra saber que hay muchas más como yo y que me lo cuentan para que yo lo cuente a mi manera.

lunes, 20 de septiembre de 2010

“¿Llevas minifalda? A ver…” Álvaro se agacha y levanta las faldas de la mesa camilla.
Todos los días el mismo ritual. Lleva un año viniendo a clase de inglés y siempre hace y dice las mismas cosas. Sube las antiguas escaleras  de madera de casa de mi madre como si fuera un elefante. Se apoya en la puerta de entrada: “¡Al de la casa! ¿Se puede?”. Cuando llega a la habitación deja caer la mochila como si pesara 20 kilos, pego un bote en la silla del susto   y después él mismo se desploma  sobre la silla. Algún día partirá las 4 patas y ese día sí que me voy a descojonar viva.
Me mira, sonríe maliciosamente, baja las gafas hasta la punta de la nariz y pregunta mirando por encima: “¿Me das un beso?”
“No, Álvaro. Eres un cansino.”
“Venga, sólo uno. Aquí, aquí” Esto lo pronuncia estirando los morros…tanto que parece recien llegado del Congo.
“He dicho que no. Abre los libros.”
“¿Para qué?”
“¿Para qué vienes aquí, anormal?”
“Para cumplir mi fantasía. No te imaginas  cuántos chicos sueñan con liarse con su profesora. ¿No te das cuenta de que cumplirías el sueño de un menor?,  ¿Eso no te haría sentir sexy e importante? Anda venga, tonta que estoy como una moto.” Este último comentario lo acompaña del gesto del chico Martíni…con la diferencia de que éste tiene las uñas todas mordidas.
“Deja de decir bobadas y abre el libro de una puta vez.”
“¡A que te acorralo entre la mesa camilla y la pared!”
“Joder…abre el libro.”
“No lo he traído. Tú no me das un besito…yo no tengo librito”
“Ala pa tu puta casa. Me tienes hasta los güevos. Voy a llamar a tu madre a ver qué le parece.”
“Le diré que me acosas en clase. Seguro que me cree. Su hijito del alma es una perita en dulce.”
“Sí claro. Con esas gafitas de pasta dura seguro que te rifan todas las niñas.”
“Pues no es lo único que tengo duro…” Ahora levanta las cejas como si fuera Groucho Marx.
“¡¡¡FUERA!!!”






domingo, 19 de septiembre de 2010

Fin de semana sacando la ropa de invierno. Cuando tu casa tiene el tamaño del vestidor de Carmen Lomana,  no puedes permitirte el lujo de tener la ropa de todas las temporadas  en el armario. Hace nada colgaba la de verano y ahora de nuevo vuelta a la manga larga. Mi novio enfadado. Odia el frío y peor aún…odia la vuelta al pijama y al cuello alto (la mía claro).
A mí encanta el otoño. Época de arrejuntarse, de calor artificial (el sol me aplana), de dormir uno encima del otro, de poder salir a cualquier hora sin miedo a freírse como un huevo. Lo que no me gusta nada es que en breves instantes estaremos celebrando  las fiestas de San Froilán y cuando nos queramos dar cuenta, otra vez el Jingle Bells. Me emociona la Navidad pero que  vaya a empezar otro  año  me deprime más de lo que me emocionan las fiestas. Siempre me he guiado por el Carpe Diem y, a raíz de los últimos acontecimientos, más todavía. Así que a finales de octubre me iré a Méjico a disfrutar de la vida…por si acaso no hay más octubres. Hace tiempo os aconsejé escribir una lista de deseos que cumplir barajando la posibilidad de que  alguien os dijera  que vuestro paso por aquí iba a  llegar a su fin.


Después de ver muchas cosas (suficientes) en los hospitales en este último mes me preocupan también otras cosas. Sigo pensando que disfrutar al máximo por si alguien viene y decide que se ha acabado tu tiempo es muy  importante y lo cumplo a rajatabla. Pero ¿Y si no se ha acabado tu tiempo pero alguien decide que sin acabarse,  el tiempo que te queda sea una auténtica mierda? Puedes ser joven o no tan joven  y ver que de repente dependes de todo el mundo porque no puedes hacer nada por ti mismo.  Puedes estar en una cama lo que te queda de vida, con la putada añadida de no  perder el conocimiento y  ver entrar y salir gente para la que eres un estorbo que les obliga a sacrificarse un día tras otro. O incluso peor, puede que no sólo sufras porque tú mismo crees que eres un incordio si no que también  aprecies  en la cara de las personas que vienen a verte  que es así… Y entonces desearás no seguir aquí. No creo que el espíritu de supervivencia ni el deseo de aferrarse a la vida de nadie le  hagan desear vivir así. ¿Para qué?
 Creo que sería lo bastante fuerte como para cuidar de alguien al que quisiera  en ese estado,  pero no podría soportar ni un minuto viendo cómo lo hacen conmigo. Después de haber conocido a  gente que pasa por ello, me gustaría saber qué hay que hacer para que eso no llegue a pasar, o para que llegado el caso,  directamente me trasladen a un sitio en el que se pueda morir dignamente. En España no está permitido y el día que algún gobierno decida aprobarlo ya tienen mi voto de por vida…Mientras tanto si alguien sabe cómo dejarlo todo arreglado para que así sea,  que me lo diga. Lo pondré en mi lista de tareas en un lugar importante.

jueves, 16 de septiembre de 2010

Pero, digo yo, Rosa, ¿Qué necesidad tienes tú de salir de tu acogedor centro de trabajo para ir a tomar café?
En Onzonilla´s City la gente aparca  en el praó y tan sólo un par de horas más tarde ya están de nuevo subidos en sus coches para ir a tomar café. No es mi caso. Rara vez salgo. Lo más atrevido que yo hago es  tomar un café irlandés sin azúcar de la máquina. Supongo que si las máquinas expendedoras sirvieran Mahous  fresquitas sería otro cantar.  (A ver cuando lo propone el comité). ¿Por qué sale a pasear  el resto? Supongo que algunos tratando de  escapar; Otros,  buscando intimidad…un susurro portador de  un cotilleo interesante  se convierte en un secreto publicado a los 4 vientos en sólo unos  minutos. Evadirse debería ser tan fácil como sacar tu coche del praó, ¿No? Pues no.  Sencillo para los demás. Para mí hasta lo más tonto tiene consecuencias. No tengo  que coger el coche porque me llevan y  me traen de vuelta. Entonces,  ¿Cómo lo hago para que  en esos 20 minutos me de tiempo a perder las llaves? Pero… ¡¡¡Si ni siquiera llevaba el coche…ni el bolso!!! Pues seguramente por eso, por culpa de los tíos chulitos que no se suben al coche de una tía por miedo a ver si va a meter el coche  en una zanja  de camino a la cafetería que está a 300 metros.
Y si ya saben que soy un poco “lerda”…que lo respeto (A estas alturas del blog,  no se puede tapar el sol con un dedín) ¿Por qué ninguno me dijo: “Anda guapinina, dame las llaves que las vas a perder”?
Lo peor es que no me doy cuenta que las he perdido hasta las 4 de la tarde cuando voy a marchar a la carrera. Media hora más tarde las encuentro, llego tarde a dar clase y cuando salgo una hora después, mientras cae el diluvio universal, me doy cuenta que no subí las ventanillas antes de entrar. Interesante. Nunca había conducido una piragua. Y… ¿Cómo echo la culpa de esto también a los chulitos? No… si al final va a resultar que la culpa la tengo yo.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

A sus 50 años Don Cosme necesita encontrar una mujer que quiera compartir con él algunos momentos  de su vida…. no el resto de sus días. A su edad ya no quiere acostumbrarse a las manías de nadie. Para practicar  sexo de manera esporádica  no es necesario compartir  el mismo techo ni planchar camisas. Desde que murió su esposa hace años,  ya ha conocido varias mujeres pero todas pretendían modificar sus costumbres, la decoración de su casa…su vida en general…y todo  sin ofrecer ni siquiera un anticipo de lo que podría llegar a ser.
Desde hace días sale todas las tardes a pasear por el parque. Tiene un buen motivo. Le ha echado el ojo a una mujer de unos 40 años, con el pelo color chocolate, unos labios tentadores  y el mejor escote que ha visto en años. Se miran, sonríen,  pero todavía ninguno  ha tenido el valor necesario para acercarse al otro.
“Hoy va a ser el gran día. De hoy no pasará sin entablar conversación con ella. ¿Y si por fin he encontrado a  la mujer liberal que estoy buscando?”
Dos horas más tarde decide regresar a casa. “¿Le habrá ocurrido algo a mi mujer misteriosa? ¿Estará enferma? ¿Estará con otro? Pero si estoy celoso. No me lo puedo creer.”
De vuelta a casa  ve tirado en el suelo un guante negro de seda. Don Cosme se agacha para recogerlo. Se gira a ambos lados y no ve a nadie. Entonces escucha un pequeño ruido que no identifica. De nuevo se da la vuelta  y ve un portal entreabierto. “Aquí, entra, corre.” Escucha.
Está muy oscuro y casi no ve nada. Al entrar,  la puerta se cierra de golpe.
“¿Quién está ahí?” Pregunta don Cosme con la voz un poco temblorosa.
“¿No sabes quien soy?”  Alguien le pregunta mientras siente unas manos suaves  recorriéndole  la espalda.  
Un escalofrío le sube por  todo el cuerpo mientras la mujer misteriosa le tapa los ojos con el guante de seda que a Don Cosme se le acaba de caer de las manos.
“¿Quién eres? Podría  entrar alguien.”
“No me importa. Llevo semanas imaginándome este momento. Relájate y disfruta. Durante un rato seré el sueño de cualquier hombre.”  Cosme se gira buscando sus labios. Quiere besarla, sentir el contacto de su boca. Ya no tiene 20 años, pero sigue teniendo el mismo entusiasmo. Conserva la sensibilidad y las mismas ganas o más,  de estar con una mujer de verdad…una mujer como esa. Siempre estuvo enamorado de su mujer pero ella nunca estaba dispuesta a hacer locuras.  Llevaba años conformándose con hacer el amor una vez por semana y   precisamente por esa monotonía hacía ya tiempo que había dejado de proponerle nada nuevo. Ya sabía la respuesta: “Estás loco. Yo no soy una cualquiera.” Pero él quería eso, alguien que le sorprendiera como la mujer del parque…porque estaba seguro de que era ella.
Absorto en sus pensamientos despertó al sentir como la mujer le recorría el pecho con su lengua después de abrir cada botón de su camisa. No daba crédito. El contacto de su lengua contra la piel le estaba dejando sin respiración.  Y seguía deslizándose lentamente hacia abajo. Segundos más tarde escuchó el ruido de la cremallera de sus pantalones. Notó su respiración, ya  entrecortada. Su ritmo cardíaco se aceleraba segundo a segundo. Quería pedirle que parara pero no podía. Tantos años esperando y deseando un momento como ése. Durante unos minutos le pareció que el mundo se paraba. Notaba cada terminación nerviosa de su cuerpo. Pero cada vez que estaba a punto, ella cambiaba de maniobra y su lengua se relajaba. Imposible estar más excitado. A estas alturas ya no podía más y sólo podía pensar en el final. Pero en un arranque de locura decidió levantarla y tumbarla sobre lo peldaños de las escaleras. No le parecía buena idea. Primero porque al día siguiente les iba a doler todo el cuerpo y lo más importante, sabía que poco podía aguantar hasta el inevitable final. Y después de tanto tiempo esperando, no podía permitirse una actuación tan triste. Comenzó a acariciarle por encima del vestido. Notó que no llevaba ropa interior.
 “Hoy es mi día de suerte. A lo mejor esta mujer sabe leer el pensamiento y me ha caído del cielo para cumplir  mi mejor fantasía. ¡Dios existe!”
El vestido se deslizó hacia arriba  hasta llegar  a su cintura.
“¿Dónde tendrá los botones este maldito vestido? Me muero por hacerle el amor como un loco pero no llevo semanas soñando con ese escote para perdérmelo ahora por las prisas.”
De nuevo ella le leyó el pensamiento y se quitó el vestido lentamente hasta dejar todo su cuerpo a la vista.
“E...e…e… er…er…eres preciosa. Y yo estoy muy nervioso.”
“Cállate. No estamos aquí para hablar. Necesito que te muevas como si esta fuera la última vez que puedes hacerle el amor a una mujer.”
Don Cosme comienza a besarle el cuello suavemente y con sus manos le acaricia sin cesar. Ya no aguanta más. Ella enlaza sus piernas alrededor de su cintura mientras él se mueve lentamente en un intento por alargar el momento el máximo posible. Esboza una sonrisa de satisfacción pensando en todas las horas de gimnasio que ha hecho en los últimos meses. Ahora entiende por qué.

“Me tienes loca desde hace semanas. No pares por favor. No pares…”

Media hora más tarde Don Cosme camina de nuevo hacia su casa…solo.  Antes de entrar en ese portal tenía claro que quería a  alguien sólo  para compartir sexo de manera esporádica  pero ahora…ya no estaba tan claro que pudiera olvidar su boca.”





           


sábado, 11 de septiembre de 2010

“Esto es un ascensor. ¿En Venezuela hay ascensores?” Si una mujer te lleva a su casa para acostarse contigo y te hace esa pregunta justo al entrar al portal. ¿Subirías? No tienes más pretensiones que echar un polvo de una noche. Pero después de oír esa pregunta no puedes evitar plantearte si la pobrecita  será capaz,  primero de abrir la puerta…y segundo…las  piernas…lo de moverse, olvídate,  que para eso ya hace falta otra neurona.
Dice Paulo  Coelho que “la mejor universidad es el viajar” y de ser cierta esa afirmación,  yo conozco mucha gente analfabeta, de esa  que no ha salido nunca de su casa y encima está convencida que los demás son los tercermundistas. La Universidad de los centros comerciales es lo que tiene… proporciona  conocimientos muy sabios.
En mi empresa hay gente que viaja a Sudamérica para trabajar  allí en los mismos servicios que hay aquí. La globalización manda…y el ahorro claro.  Una vez elegidos los emprendedores viajeros,  empiezo  a escuchar las mismas preguntas de siempre: “¿Habrá…?”,  “Seguro que allí no hay de eso”, “Y si tengo que ir al médico. ¿Dónde voy?, ¿Qué ropa venderán allí?”. En una palabra: ESCANDALIZADA!!!
 ¿Por  qué todavía mucha gente que cree que en Sudamérica o Centroamérica sus habitantes siguen con taparrabos? He llegado a la conclusión de que es fruto de la ignorancia pero no deja de sorprenderme el que la gente no haga ni más mínimo intento por disimularlo.
En una ocasión presenté a mi novio a una persona. El dijo: “Encantado de conocerte” y le respondieron mirándome a mí: “¿Tiene papeles?”. Aunque es muy difícil tengo que reconocer que me quedé sin palabras y encima no supe qué decir porque por aquel entonces ni me había molestado en preguntárselo. Después de ésta también he oído frases como: “¡¡¡¿¿¿Tiene teléfono de contrato???!!!, ¿Tiene cuenta en el banco?” Aquí si respondí que no le hacía falta porque guardaba los pocos céntimos que ganaba trabajando de ilegal, debajo del colchón.  
Si me  resulta “gracioso” cuando los concursantes de  Gran Hermano salen y repiten sin cesar: “En la casa todo se magnifica.” (Alguien les debe de haber dicho que esa palabra denota un alto nivel cultural),  me  hace más gracia todavía  cuando la gente vuelve de algún país de Sudamérica y dice: “Hay mucha pobreza, mucha miseria.” Todo esto con cara de compungidos después de haber pasado 9 días en un todo incluido bebiendo y comiendo sin cesar.

jueves, 9 de septiembre de 2010

Unos lo llaman “El comienzo del curso” y mi hija lo llamaría: “El Gran Drama Nacional” ó “El peor engaño de mi vida”. Su pésima experiencia se resume en la primera frase que me dijo al salir:
“Mamá, ¡Eres mala!, ¡Eres malísima!”.
“¿Y qué te he hecho yo?”
“TÚ me has llevado al cole de mayores y no me ha gustado nada ese sitio. No pienso volver.”
Hace ya  días que decidimos que yo la llevaría el primer día de cole y su padre el segundo. ¡Qué listina soy! Hoy la pobre iba 100%  inocencia, sin saber lo que le esperaba, con la ilusión de hacer amiguitos nuevos.  Pero ¿¿¿¿mañana???? Me cuesta creer que  sea capaz  de sacarla de casa.  Eso sí,  la culpa esta vez  es únicamente suya. Sólo a él se le ocurre decirle a la profe (en la reunión de padres hace días) que la niña iba ir al comedor desde el primer día. Y claro…para cualquiera,  el primer día es hoy. Para mi novio el primer día es el  lunes.  Cuando Valentina acabó su hora y media de adaptación vio como todos los niños salían de la clase menos ella, vio desde la ventana a su madre esperando fuera. Y lo siguiente que vio fue que  la llevaban al comedor, un sitio desconocido para ella,  pero no con mamá. Imaginad el trauma. ¿Y el mío?  Yo vi niños y niñas salir pero mi hija no estaba entre ellos. “No puede ser que me hayan perdido a mi Valentina el primer día de cole.” Que yo sea un desastre no implica que el resto del mundo también. Entré a buscarla y cuando la localicé era todo un poema. Lágrimas, mocos, hipo...y un sin fin de: “No quiero ir al cole de mayores, no quiero ir al cole de mayores”.  
Mañana será de los pocos días en mi vida en los que suene el despertador y me alegraré de tener que ir a trabajar. Pero el otro…jijiji

martes, 7 de septiembre de 2010

El final…del verano…llegó…y tú partirás…La canción es “entrañable” pero desde el Dúo Dinámico a nadie se la ocurrido escribir una sobre lo que se nos viene encima después del verano.
En estos días de otoño que a mí me encantan, los que no tienen hijos no saben la suerte que tienen y los que los tenemos y encima por partida doble, pues a comer lechuga todo el mes de septiembre. Ante nosotros se abre el maravilloso mundo de los libros, los uniformes, las actividades extraescolares, y lo más de lo más: El periodo de adaptación. Se esfuman de repente los trinos de los pájaros en la ventana y retornan los gorgoritos de mamá gritando como una posesa para que todo el mundo saque su culo de la cama. De nuevo, la pasta de dientes aplastada en el jersey, el colacao en la comisura de los labios, las carreras para llegar a la hora…Con mi currículum no quiero pensar cuántas cosas se me olvidarán en casa, en la acera, en el coche…
Cuando escuché el precio de los libros, me pregunté si no me habría equivocado y había matriculado a mi hija de dos años en Física Cuántica en la Universidad de Cambridge. Después, cuando me explicaron que la niña tiene un periodo de adaptación de casi tres semanas (1:30 cada día), me quedé mucho más tranquila. Ya sabía que no iba a mudarse a Inglaterra. El colegio público “Tontos de España” está mucho más cerca.
De pequeña me acojonaban con el hombre del saco y me dejaban en el colegio desde el primer día tirada como una colilla y ahora…mi hija pequeña  tendrá que ir al psicólogo para superar tan duro trance. ¿Qué hago? ¿Me caso para tener los 15 días de permiso? Jajajajaja….NO. Ya habréis adivinado que mi hija va a ir a pequeños madrugadores hasta que empiece la adaptación

lunes, 6 de septiembre de 2010

“¡Qué bonita es,  madre mía!”

Que tu hija de dos años diga eso juntando sus manitas regordetas y verla aplaudir
mientras mira su nueva sillita del bebé  no tiene precio. Que mi otra cafre preciosa después de 1 mes y tres semanas sin vernos  me diga que me echa de menos, eso sí que me produce un sentimiento  indescriptible. Casi me caigo de la silla al oírlo. Por primera vez en todo este tiempo estoy por delante de la playa, la piscina, los perritos, los gatitos… ¡HE GANADO LA PARTIDA! Sé que soy un poco ilusa y que todo se debe única y exclusivamente a que tengo un as en la manga. Mi Reina de Corazones se llama Valentina y hasta el día de hoy no conozco a nadie que no se rinda a sus encantos.

Que Valentina  tenga un carrito nuevo para el bebé, un último modelo con capota y cestita, MEA CULPA. Culpable de comprarle el nuevo y culpable por perderle el viejo.  El sábado,  una vez más,  senté a mi hija en la sillita del coche y dejé todo lo demás en la acera. http://porsihastenidounmaldia.blogspot.com/2010_07_27_archive.html. Estoy empezando a plantearme ir al médico para ver si tiene solución.

Lo que más me gusta de los niños pequeños es que no son rencorosos. Yo le pierdo la silla y ella me mira mientras me visto y dice: “Estás divina mamá”. Y entonces yo, si tuviera dinero, le compraría un porsche.

domingo, 5 de septiembre de 2010

Gracias al convenio de Telemarketing en mi empresa disponemos de 35 horas para consultas médicas durante todo el año. Estamos a principios de septiembre y algunas personas ya las han agotado hace tiempo. Si por un momento os han dado pena pensando en su precaria salud,  os diré que desde que las finiquitaron nunca más se han puesto enfermos. ¿Será casualidad?  ¿Qué harán cuando llegue la epidemia  de  catarros?
 También tenemos 3 días por ingreso de familiar propio o político lo cual da bastante margen  si tu familia o la de tu pareja es numerosa y pasan por una mala racha.  Lo mejor es cuando viene alguien y te pregunta si por ingreso de su ex suegro también le corresponden los días. Le miras con cara de haba y ya te quedas mucho más tranquila cuando te explica que le quiere más que a su propio padre. ¿Me darán a mí los días por el quiosquero de la esquina donde llevo comprando gominolas toda la vida?
Si trabajamos un festivo generamos un día libre.  El año pasado una chica me pidió dos de estos festivos generados. Se enfadó muchísimo cuando vio que estaban denegados. Vino a reclamar y le pregunté: “¿Tú LA SEMANA PASADA  no faltaste el lunes y martes?” Asintió. “¿Y no fue por los festivos que has vuelto a pedir esta semana? Entonces… ¿Cómo te los van a conceder otra vez si los acabas de disfrutar?” Me miró súper ofendida y dijo: “Esto me pasa a mí por no pedir un recibí de todo”.  Claro que sólo una semana más tarde la encontré en una tienda y me dijo: “Hola, Rosa, ¿Dónde trabajas ahora?” Menos mal que en mi trabajo sólo trabajamos con la centralita. Imaginad a gente así con una pistola.
Ahora está de moda que la gente venga en el horario que le parezca y algunos si les dices algo encima se ofenden. Hace una semana le preguntamos a una chica si podía venir el domingo en un horario diferente al suyo. Respondió: “Sin problema”. Firmó una carta con el cambio voluntario y cuando el sábado su coordinador le dijo antes de irse: “No te olvides que mañana vienes a las 5.”¿A qué no sabéis que le dijo? “Si yo mañana no trabajo. Es mi día de descanso semanal.”  
Cada día es como un huevo kinder. Lleno de sorpresas y momentos únicos. El sueldo no es gran cosa pero no me hace falta ir al cine.

viernes, 3 de septiembre de 2010

No creo que todavía quede  algún iluso  que piense que en un mes a mí no me da  tiempo a hacer el ridículo en innumerables  ocasiones y tratándose de mi,  agosto puede ser un mes tan fructífero como cualquier otro.
Yo,   es oír las palabras “Fiestas de pueblo, la era o el praó” y calzarme las plataformas de 12 centímetros. Dicen  que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra y luego está Rosa que puede tropezar 3 y 4 y 5…
Si en las fiestas de La Red de Valdetuejar  partí las sandalias por la mitad jugando a la búsqueda del tesoro http://porsihastenidounmaldia.blogspot.com/2010_07_26_archive.html
En las de Robles de la Valcueva  no podía pasar desapercibida. Mi prima me dijo: “Con esas sandalias no vayas caminando hasta la Ermita. Lleva el coche y lo dejas en el praó que hay allí.” El problema no fue llegar. El número fue al salir.
“¿Por donde salimos, Rosa?” (Este es mi novio que el pobre siempre tiene que sufrir y padecer mi retraso)
“¿Por dónde vamos a salir, Dani? Pues por donde entramos.” (Alguna vez alguien debería darme una patada en la espinilla antes de abrir la boca)
“Lo que tú digas pero por donde entramos cariño sólo cabe un coche en una única dirección.”
“Sí, claro, seguro, pero ¡Qué listo eres!”

Salimos del praó. El camino de tierra hasta la carretera principal tendría unos 800 metros. Cuando llevábamos 400 vimos venir un coche de frente. Noté que la gente que iba caminando por la orilla nos miraba con esa cara de: Ya están los tontos de turno en dirección contraria.
“Así que se salía por donde se entraba, ¿Verdad Rosa?”
“Uy, Pues va a ser que no. ¿Puedes dar marcha atrás?”
“Marcha atrás, marcha atrás. Djfkjdfjfñjfdlsf adfajdf adfasdfa.”

400 metros marcha atrás sin despeinarse por todo aquel pedregal. Pensar que yo cada vez que doy marcha atrás con el coche para aparcarlo ya no soy capaz de dejarlo recto. (Verle hacer ese tipo de cosas me pone como una moto pero claro con la que estábamos preparando no era plan de ponernos allí dale que te pego mientras la cola de los coches que venían de frente ya no tenía fin. Claro que ahora que lo pienso habría sido un puntazo. Para la próxima…)

“Rosa, baja que me acuerdo perfectamente que antes de entrar en el praó había una zanja a los lados y no quiero que el coche caiga dentro.”
“Jolina, ¿Cómo se va a caer en la zanja? Vale, espera.”

Bajé del coche (para entonces ya teníamos público) y subida en mis tacones me coloqué al lado de la zanja para indicarle.

“Tira, tira, que pasas de sobra.”

Me maravilla lo inocente que es mi novio a veces que todavía se fía de mí en estos casos.

“¡La zanja! ¡La zanja!”
“Pero, ¿Por qué cojones grita la gente? Uy cariño…pero si también había  una zanja por el otro lado.

PLONG.

“Me cagüen tó lo que se menea, la Virgen María, todos los santos fajñdsfkjadafdfadf
dadfadfadfasdf.”

 Ya había más gente viendo nuestro espectáculo que el de la paella, los juegos para niños o los pendones. Media hora más tarde llegamos a casa de mi prima.

“¡Qué tarde venís! Bueno, no me extraña. Pasaban ahora por ahí unos diciendo que llegaba la cola de coches para entrar en el praó hasta la carretera principal.”

Mi novio me miró y no hizo falta que me dijera nada. No entiendo por qué me tienen que pasar estas cosas a mí y encima siempre con el coche de mi exmarido. A lo mejor el gafe es él y no tiene nada que ver conmigo.



jueves, 2 de septiembre de 2010

Nada que envidiar  a las chicas de Sexo en Nueva York. El escenario diferente. Cambiamos el Pastis en la nóvena Avenida  por el Cenador Rua Nova.  El estilismo nada que ver. No es necesario vestirse como una artista de circo (payaso a veces, trapecista otras), al estilo Carrie Bradshaw para que la gente crea que tienes clase. Me gustaría más que  nos compararan con las Chicas de Oro multiplicadas por dos más una (después de muchas deserciones 9 fuimos fieles al gran día)  y con 30 años menos. Ingeniosas, guapas, con un no sé qué…que qué se yo…
Si repasara sólo el aspecto físico de cada una, me vendría a la mente el tango de Carlos Gardel: “Sentir…que es un soplo la vida, que veinte años no es nada…”. Sin embargo,  si tuviera que resumir lo vivido por todas y cada una en los últimos 20 años pensaría más en “Abrazar la vida” de Luis Fonsi. Divorciadas, separadas, felizmente casadas, eternamente ennoviadas, y solteras sin compromiso. Felices, tranquilas, con trabajo, sin él, con preocupaciones, sin ellas, con locura, relajadas, con aspiraciones, sin ellas, con hijos y sin ellos. Evidentemente la vida no  trató a todas por igual en este tiempo pero ese día todas compartimos la misma alegría. Fuimos indescriptiblemente felices recordando las excursiones del colegio, sus experiencias en el internado (poco en común  con el de la Laguna  Negra salvo por Primitiva Tejedor, una monja más fea que las extrañas  criaturas del bosque. Con ese nombre ¿Qué puedes esperar?), las primeras borracheras de la adolescencia (gominolas mojadas en Vodka. ¿Cuánto confiarían en nosotras aquellas monjas que siempre buscaban hoteles en lo alto de un monte? ).  Los primeros rollos…Recuerdos imborrables.
Después de 4 horas de una divertida comida regada con vino y champán, seguimos nuestra reunión privada en el “Rincón del Valle”, lugar del que, siempre que entro, me tienen que echar. Cuando lo estás pasando bien las copas se acaban sin querer.
¡Ya tenemos próxima cita! Decidimos por unanimidad  que después de 20 años sin vernos, uno sería un tiempo interminable para repetir. Mi hermano en su bar ya tiene lista de espera para ese día. Es lo que sucede cuando se corre el rumor de que se celebran fiestas privadas con chicas. Con chicas guapas, estupendas, y con muchas cosas que contar…
            Piensa en esa canción que cada vez que escuchas te hace sacar tu mejor sonrisa, ésa que consigue que empieces a saltar o a botar en el coche con el primer compás. Esa sensación es la que yo tuve ese día y cada vez que lo recuerdo desde entonces. ¡Y en enero más!

¡Cuántas cosas han pasado en el último mes! Y ninguna buena. Las circunstancias y la vida  me han puesto muy difícil continuar con la línea del blog. He comprobado en primera persona que hay situaciones de las que es difícil llegar a reírse pero…lo intentaré.


En este lapsus de tiempo mi padre pasó raudo y veloz por la UCI. Es un sitio al que deseo  no tengas que pisar nunca ni como inquilino ni como visitante. Después de sufrir un ictus en el cerebelo y cruzando los dedos para que no le repitiera, un día más tarde mi padre sintió que veía la luz al final del túnel. Una reacción alérgica le dejó inconsciente.

Por una de esas casualidades, (afortunadas en este caso) mi madre se había separado de de mi padre un par de horas. Sobre todo por suerte para mi padre que en ese momento disponía del carro de parada para él sólito. De haber estado los dos, la disyuntiva de los médicos habría sido durísima.

Después de explicarle brevemente por teléfono que le había bajado “un poco” la tensión y que le habían llevado  para observarle “un ratín”  a la UCI, mi madre sufrió algo parecido a una reacción alérgica como la de mi padre y empezó a repetir sin cesar: “Se va a morir, se va a morir” hasta que yo,  ya de los nervios, amenacé con echarle a patadas del coche.


Hay personas a las que da igual lo que les expliques porque  siempre entenderán otra totalmente distinta. El neurólogo dijo: “Ictus en el cerebelo” y ella oyó con claridad: “Derrame cerebral”. Él dijo: “Haremos todo lo posible para que no se repita” y ella escuchó: “Mañana fijo,  pero fijo que le da otro más fuerte todavía.” Finalmente él afirmó: “Ahora le vamos a tratar y después le tocará hacer rehabilitación para recuperar el equilibrio” y ella creyó entender: “Le pasará como a mi padre y se morirá a los 26 días de estar ingresado.”
Estoy en una fase en la que no soporto a la gente en general y a algunos en particular… pero a todos esos que por haber hecho un cursillo de CCC de enfermería creen saber más que los médicos…a esos,  los abofetearía.


            Y llegó la hora de visita a la UCI. Mi madre sufriendo otro ataque de nervios (para entonces yo ya había perdido la cuenta), entró a ver al paciente equivocado. Un hombre con la cabeza vendada. “¡¡¡¡¡¡¡¡¡Qué le ha pasado a tu padre!!!!!!!!!!!¡¡¡¡¡¡¡Pobrecito!!!!!!!!!!!!”. Una enfermera se acercó y muy amablemente le susurró: “Señora, su marido es aquel de allí.” El médico vino en seguida y mi madre nada más ver el color verde de su bata de nuevo retornó a su realidad paralela. El dijo: “Le acabamos de quitar la sedación. Podemos asegurarle que no ha sufrido otro ictus porque mueve todas las extremidades.” Ella aseguró: “No mueve las piernas. ¿Verdad? ¡¡A qué no mueve las piernas!!” El médico muy educado se disponía a repetírselo de nuevo pero ella ni corta ni perezosa, poseída de nuevo por el espíritu CCC, ya se había ido hasta la otra punta de la cama: “¡¡Manolo, Manolo!! Mueve las piernas.”  Mi padre ni se inmutó. Siguiente fase: Cosquillas en los pies. “¡¡Rosa, sí las siente!! Ha abierto los ojos”. “Ya mamá y no te manda a tomar por el culo porque está intubado.”

            A pesar de su histeria y de sus ataques de locura transitoria, tengo que reconocer que siento cierta  envidia por lo que ella siente después de 40 años casados.  Ya nos gustaría a muchos…
Y lo mejor: Mi padre no está recuperado del todo…pero lo estará.

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