La dieta no ha sido suficiente. Ahora le toca  el turno al gimnasio milagroso. Llego allí y me deprimo. De un lado veo a los profesionales. Esos que levantan pesas de 30 kilos con más facilidad que yo la barra de uno. Si no fuera por las gotas de sudor que les caen, pensarían que son mancuernas falsas y que las llevan de casa para vacilar. En cambio yo, no sudo nunca y no será porque no haga un esfuerzo sobrehumano por subir la barrita hasta la altura de mis súper tetas de afrodita. A veces yo misma me recuerdo a Clark Kent levantando el coche.
Nunca le pregunto al monitor. ¿Para qué? Si quiere reírse,  que vaya al circo.
Me machaco 10 minutos en cada aparato. Nivel 1. Todas  esas máquinas infernales están mal reguladas. ¿Cómo es posible que a veces se me salgan las zapatillas de los pedales de lo rápido que voy si el chisme que mide la velocidad  sólo marca como mucho 20 Km. por hora? No es la primera vez que me como la pantalla por culpa de la rapidez  que alcanzan mis pinreles.
Mi coordinación es nula. Ya lo dice mi novio: “Rosa, ¿Pero tú estás segura que estamos escuchando la misma canción?”
Mi amiga la Pilu también quiere animarse. No se ha puesto un chándal desde que dejó el colegio. En realidad, me cuesta creer que lo llevara entonces y no creo que se lo vaya a poner ahora. Solución: Natación. “Pero el bañador de competición favorece tan poco” Para esto también tiene remedio: Piensa ponerse el pareo hasta la orilla de la piscina para que nadie se fije en ella. Jajaja. 1,75 de altura, pelirroja y con un pareo de los que se atan al cuello lista para desbancar a Esther  Williams. ¿Cuánta gente habrá en las gradas al día siguiente para colgar el video en youtube? Yo tardo en hacer un ancho lo mismo que en recorrer un kilómetro andando así que el agua descartada. Me apunto a spinning. Una hora más tarde, soy la única que no suda sobre la bici. Parezco Desita en verano azul. Me siento en la última fila. No me gusta que los tíos que se sientan detrás de mi se fijen en mi tanga o en cómo se me mueve el culo. Sé que lo hacen porque el primer día de gimnasio mi novio,  antes de salir de casa,  comprobó la ropa interior que llevaba y después dijo: “¡Ojito!” Una hora más tarde entendí por qué lo dijo.
Si me fío de mis reacciones en el gimnasio pensaría que soy lesbiana. No puedo dejar de mirar  a todas las tías buenas. Ellos no me llaman la atención pero las hijas de puta sin ningún gramo de grasa en el cuerpo me provocan ponerles la zancadilla en la máquina andadora esa sobre la que yo soy incapaz de recorrer 5 metros seguidos sin estazarme.
Y después de 40 minutos sin haber mojado la camiseta, llego al vestuario. Nunca me ha importado desnudarme delante de otras personas pero no entiendo muy bien a esas mujeres que se echan crema por todo el cuerpo durante horas sin ni siquiera ponerse las bragas. Me imagino como tiene que ser el de tíos con todas esas cosas colgando por allí. Tengo un amigo al que le da bastante asquito pero se siente estupendamente cuando ve al musculitos que antes levantaba pesas de 30 kilos con un apéndice del tamaño de un macarrón. Tanta energía para levantar pesas y tan poca para izar un banderín. No veas lo contento que va para casa a presumir delante de su novia.
Yo sólo sé que como mañana no pese menos que hoy  me cago en la elíptica, en el step y en el chándal.