¿Qué pasaría si siempre dijéramos lo que pensamos o si  los que nos rodean  pudieran leernos la mente?

Si eso fuera así, ahora mismo el niño al que estoy dando clase, saldría corriendo, perdiendo el culo escaleras abajo  para  llamar a asuntos sociales y evitar así que le estrelle contra la pared.  Y yo podría leer en su mente: “Bruja asquerosa, no te pillará un coche al salir y así no tener que aguantarte nunca más en mi vida.”

¿Cuántas mentes estarían preparadas para tantas decepciones? La sinceridad es un valor en alza y está totalmente sobre valorada. Para muestra,  un botón. Ahí tenemos a todos los grandes hermanos repitiendo como loros eso de: “Yo, las cosas las digo a la cara”, como si llamar gilipollas a todo el mundo fuera la definición que consta en la RAE.

¿Cuántas veces por no discutir con tu pareja callas, te giras y le haces burla a escondidas como una niña pequeña mientras disimuladamente levantas el dedo corazón? Esta técnica la tengo que perfeccionar un poco porque todavía no puedo evitar mover la cabeza como si tuviera parkinson de la que camino con el dedo en alto. Y en seguida escucho: “¡¡¡Rosa!!! ¿Quieras que te diga por donde te puedes meter ese dedo?” (“¡Joder, pero si no me está viendo!)

Y, ¿Qué no le dirías a tu suegra? Las madres quedan excluidas de este experimento porque por alguna extraña razón que los científicos no han descubierto aún,  madres e hijas pueden decirse de todo menos bonita y al día siguiente sufrir de amnesia transitoria.

¿Cuántas veces no le dirías a alguien que se lave porque apesta? Que se suba los pantalones cuando se agacha porque la visión de su….te está jodiendo la comida. ¿No le dirías al ginecólogo de turno que no eres una vaca a punto de parir? Y  a la típica señora que te encuentras y con una sonrisa de oreja a oreja te dice: “¡Qué gorda te estás poniendo! ¿No le responderías: “Se lo perdono porque está choca y ya no sabe ni lo que dice”?

Dicen que los niños son muy crueles porque siempre dicen lo primero que les viene a la cabeza. Entonces, ¿En qué quedamos? ¿Somos sinceros y nos quedamos solos o elegimos la diplomacia como modo de vida?