Cuando escucho en las noticias que un padre ha dejado a su hijo olvidado  en el coche durante  toda la mañana, nunca pienso: “¡Qué desnaturalizado!” Simplemente cruzo los dedos  y pienso: “Que no me pase a mí, por favor, que no me pase a mí”.
Todos los días al llegar al trabajo repaso mentalmente el trayecto que dista entre el lugar  en el que aparco el coche y la puerta del colegio. “Las dejé, sí, las dos, llevaba a las dos, llevaban las mochilas, el bocadillo, el zumo, iban peinadas, sí…hoy iban peinadas. Uff, menos mal…lo hice bien. Soy la leche.” Pero claro, como en esa asignatura ya progreso adecuadamente, en el colegio deciden marcarme nuevos retos, complicados retos he de añadir. Los miércoles no vale con llevar la mochila de los libros, el bocadillo y el zumo,  también tengo que coger  la de natación y claro, ahí puede  pasar que llegues al trabajo y de repente repares  en el asiento del copiloto donde ves  todos los enseres de Esther Williams. Por un momento piensas en llamar a tu ex marido para decirle que venga a buscarlo (son unos 10 kilómetros de nada) pero en el colegio parecen haberse confabulado contra mí y me llama la profe de la otra mongola que tengo por hija, para decirme que se ha hecho pis encima (mi hija…no la profesora) y entonces se me plantea la disyuntiva: “¿Le digo a mi ex que venga por la mochila y a mi novio que vaya caminando hasta el colegio a cambiar a la otra o lo hago yo todo?” Por alguna extraña razón, ruge en mi interior la llamada de la maternidad y acudo al rescate de mis hijas. Por el camino recibo una llamada. Lo sabía. No se iba a aguantar.
Mi ex marido: “¿Te acordaste de llevar la mochila de natación a la niña?”
Yo: “Por supuesto. ¿Con quien te crees que estás hablando?”
Mi ex marido: “Contigo”.
Cuelgo.
Llamo a mi novio de camino para que corra a casa, busque ropa limpia para Valentina y la tenga lista en su trabajo para cuando yo pase con el coche por allí.
Yo: (llegando a la nave y subiendo a la acera sin parar el motor ni el coche) “¿Está todo?” pregunto  mientras abro la mochila…no me fio ni un pelo.
El: “Hostia las bragas”
Sale corriendo hacia casa en busca de las bragas olvidadas y yo detrás. Le persigo con el coche. Menudo par de gilipollas.
Llego al colegio en un tiempo record.
Yo: “Hola, venía a traer esta mochila a Adriana y a cambiar a Valentina…..”
Conserje: “¿En qué clase está Adriana?”
Yo: “Ummm” (Ni puta idea. Pero...y digo yo, ¿No tendrá una  lista con todos los alumnos para que lo busque ella? Vaya conserje…si se lo tengo que decir yo todo no le veo la gracia.)
Conserje: “¿El nombre de la profesora lo sabes?”. Menos mal que esto no es el Trivial que sino, me quedo sin quesitos.
Yo: “Un momentito que voy a hacer una llamada”
Mi ex: “¿¿¿Qué quieres ahora???”
Yo: “Una duda… ¿Cómo se llama la profesora de Adriana?”
Mi ex: “¿Para qué quieres saber eso ahora?”       
Yo: “Por saber…”
La conserje me mira con cara de ¿pensará decirme el nombre de la profesora algún día?
Mi ex: “Estás en el colegio …jajaja, no me lo puedo creer… te olvidaste de la mochila. ¡Qué fuerte, qué fuerte, qué fuerte!”