Situación:

Terraza de 1x1, 5 metros. Tendal de 5 metros de ladrillo visto  a ladrillo visto. Lleno de ropa mojada. Un hombre, MI HOMBRE para ser más exactos, es capaz durante una semana seguida, 3 veces al día, de salir a la terraza, abrirse paso entre la ropa, (primero mojada, ahora ya como una pasa), asomarse a la ventana, fumar y hacer el recorrido inverso. Nunca se pregunta: “¿Qué hará esta ropa aquí?, ¿Cómo llegó?, ¡Uy, mira, ese tanga tan mono. Voy a recogerlo que hace mucho que no se lo pone!

Situación:

Cesto de la ropa sucia. Capacidad de 8kgs. Un hombre, la bestia parda de MI HOMBRE para ser exactos, es capaz de batir el record Guinness de aplastamiento de ropa y conseguir que entren 25 Kg. sin que las tiras de mimbre del sufrido cesto salten por los aires chocando con los 25 Kg. de ropa que llevan una semana suicidándose con pinzas de madera.

Situación:

Cualquier parte de la casa, véase, cajones, despensa, frigorífico, mesitas…Un hombre, el Rompetechos de MI HOMBRE para ser exactos, es capaz de abrir cualquiera de estos Triángulos de las Bermudas, y pronunciar irremediablemente la misma frase: “Pues no sé, hija, pero yo no lo veo. No lo encuentro por ningún lado.”

            Para todos los hombres que afirman, sospechan o están seguros de que a las mujeres nos gusta limpiar, les aclaro que es una leyenda urbana sin fundamento. Nos gusta que todo esté limpio, que no es lo mismo. Pero lo que más nos gusta, bueno…nos gustaría, es ver a un hombre, a mi Mr Proper particular para ser más exactos, plumero en mano, sacándole brillo a todo mientras yo, relajada y estupenda, espero en la cama a que termine de realizarse como persona, se duche, y cuando esté limpito y oliendo a rosas, limpiarle el polvo y sacarle brillo personalmente. ¡¡Qué menos!!