Yo te siquitrillo, tú me siquitrillas, él me siquitrilla….y así sucesivamente se conjuga el verbo que según mi novio define lo que yo hago en el blog un día tras otro…vamos, ponerle a parir. Desde hace más de 13 años he vivido situaciones en las que queda claro que el lenguaje es fundamental para entendernos. Durante el primer año de relación entre mi ex marido (Canario)  y yo, todas las conversaciones entre mi ex suegro y mi padre transcurrieron de la misma manera.
Uno: “%&&)()()/=()T&/$%·&%”
El otro: “jajajajajaja”
El otro: “/(/”()·/”)·(“()Y(¡·”?=)(¿=)”
El uno: “Jajajajajaja”
¿Cómo dos personas pueden llegar a ser amigas sin entender ni una palabra de lo que dice la otra? Nunca lo supe  pero ellos son el vivo ejemplo de que eso es  posible. Y si  no  había tenido  bastante con un Canario pues dije: "Ahora un venezolano  que seguro que éste habla más claro”.
Antes mi novio decía: “Párate, Valentina” y la niña  se quedaba quieta como una momia. Ahora ya  sabe que tiene que levantarse como las balas. Imaginaros  lo que quiere decir cuando dice: “Tengo la paloma parada” (¡Qué ironía! Con el asco que me dan a mí las palomas…)   Si  mi novio me dice: “Estate mosca. Hay un policía acostado”,  ahora  ya sé que no hay un tío tirado en medio de la carretera. Es un badén y   me está avisando para  que esté atenta (normalmente salimos volando por los aires).   Si te llama balurdo eres un patán.  Nunca me dice que soy guapa. Pero si me dice sin parar que estoy muy rica. Si eres un huevón, es que eres tonto del culo. Si te amenaza con no jalarte bola o jalarte mecate es que no te piensa comer la oreja para conseguir algo de ti (bueno es él y su orgullo). Si se arrecha estás jodida  porque  le quedan dos segundos para ponerse como las cabras de Heidi.
Valentina a veces se despista con sus palabras. Su padre le dice que es una sifrina (“una pija integral”) y ella le contesta que no es ninguna frisina. Si la manda a freír churros cuando le saca la piedra (de sus casillas), ella  le contesta entre lágrimas que no le gustan los churros, que se los coma él todos. La niña es un coño de madre (una manipuladora integral) y  sigue llorando como una magdalena porque no quiere dormir sola. Mi suegra le pregunta: “¿Quieres que duerma yo contigo para no estar sola?” y la tía entre sollozos y sin soltar el biberón de la boca,  responde con el mismo orgullo del padre: “Haz lo que te dé la gana”.