Unos lo llaman “El comienzo del curso” y mi hija lo llamaría: “El Gran Drama Nacional” ó “El peor engaño de mi vida”. Su pésima experiencia se resume en la primera frase que me dijo al salir:
“Mamá, ¡Eres mala!, ¡Eres malísima!”.
“¿Y qué te he hecho yo?”
“TÚ me has llevado al cole de mayores y no me ha gustado nada ese sitio. No pienso volver.”
Hace ya  días que decidimos que yo la llevaría el primer día de cole y su padre el segundo. ¡Qué listina soy! Hoy la pobre iba 100%  inocencia, sin saber lo que le esperaba, con la ilusión de hacer amiguitos nuevos.  Pero ¿¿¿¿mañana???? Me cuesta creer que  sea capaz  de sacarla de casa.  Eso sí,  la culpa esta vez  es únicamente suya. Sólo a él se le ocurre decirle a la profe (en la reunión de padres hace días) que la niña iba ir al comedor desde el primer día. Y claro…para cualquiera,  el primer día es hoy. Para mi novio el primer día es el  lunes.  Cuando Valentina acabó su hora y media de adaptación vio como todos los niños salían de la clase menos ella, vio desde la ventana a su madre esperando fuera. Y lo siguiente que vio fue que  la llevaban al comedor, un sitio desconocido para ella,  pero no con mamá. Imaginad el trauma. ¿Y el mío?  Yo vi niños y niñas salir pero mi hija no estaba entre ellos. “No puede ser que me hayan perdido a mi Valentina el primer día de cole.” Que yo sea un desastre no implica que el resto del mundo también. Entré a buscarla y cuando la localicé era todo un poema. Lágrimas, mocos, hipo...y un sin fin de: “No quiero ir al cole de mayores, no quiero ir al cole de mayores”.  
Mañana será de los pocos días en mi vida en los que suene el despertador y me alegraré de tener que ir a trabajar. Pero el otro…jijiji