Con la tecnología de Blogger.
¿Cuántas veces has dicho “Ya no puede pasarme nada peor” y te has equivocado? ¿Cuántas veces has dicho: “Algún día me reiré de esto…pasará mucho tiempo pero terminaré viéndole la gracia”?


Si has tenido un mal día, si crees que ya no puede pasarte nada peor o todavía no has olvidado eso de lo que tardarás mucho en reírte, entra en este blog y comprobarás que no eres el único. La idea no es consolarse con las “desgracias” ajenas, sino aprender a reirse de lo que haya podido convertir tu día en un infierno.

sábado, 13 de agosto de 2011

Seguro que todos  habéis ido a más de una boda en la que se  lee  la famosa carta a los Corintios sobre el amor. Los novios allí sentados   y  ya un poco más relajados,    escuchan atentamente frases como: “El amor es paciente y muestra comprensión. El amor no tiene celos. El amor perdura a pesar de todo, lo cree todo y lo soporta todo.” Después de escuchar esta exaltación del amor, los invitados se emocionan, la novia llora, el novio a veces también, los dos se lo creen todo  y cuando hacen el paseíllo hacia la  salida y todo el mundo les sonríe,   van pensando: “Mírales qué contentos. Eso sólo puede significar que no me he equivocado. Estaremos juntos todo la vida.” 
El tiempo pasa y a veces resulta que las cosas no son tan bonitas. Meses, con un poco de suerte,  años  más tarde, la paciencia, la tolerancia y la  comprensión se esfuman.  A algunos incluso se les pasa por la cabeza la idea de demandar al cura o al alcalde en cuestión por publicidad engañosa. ¿A quién se le ocurre decir que el amor lo soporta todo?
En realidad, ¿Quiénes eran  los Corintios? ¿Cómo pudimos  creernos algo que se dijo hace 20 siglos? ¿Qué tendrá que ver el amor de entonces con el de ahora?
Todo esto sería muy diferente si el día de su boda alguien les explicara a los novios  algunas cosillas mucho más prácticas y sobre todo,  más realistas.
El amor no lo soporta todo. Y, ¿Cuál es el problema? Puede que paséis juntos 10, 20, 30 o incluso que celebréis las bodas de oro. En todo ese tiempo, os enfadaréis, os molestarán muchas cosas, lloraréis de rabia a veces y de no tan rabia otras. Gritaréis y en más de una ocasión sentiréis  las ganas de mandar a vuestra  pareja a freír espárragos.  Todo eso forma parte de la vida cotidiana y como tal hay que aceptarlo sin escandalizarse. Es más, si creéis  que cambiando de pareja no os  va a pasar lo mismo, estáis equivocados.  A ciertas edades  ya no estamos preparados  para convivir con nadie. Gran Hermano es el mejor ejemplo. Así que encontrar una persona con la que simplemente quieras intentarlo ya es un auténtico logro. Lo importante no son las cosas que te separan  si no las que te unen.   Las ganas de estar juntos, de levantarte y acostarte con esa persona, sentir que si no duerme a tu lado pierdes   el equilibrio. No hay necesidad de arreglar todas vuestras diferencias antes de acostaros. Si esperáis al día siguiente, veréis las cosas de otra manera. Seguramente lo que te parecía un drama habrá dejado de serlo. Si no es así, y tu pareja se quiere ir sin despedirse de ti y darte un beso, recuérdale antes de salir por la puerta: “A lo mejor tengo un accidente y no volvemos a vernos.” Eso se llama manipulación pero  por algo  las mujeres tenemos un máster en esa asignatura. Si queréis que vuestro matrimonio no se convierta en una relación a tres debéis recordar siempre  que  el que no come en casa come de restaurante así que procurar dejar la dieta para los kilos.
Cuando un matrimonio fracasa no es culpa de uno o  del otro. Es culpa de los dos. En todo triste final hay siempre tres versiones. La tuya, la del otro y la real. Mejor averiguar esta última los dos juntos que vivir convencido toda la vida que la tuya es la única válida.
En vuestro caso esto no sucederá. Nadie os ha comido la oreja con  la carta a los Corintios. Ahora  ya sabéis que las cosas no son siempre fáciles pero eso hará que la diversión sea mucho mayor y vuestras bodas de oro tengan mucho más mérito.

martes, 9 de agosto de 2011


Yo te siquitrillo, tú me siquitrillas, él me siquitrilla….y así sucesivamente se conjuga el verbo que según mi novio define lo que yo hago en el blog un día tras otro…vamos, ponerle a parir. Desde hace más de 13 años he vivido situaciones en las que queda claro que el lenguaje es fundamental para entendernos. Durante el primer año de relación entre mi ex marido (Canario)  y yo, todas las conversaciones entre mi ex suegro y mi padre transcurrieron de la misma manera.
Uno: “%&&)()()/=()T&/$%·&%”
El otro: “jajajajajaja”
El otro: “/(/”()·/”)·(“()Y(¡·”?=)(¿=)”
El uno: “Jajajajajaja”
¿Cómo dos personas pueden llegar a ser amigas sin entender ni una palabra de lo que dice la otra? Nunca lo supe  pero ellos son el vivo ejemplo de que eso es  posible. Y si  no  había tenido  bastante con un Canario pues dije: "Ahora un venezolano  que seguro que éste habla más claro”.
Antes mi novio decía: “Párate, Valentina” y la niña  se quedaba quieta como una momia. Ahora ya  sabe que tiene que levantarse como las balas. Imaginaros  lo que quiere decir cuando dice: “Tengo la paloma parada” (¡Qué ironía! Con el asco que me dan a mí las palomas…)   Si  mi novio me dice: “Estate mosca. Hay un policía acostado”,  ahora  ya sé que no hay un tío tirado en medio de la carretera. Es un badén y   me está avisando para  que esté atenta (normalmente salimos volando por los aires).   Si te llama balurdo eres un patán.  Nunca me dice que soy guapa. Pero si me dice sin parar que estoy muy rica. Si eres un huevón, es que eres tonto del culo. Si te amenaza con no jalarte bola o jalarte mecate es que no te piensa comer la oreja para conseguir algo de ti (bueno es él y su orgullo). Si se arrecha estás jodida  porque  le quedan dos segundos para ponerse como las cabras de Heidi.
Valentina a veces se despista con sus palabras. Su padre le dice que es una sifrina (“una pija integral”) y ella le contesta que no es ninguna frisina. Si la manda a freír churros cuando le saca la piedra (de sus casillas), ella  le contesta entre lágrimas que no le gustan los churros, que se los coma él todos. La niña es un coño de madre (una manipuladora integral) y  sigue llorando como una magdalena porque no quiere dormir sola. Mi suegra le pregunta: “¿Quieres que duerma yo contigo para no estar sola?” y la tía entre sollozos y sin soltar el biberón de la boca,  responde con el mismo orgullo del padre: “Haz lo que te dé la gana”.



lunes, 8 de agosto de 2011

Cualquiera de mis hijas llora de madrugada. Mi novio no las oye. Se prende fuego un coche en frente de nuestra casa. Mi novio no se inmuta. Valentina se hace pis o vomita en la cama. Mi novio sigue durmiendo plácidamente mientras yo me cago en todo lo que se menea  de la que la cambio, pongo ropa nueva en  la cama, y la vuelvo a dormir. Al día siguiente mi amorcito sólo  puede sorprenderte con dos  frases: “Lo siento cariño. Es que no las oigo. ¿Qué puedo hacer?” o “¡Qué bien durmieron anoche, eh! ¿Por qué tienes esas ojeras?” También se te pueden quedar los ojos vueltos pa trás si le escuchas: “¿Y ese coche hecho cenizas? Seguro que lo hicieron de madrugada para que nadie se diera cuenta…” “Nadie, cariño, sólo los bomberos, los que bajaron primero con extintores caseros, los que corrieron a cambiar su coche de sitio por si explotaba…había más gente en la calle que en la procesión de Semana Santa pero no sufras cariño. Tú no sufras.”  
Lo mejor de la capacidad de mi novio para dormir como si le hubiera picado la mosca tse tse se produce a las 7 de la mañana cuando me levanto en silencio, salgo de la habitación y cierro la puerta para que no oiga ruido, me ducho, vuelvo a la habitación y él,  dormido como una marmota y sin abrir los ojos (supuestamente) dice frases como: “No veo que te hayas puesto  el imperdible (un centímetro de ancho como mucho)  para que ese vestido no se te abra y se te vea todo en el trabajo” ó “¡hala!, ¿no había otro tanga para ponerte  con esos vaqueros? Sin en tu trabajo tienen que estar encantados contigo. ¡Madre mía, lo que hay que ver!” “Algún día alguien me explicará por qué conmigo sólo te vistes como si fueras a un festival hippie.” ¿¿¿¿Y tú eres el que no se despierta ni aunque caiga un misil y se estrelle contra nuestra ventana???
Si hubiera muchos como mi novio,  (seguro que los hay) en los aeropuertos desaparecerían esas máquinas infernales en las que  te metes y te hacen una radiografía de cuerpo entero. ¿Para qué entrar en ese aparato  si él lo comprueba todo en unos segundos? Llega a casa. Mira a un lado, mira hacia el otro. Otea una visita…masculina. Te mira fijamente. No podrías decir si de repente se ha convertido  en  Superman  usando sus rayos X o en  el Inspector Gadget.  Pero no se fía de sus súper poderes. Aún así tiene que cerciorarse.  En cero coma se sitúa  a tu lado. Y  dos segundos más tarde  te  pasa  la mano por la espalda con la excusa de darte un beso (el chico es muy cariñoso) y baja la mano hasta donde acaba la espalda. Con un movimiento tan simple y tan sutil ya ha comprobado si le  estás faltando al respeto.
¿Cómo tendría yo el valor de hacerlo? En mi casa suena el timbre. Y automáticamente salgo disparada como una posesa  a la habitación, abro el cajón de la ropa interior (yo no sé el resto pero a mí en mi casa me gusta estar libre como los pájaros), me pongo todo lo que encuentro  y no me pongo una faja porque nunca he llevado de eso que si no…es más, no es la primera vez que llaman a la puerta sin pasar antes por el telefonillo  y al no darme tiempo a nada más, cuando abro tengo que oír: “¿¿¿Por qué llevas un albornoz si hay más de 30 grados????”
Encojo los hombros y me limito a sudar… por lo menos no tendré que ver los sudores fríos  de mi novio cuando llegue…y eso no tiene precio.



domingo, 7 de agosto de 2011

Entre los episodios de Alzheimer que sufro, los despistes, las cosas que pierdo, las que no sé donde pongo, las que encuentro años más tarde, junto con   las cosas que dije pero no recuerdo haber pronunciado, estoy empezando a pensar en contratar desde ya  un seguro que me pague en el futuro una residencia donde controlen todos mis movimientos con un Gps. (con enfermeras personales  no darían abasto).
Al igual que muchas otras adolescentes y no tan adolescentes (el mundo no puede haber  cambiado tanto en estos últimos años) cuando eras  pequeña y no tenías casa propia, ¿Dónde te dabas una alegría? El escenario más habitual era el coche…Que nadie se escandalice que  hasta a Ana Obregón la pillaron no hace tantos años dándose un fiestón en el asiento trasero del vehículo del Molina (y eso sabiendo que tenía siempre  periodistas persiguiéndola en plan  voyeurs)  Todos los tamaños son válidos. Seiscientos (en este tienes que abrir las dos puertas para poder sacar las piernas porque si no, ni aunque seas campeón mundial de Tetris), Jaguar (mucho mejor que una cama de 1,80)...Llegas al praó elegido. Si cometes el error de hacerlo en el asiento de delante te clavarás el freno de mano, la manivela que regula el asiento, el cenicero…vamos, concentración para la diversión cero. En todo caso pensarás: “A ver si este tío acaba  de un puñetera vez o me quedaré sin rodillas”. ¡Quién coño me mandaría  a mí venir aquí a sufrir!  En cambio si eliges el asiento trasero...lo primero es asegurarte que has colocado el coche en posición de salida. Nunca sabes en qué momento vas a tener que salir por patas.  Siempre hay pastores perdidos que pueden llamar al cristal con su bastón para llamarte de todo…Eso sí, de la que te insultan siguen mirando. La doble moral ha hecho mucho daño a la humanidad.
Dispongo de casa desde hace casi 20 años y desde el momento que descubrí la tranquilidad de un hogar, la comodidad de un colchón, la intimidad sin miedo a las interrupciones ajenas, el calorcito de un lugar cerrado (nada que ver con esa calefacción del coche que nunca dejaba encendida porque estaba convencida que moriría asfixiada y mis padres me encontrarían en bolas cuando les llamara la policía), desde ese momento el coche dejó de ser un recinto para la diversión  y pasó a convertirse en únicamente un método para desplazamiento. Pero claro, a veces no depende sólo de uno. Tu pareja también tiene algo que decir (lamentablemente a veces) y decides juntar el desastre, el alzhéimer, esa capacidad innata para perderlo todo sin darte cuenta, la emoción de tu pareja que pierde el norte en cuestión de segundos. Resultado: Te remontas a 20 años atrás, te dejas llevar por la loquera de tu Tarzán particular y cuando te quieres dar cuenta has perdido tu ropa interior. ¿Dónde? Juro que no lo sé y  las he buscado por todas partes.  Pero si no salí del coche!!!!!!!!!!!!!!!!!
Sólo puedo pensar: “¡Menos mal que no perdí la cabeza cerca de casa de mi madre porque si no, ya sé yo quien iba a acabar tarde o temprano poniéndome las bragas de sombrero! Las madres tienen una capacidad innata para pillarte en cosas como estas…

sábado, 6 de agosto de 2011



Puntuales y fieles a nuestra primera cita,  un año más tarde nos reuniremos.  El año pasado 10 tías divinas. Este año ya seremos  15 y seguiremos estupendas…que nuestro trabajo nos cuesta. Hace un año comimos y bebimos. Este año comeremos, beberemos, cenaremos y dormiremos.  Maldonado dice que no pasaremos de 22 grados y no veremos el sol. A alguna ya le jodió el modelo que llevaba pensando ponerse toda la semana. Yo, como soy atérmica y me visto sin mirar por la ventana no tengo ese problema. Claro que,  así voy a veces…que la gente me mira como si me faltara un riego al cerebro. Los ingredientes de la fiesta los mismos. Mismo restaurante (Terraza del Cenador Rúa Nova), mismo garito de copas (El Rincón del Valle). Mi hermano abre para nosotras solas (con el gusto que da poder gritar y hablar todas al mismo tiempo sin molestar a nadie). Seguro que al final se cuela alguno de los que el año pasado se “enfadó” cuando se enteró que allí se celebraban fiestas de chicas y no les había avisado.
¿Qué le habrá ocurrido a cada una en el último año? Y a las que no vinieron el año pasado… ¿Qué les habrá pasado desde la última vez que nos vimos hace 21 años? Los años pasan volando y cuando haces este tipo de reuniones piensas en lo que has hecho con tu vida, en lo que podrías haber hecho y no hiciste, en lo que te gustaría hacer pero no sabes  si tendrás los huevos de hacer.  Yo me paso la vida poniéndome retos. En mi mente no cabe la posibilidad de  pasar un año sin haber hecho algo que me haga pensar que lo aproveché.  No hablo de descubrir la vacuna contra el cáncer pero sí de  pequeñas cosas que me recuerden ese año en el futuro por algo bueno. A veces con sólo pensar en  que disfrutaste la hostia es más que  suficiente. Pero claro…para disfrutar algo tuviste que hacer…
Por eso, nunca he mantenido relaciones  sin sentido en las que todo estaba acabado. ¿Por qué habría de hacerlo si podía estar sola tan a gusto o estar con otra persona con la que  hacer el pino puente con las orejas? Todos los años viajo. Me cuesta dar clases cuando salgo de trabajar pero cuando estoy de vacaciones y veo la cara de mis hijas que  me miran como si mamá fuera la hostia en bicicleta, la mejor del mundo mundial por haber elegido ese sitio, entiendo por qué di las clases.  Me enfundo  siempre en la misma talla porque no hacerlo me provoca  tal depresión crónica que instantáneamente dejo de comer. Quedo para tomar vinos con algunas de mis amigas una vez al mes, con otras  una vez por semana, con las del cole una vez al año y con las del insti otra. (Esto me hace pensar que debería organizar  también algo con las de la Universidad). Con las que no quedo,  hablo por teléfono. Ponerse al día siempre es importante.  Laboralmente sigo intentando que llegue el momento en que pueda dejar el trabajo que tengo. Las cosas que no te producen ninguna satisfacción hay que dejarlas a un lado porque te minan tarde o temprano.
Ante todo,  nunca pierdo la esperanza de que todo  lo quiero en la vida lo conseguiré en algún momento. No es que no la pierda…es que estoy convencida.

miércoles, 3 de agosto de 2011

Vuelta de vacaciones. 8 días en un lugar de ensueño en la montaña. http://www.casalara.es/. Llegamos al   paraíso  el domingo.  Valentina, maravillada, repetía sin cesar: “Esta casa es divina. Mami, pero,  ¿De verdad vamos a dormir aquí hoy? Es súper divina. Yo quiero vivir aquí para siempre.” (Y, ¿Quién no?). Adriana y su amiga Gina corrían de un lado a otro observándolo todo, gritando como histéricas locas sacadas de alguna  “Villa Serena” (nombre ideal para una clínica mental). En la casa de al lado, unos belgas en busca de paz y sosiego. ¡Cuánta ignorancia! Ver sus caras (las de las niñas,  no las de los belgas) es un momento que  no tiene precio. Los ojos abiertos como platos, sonrisas con tantos dientes como la de la Pantoja. Saltos, brincos,  gritos y alaridos. Apenas 17 grados pero no estrenar la piscina habría sido un delito. ¡Mira que si la vacían mañana!
Buscas  tranquilidad.  ¡Qué mejor  manera  de encontrarla  que en una casa perdida en  la montaña! Pues…una casa pérdida en la montaña con 3 niñas. O mejor aún, podéis  adoptar también  a Luis y a su hermano Víctor (vecinos del pueblo) y montar así una ludoteca en casa. Esto me trae a la mente a los 3 Herodes que tengo por compañeros de trabajo que opinan debería haber: hoteles, restaurantes, vuelos, bodas, vacaciones, vida en general en la que los niños tuvieran la entrada prohibida. Es la opinión respetable de los que ya olvidaron su infancia.
Para entender a mi hijo adoptivo Luisito  tenéis que visualizar a  Steve Urkel  cada vez que se declaraba a Laura Winslow en Cosas de Casa.
Luis: “¡Hola!, Soy Luis y  soy asturiano. Tengo 8 pa 9” (Mi hija con tener un año menos le saca  una cabeza y medio cuerpo). “Mi hermano Víctor tiene 11 pa 12” “Esta casa se construyó en el 2006 pal 2007”. “Disculpa que te moleste pero podrías…disculpa, eh, si no es mucha molestia”.
Yo: “Luis, disculpa pero las chicas se van a bañar. ¿Puedes venir después?”
Luis: “Puedo esperar fuera. Para mí no es ninguna molestia. ¿Tienes arcilla para hacer una figurita mientras espero?”
Estas vacaciones fueron de alguna manera muy reveladoras y  descubrimos que a mi hija Adriana,  a la que hasta entonces todos habíamos visto como un pequeño marimacho (guapísima,  pero marimacho), resultó que le gustaban los chicos. El primer galán:  el requetemachote de Luisito, el macho vernáculo  que corre como el viento cuando se le acerca un  cachorrito, el que  grita ante la visión de una peligrosa y mortífera abeja, el que provocaba frases en las niñas  como: “¡¡¡¡¡¡Qué viene Luis. Corre, que me tengo que cambiar de ropa!!!!! ¡¡¡¡¡Ah, Es Luis!!!!!(Como si hubieran visto una aparición mariana) ¿¿¿Podemos ir a buscarle a su casa??? (Hace 5 minutos que se ha ido)," ¡Oh, horror, en pijama no!"  Lo único  malo: No sé donde habría aprendido este pequeño genio el sistema de la reproducción pero  tenía una lamentable  confusión mental con los orificios. ¡Menudo cacao mental  les preparó! Otro tarado  igual que la amiga de una amiga que presumía de ser virgen porque en realidad todos los chicos con los que había estado sólo  le habían dado por… pero el otro agujerito, el realmente importante,  ése, ése   lo tenía  intacto.



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