El otro día en La Noria “entrevistaron” a la última ganadora de Gran Hermano. Llevan años vendiéndonos la moto de que todos los concursantes tienen un cociente intelectual superior a la media y últimamente,  para que podamos corroborarlo,  les hacen  test de inteligencia y culturilla general en la misma cadena. Hay que rentabilizar a los concursantes aunque sea por lo poco que pueden aportar.
Parto de la premisa que lo de esta chica estaba preparado. Me recordó a los tiempos del colegio cuando algún /a compañero suspendía todas y yo decía: “¡Pero si es imposible! No se puede ser tan negado”
Todavía tengo dudas sobre qué fue lo peor de la entrevista, si verla a ella dudar sobre el nombre del 4º hijo de los Reyes y situar la guerra civil en el año 800 (no especificó si AC o DC), o ver por otro lado a  la panda de superdotados colaboradores del programa, mofándose de la mujer, todos con cara de: “Pobre analfabeta”. Einsteins, la mayoría cum laude en documentación y lágrima fácil; periodistas que han hecho de la ignorancia el modo más rentable de vida. Se ríen de los invitados en su cara pero después se meten en una caja voluntariamente (previo paso por caja) para contar sus miserias y amarguras. Y otra vez a llorar. También es cierto que las lágrimas con dinerín duelen menos. No es lo mismo que tu marido te ponga los cuernos y no te queden más cojones que aguantarlo  porque no tienes donde ir con tus hijos, que cobrar 250000 euros por contarlo y derramar unas lágrimas de cocodrilo. Tampoco le veo el parecido a ser una mujer maltratada viviendo en un hogar de acogida escondiéndote para que no te maten, que poder salir libremente en la tele, contarlo una y otra vez y forrarte con ello. Las hostias duelen igual pero éstas últimas ya tienen un pañuelo con el que consolarse.
Después de todo,  la chica igual no es tan tonta. ¿Cuánto pudo cobrar por parecer tonta? Conozco mucha gente que lo es y lo parece pero ni por esas lo rentabiliza.