Sólo me  queda un año para empezar década nueva. Un año para ser “alguien” en la vida. 365 días  para conseguir algunos de mis pendientes (no me refiero a los de las orejas que de esos ya casi llego al centenar). Un año para cumplir 40 y con un poco de suerte llegar a la mitad de mi vida. Ya tengo un libro con mi foto en la solapa, he salido en los  periódicos y en las noticias y no por haber atracado un banco o en una esquela. He dado un paso más hacia la fama aunque no podría precisar cuántos más me quedan hasta que me sienta de verdad importante.

Si echo la vista atrás tengo recuerdos…muchos…Cierto es que la mayoría son de mi adolescencia en adelante…desde el momento en el que yo misma empecé a fabricarlos. Antes de eso…algunos,  pero no definiría mi infancia como una época memorable…más bien diría que no tuve infancia…al menos no lo que los niños llaman niñez  (bici, patines, pueblo, piscina, calle, parque, niños…).   Desde que cumplí los 12 tengo novio,  sin descanso entre uno y otro. ¡Qué fuerte… tengo novio desde hace 27 años! He pasado ya las bodas de plata.  ¿A ver quién puede decir eso? Hay personas que asocian los años de su vida  a los trabajos que han tenido o los lugares en los que han vivido. Si fuera escritora a los libros que hubiera publicado pero como no lo soy, pues yo los asocio al novio en cuestión y de esa manera puedo establecer fácilmente una cronología hasta el día de hoy. Si los analizo fríamente  no puedo decir que haya habido una constante en mi vida a la hora de elegirlos. Debe de ser que no tengo el gusto muy definido. He probado desde  el lanzado “te doy un beso en la primera cita” (con 12 años me pareció que estaba salido…con 39 seguro  ya habría cambiado sustancialmente mi obtusa  visión de la realidad);  el macarra “te voy a buscar de lado a lado y no sé cómo he llegado hasta aquí”; el pijo integral “me invitas tú a todo aunque yo esté forrado”;  el facha radical “me fascinan las hippies como tú”; el soso con cojones “aburre hasta las ovejas”; el infiel compulsivo; el te la busco pero no te la encuentro y por ello mismo,  lamentablemente  te dejo; el delincuente “imposible llevar una vida más animada con otra persona”;  el marine “señorita Mrs Propper todo en uno”;  el guaperas mala hostia “estás para unos cuantos viajes y por eso me la aguanto” y alguno más que seguro se me olvida.
Prototipos muy variados con los que si fuera Mary Shelley me haría mi propio Frankenstein…y mientras tanto, espero para los 40 seguir  disfrutando del “viajero”.