Y ahora… hasta el 12 de septiembre. Me he quedado sin una cafre y sin un padre. Me queda otra hija y otro padre. Ya no somos familia numerosa…con todas las desventajas que dejar de serlo conlleva. Durante un mes y 24 días no escucharé frases como:

“¡Ha sido ella! ¡No, mentirosa! ¡Ha sido ella!”
“¡Valentina me ha pegaóóóóóóóóóóó!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!”
“¡¡¡¡¡¡¡¡¡Mamááááááááááá!!!!!!!!!!!! ¡Adriana lo ha rompido!”
“¡Valentina ha dicho joder!, ¡Yo no he dijido eso! Eso no se dice, ¿Verdad, papá? ¿A que joder no se dice? Jópela  sí pero joder no. Yo no digo joder nunca más.”
“Me ha metido el dedo en el ojo y ¿No le dices nada? La quieres más a ella que a mí”

Me temo que va a ser un verano  muy aburrido para Valentina que no tendrá a quien pegar, con quien discutir, a quien insultar, a quien echar la culpa de nada. Otro verano más mirando videos de su hermana en el móvil y dándole besos. ¿Por qué no se los dará cuando la tiene cerca? Quizás porque todos le sabemos a ketchup…o eso dice cada vez que alguien la besa y se frota la cara limpiándose.
Y si me falta un padre para cuidar de las dos… ¿Cómo voy a salir de fiesta con el otro padre? ¿Cómo lo hacen las mujeres que deciden ser madres solteras en la vida? Me despiertan auténtica admiración. Yo tengo dos para dos y si me apuran,  a veces necesitaría otro para poner orden y organizarnos un cuadrante.
Me he despedido de Adriana a las 7:15 y le he llamado una hora más tarde para ver si ya me echaba de menos. “¿Cómo voy a echarte de menos si te fuiste hace dos minutos?” La pena es que un mes y 24 días más tarde me dirá sin despeinarse ni ponerse colorada: “No te he echado de menos, a Valentina sí…pero sólo a ella”. Y yo,  otro septiembre más,  me alegraré de ser mamá y llegaré a la conclusión de que  estoy haciendo algo como el culo. Tengo casi dos meses para reflexionar…