Fin de semana sacando la ropa de invierno. Cuando tu casa tiene el tamaño del vestidor de Carmen Lomana,  no puedes permitirte el lujo de tener la ropa de todas las temporadas  en el armario. Hace nada colgaba la de verano y ahora de nuevo vuelta a la manga larga. Mi novio enfadado. Odia el frío y peor aún…odia la vuelta al pijama y al cuello alto (la mía claro).
A mí encanta el otoño. Época de arrejuntarse, de calor artificial (el sol me aplana), de dormir uno encima del otro, de poder salir a cualquier hora sin miedo a freírse como un huevo. Lo que no me gusta nada es que en breves instantes estaremos celebrando  las fiestas de San Froilán y cuando nos queramos dar cuenta, otra vez el Jingle Bells. Me emociona la Navidad pero que  vaya a empezar otro  año  me deprime más de lo que me emocionan las fiestas. Siempre me he guiado por el Carpe Diem y, a raíz de los últimos acontecimientos, más todavía. Así que a finales de octubre me iré a Méjico a disfrutar de la vida…por si acaso no hay más octubres. Hace tiempo os aconsejé escribir una lista de deseos que cumplir barajando la posibilidad de que  alguien os dijera  que vuestro paso por aquí iba a  llegar a su fin.


Después de ver muchas cosas (suficientes) en los hospitales en este último mes me preocupan también otras cosas. Sigo pensando que disfrutar al máximo por si alguien viene y decide que se ha acabado tu tiempo es muy  importante y lo cumplo a rajatabla. Pero ¿Y si no se ha acabado tu tiempo pero alguien decide que sin acabarse,  el tiempo que te queda sea una auténtica mierda? Puedes ser joven o no tan joven  y ver que de repente dependes de todo el mundo porque no puedes hacer nada por ti mismo.  Puedes estar en una cama lo que te queda de vida, con la putada añadida de no  perder el conocimiento y  ver entrar y salir gente para la que eres un estorbo que les obliga a sacrificarse un día tras otro. O incluso peor, puede que no sólo sufras porque tú mismo crees que eres un incordio si no que también  aprecies  en la cara de las personas que vienen a verte  que es así… Y entonces desearás no seguir aquí. No creo que el espíritu de supervivencia ni el deseo de aferrarse a la vida de nadie le  hagan desear vivir así. ¿Para qué?
 Creo que sería lo bastante fuerte como para cuidar de alguien al que quisiera  en ese estado,  pero no podría soportar ni un minuto viendo cómo lo hacen conmigo. Después de haber conocido a  gente que pasa por ello, me gustaría saber qué hay que hacer para que eso no llegue a pasar, o para que llegado el caso,  directamente me trasladen a un sitio en el que se pueda morir dignamente. En España no está permitido y el día que algún gobierno decida aprobarlo ya tienen mi voto de por vida…Mientras tanto si alguien sabe cómo dejarlo todo arreglado para que así sea,  que me lo diga. Lo pondré en mi lista de tareas en un lugar importante.