Como todas las Navidades…


“Pero, José, ¿Dónde han  puesto este año al niño?, ¿Tú lo has visto?  Están empezando a llegar  algunos  pastores y  no aparece por ningún lado.”
“Cuando nos sacaron de las cajas lo vi. Estaba debajo del puente, al lado de la palmera del desierto.”
“Muuuuu, muuuuu”.
“¿Qué querrá ahora la vaca?”
“Hija, no la pagues con el pobre animal. Hace un frío que pela y no sé  cuántas  horas  lleva ahí  sin ordeñar.”
“¿¿¿Es que tengo que hacerlo yo todo????  ¿Piensas seguir  ahí quieto como un pasmarote apoyado en  ese bastón? Anda, vete a buscar al niño que a este paso llegan los Reyes y tienen que dejar los regalos al buey”

(Los pastores caminando a duras penas  por el monte)

“¡Madre mía!, pero, ¿Dónde habrán cogido este año el musgo? Está todo el monte encharcado. Ni con botas de pescar llegamos.”
“Le  pegaremos  el catarro al niño.”
“Y, ¿Qué hace aquí el río? ¡En medio de la nada! Este año han gastado  medio rollo de papel albal. Como si fuera fácil atravesarlo.”
“Ni piedritas nos  han puesto.”
“¿Has visto a Pepe?”
“¡Qué va!, Pá mí que la niña esa, la Valentina, ha perdido la mitad de las figuritas al sacarlas.”

“¡Mamá!, ¿Hasta donde llega el desierto?, ¿Puedo echar más arena?”

(Herodes intentando salir de debajo de una casa a la que se le ha caído el tejado)

“Pero… ¡¿Qué falta de respeto es esta?! Todo el mundo sabe que mi reino es infinito. No se le pueden poner límites al desierto. Ay…niña, si hubieras vivido en mi época no te iba a quedar ni un ricito en esa linda cabecita”.

“¡Mamá!, ¿Qué hago con este señor?, ¿Quién es?”

“¡La madre que parió a la enana  esta!”

“Es Herodes, hija. Un hombre  sabio que tomó decisiones muy  interesantes a lo largo de su vida.”

“Mira la madre, ¡Qué cachonda!”.

“Adriana, mujer, deja ya de echar paja en el portal. Al buey ya casi no se le ve.”

“Coff, coff. ¡Aggg! Coño con la niña. No se estará quietecita con el  serrín. Como a alguno se le caiga  una cerilla ahora, salimos por los aires.”
”Muuuu, muuuu”.
“Calla, Petronila, que te va a ordeñar José…  si es que algún día es capaz de encontrarse las manos…claro.”
“No me extraña que seas Virgen. Con ese carácter, no sé  quien iba a querer tener un hijo contigo.”
“Tú si que  tenías que haberte quedado en la ebanistería lijando.”

“¡¡¡Ay!!!¡¡¡¡Ay!!!!, ¡Menudo trompazo  me he dado!”
“¿Puedes dejar de caerte encima del pesebre cada dos por tres?”
“¿Qué quieres que haga si la niña esa me ha colocado en el tejado de mala manera y no me sujeto? Mira mis alas. Todas desplumadas. A ver ahora qué modisto me arregla esto  antes de que lleguen sus majestades.”
“¡Ala, otra vez para arriba! Tengo la sensación de estar en los caballitos de la feria.”
“Agárrate fuerte, que nos vas a matar de un susto.”

“¡¡¡Mamá!!!, ¿Ato  al ángel con una cuerda? Es que se cae todo el tiempo.”

“No, por Dios, con una cuerda no, que no me pega nada con la túnica.”


“Eooooo, eoooooo, eoooooo”
“¿Quién grita de esa manera?”
“No sé, parece venir de aquel árbol de allí.”
“¡Estamos aquí!, ¡Entre las ramas!”.
“¿Cómo habéis llegado hasta ahí?”


“Mamá, ¿Te cuento un secreto? Ven, ven, ven, mira.”
“Valentina, ¿Se puede saber que hacen los pastorcillos entre las ramas del árbol?”
“Pues mira a ver si eres capaz de encontrar al niño.”
“¿Dónde lo habéis puesto?”
“No te chives Adriana.”
“Lo ha escondido dentro de una bota, para que no pase frío.”
“Me tenéis harta. Me paso todas  las fiestas  colocando las figuritas en su sitio.”


“Por fin, el hijo pródigo regresa al hogar.”
“José, ordeña la vaca de una vez que no para de darme con la cola.”
“Mira, ya están llegando también  los pastorcillos. Por fin, cenaremos algo caliente.”  
“Controla tus impulsos, José, que sólo piensas en comer. Tendremos que guardar algo hasta que lleguen los Reyes.”
“Sí, María. Sí, Maria. Como si no fueran a venir más pastores.  Dale el biberón al niño que no deja de llorar y está asustando a la vaca.”
“Y, ¿Quién te dice a ti que mañana la Valentina esa o su hermana Adriana no deciden colocar a los pastorcillos en el Scalextric y se nos acaba el avituallamiento?”

“¡¡¡¡¡Mamá!!!!!!, Falta un paje y el rey mago de la barba  marrón.”
“Ahora lo busco. ¡Qué pesadas!”


“¿Dónde se ha metido Gaspar?, ¿Te dijo que este año no pensara  venir?”
“No sé nada de él desde ayer pero menuda faena. Ahora, ¿Quién se encarga de todos esos regalos?”
“Móntalos en el camello y tiramos de él con una cuerda. De aquí al 6 de enero, digo yo que aparecerá. Seguro que las niñas esas lo tienen en algún sitio extraño de su casa. Apunta sus nombres para no dejarles nada.”

“Valentina. Coloca a Baltasar encima del camello. Los Reyes son intocables. Como no me traigan el juego de Súper Mario BROS por tu culpa, te la cargas.”
“Vale. Yo quiero un bebé con su cadrito Se lo he pedido al de la barba blanca.”
“Mamá, codre, codre. Mira que bonito ha quedado este año el Belén.”
“Está precioso. A ver cuanto tiempo dura todo en su sitio.”

“Eso, eso…a ver cuanto duramos todos en nuestro sitio. Ahora entiendo porque siempre estás ahí apoyado en el bastón…Necesitas  un punto de referencia.”
“Sonríe María, que esta noche tenemos el portal a reventar de público.”
“Calla niño, y duérmete a ver si no nos van a dejar nada por tu culpa.”