Aparente calma en Las Redes del Valle. Sus habitantes llevan días sin  sobresaltos desde que se fueron las últimas cámaras de televisión. Gran concentración de gente en el salón de belleza de la Pilu y a partir de ahora se prevé ocurrirá lo mismo a la puerta de la farmacia. ¿Por qué?...


Catalina: “¿Qué se supone que estamos haciendo aquí?”

Doña Mercedes: “Tu calla y vigila”

Catalina: “Usted  no está  bien de la cabeza. Si vive con su hijo, ¿Por qué no le pregunta directamente con quien sale? No creo que le haga mucha gracia descubrir que a sus 50 años su madre todavía le espía.”

Doña Mercedes: “No lo persigo. Sólo quiero que asuma sus responsabilidades. Si tiene un lío con la farmacéutica, ¿por qué no me lo cuenta a mí,  que soy su madre?”

Catalina: “Básicamente porque no le dejaría vivir.”

Doña Mercedes: “Ahí llega. Está entrando  por el jardín. Será cabrón. Este me va a oír.”

Catalina: “No pensará salir ahora a montarle un número delante de su novia.”

Doña Mercedes: “No, se me está ocurriendo algo mejor.”

Catalina: “No sé por qué pero intuyo  que no me va a gustar nada su idea.”

Media hora más tarde….

La farmacéutica: “Están llamando a la puerta. Déjame que vaya a abrir.”

Basilio: “Haz como que no has oído nada. Seguro que es alguien pidiendo alguna tonteria.”

La farmacéutica: “¿A estas horas? Quítate,  que tiene que ser algo urgente. Si no salgo rápido,  terminará levantándose  mi madre y no creo que le guste mucho descubrir  que estás aquí.”

Basilio: “Vale, pero date prisa. Te esperaré calentando la cama.”

………………

Catalina: “Buenas noches. Perdona que te moleste a estas horas pero es que tengo una cistitis horrible y no puedo esperar hasta mañana. Dame un sobre de esos mágicos que hay para estas cosas.”

La farmacéutica: “¿A estas horas? Pero…tendría que ir a la farmacia. Y así sin receta no puedo dárselo.”

Doña Mercedes (aparece de repente): “Mujer, no seas así. La pobre no aguanta más. Mañana pide cita  a Don Eladio, le da la receta y te la trae.”

Catalina: “¡Ay!” (Después de recibir un pisotón de Doña Mercedes) “No  aguanto más. Préstame tu baño, un momentín. Por favor, por favor, por favor.”

Doña Mercedes: “Pasa, pasa, como si estuvieras en tu casa.  Como no te va  dejar usarlo.” (Doña Mercedes entra abriendo la puerta de par en par y mirando a ambos lados mientras camina por el pasillo)

La farmacéutica: “Pero, ¿Dónde va? Hay un aseo aquí mismo. No es necesario que suba las escaleras.”

Catalina: “Gracias, gracias. Ahora salgo.”

Doña Mercedes: “¡Qué camisón más bonito! ¿Es seda natural?”

La farmacéutica: “No, es seda salvaje”.

Basilio bajando por las escaleras en calzoncillos

Basilio: “¿Ha pasado algo? ¿Por qué tar…das…tan…to...en…su…bir?”

La farmacéutica: “Pues es que…ha venido Doña Mercedes. Creo que ya se conocen, ¿Verdad?”

Doña Mercedes: “¿A ti no te da vergüenza, mal hijo?”

Basilio: “¿Se puede saber qué estás haciendo aquí?”

Doña Mercedes: “Yo he venido a acompañar a Catalina que se encuentra mal. ¿Y tú? ¿También necesitabas un jarabe urgentemente?”

Con los gritos bajan también por las escaleras los padres de la farmacéutica.

Madre: “¿Ha pasado algo, hija?”

Padre: “¿Qué hace este hombre aquí? Tápese, por Dios. No ve que hay señoritas delante. Voy a llamar a la policía para que le detengan por allanamiento de morada.”

Basilio: “Pero, ¿Qué dice este hombre? Que yo no he allanado nada.”

Catalina saliendo del baño: “¿Nos vamos ya?”

La farmacéutica: “Pero, ¿Usted no estaba enferma?”

Basilio: “¿Le has visto la cara? ¡Qué enferma ni qué nada! Esto ha sido idea de mi madre para poder entrar en tu casa a vigilar. Esa sí que está enferma pero de la cabeza.”

Doña Mercedes: “No hables así de tu madre porque te doy una torta que te pongo la cara del revés.”

Madre: “¿Tienes algo con este hombre?”

La farmacéutica: “Sí, mamá. Es una amigo con el que quedo a veces.”

Padre: “¿En casa? ¿En ropa interior? ¿Lola ha cerrado el bar y no me he enterado?”

Madre: “Mira que tienes mal gusto hija.”

Doña Mercedes: “Oiga, ¿eh? Sin ofender que mi hijo está de muy buen ver.”

Madre: “Si usted lo dice. Ahora por favor, podrían hacer el favor de salir de nuestra casa y dejarnos dormir en paz. Hija, contigo ya hablaremos mañana.”

Basilio: “Sí, mamá, vamos antes de que aquí pase algo más gordo.”

Doña Mercedes: “Pues no me da la gana. Esto lo vamos a aclarar hoy mismo. ¿Sois novios o no?”

Basilio y la farmacéutica se miran sin saber qué decir.

Madre: “¿Está usted ciega? No ve que están en paños menores. ¿Qué cree que estaban haciendo? ¿Jugando a las canicas?”

Doña Mercedes: “Mire consuegra. Ni estoy ciega ni soy una moderna de esas que consiente que su hija sea un putón verbenero.”

Madre: “Uy, ¡Qué mal va a acabar esto! O sale ya de mi casa o la saco por los pelos.”

Doña Mercedes no se lo piensa dos veces y le arrea un bofetón a su hijo.

Doña Mercedes: “O te casas con ella y la vuelves decente  o te echo de casa  y vienes a vivir a este antro de perdición.”

La madre de la farmacéutica ya no aguanta más y se lanza sobre Doña Mercedes agarrándole por el moño. Las dos forcejean hasta llegar a la puerta de la calle donde ya hay congregado medio pueblo. Caen al suelo. Basilio y la farmacéutica,  que siguen sin vestirse,  intentan separarles mientras los espectadores aplauden.

En la cocina de la Casa Rural la Rosaleda.

Oscar: “¿Has oído algo sobre la que se lió anoche en el pueblo?”

Sofía: “Nooo. ¿Qué pasó?”

Oscar: “Parece ser que Doña Mercedes pilló a Basilio en casa de la farmacéutica y se lió a leches con todo el mundo.”

Sofía: “Igual por eso no han dado señales de vida todavía.”

Oscar: “Por cierto, y tú, ¿Cuándo te has hecho eso en la cabeza?”

Sofía: “Ayer en el salón de belleza de la Pilu. En realidad, no me peinó ella. Ahora tiene ayudante. Se llama Roberta Rossi.”

Oscar: “¿La hija de Marco Rossi, el italiano que vino a buscarla?”

Sofía: “La misma que viste y calza. No veas el estilo que tiene. La Pilu ha tenido un ojo.”

Oscar: “¿Comentaron algo sobre la huida de Marco Rossi? ¿Ya se sabe por qué salió por patas del pueblo?”

Sofía: “Pues como comprenderás a mí no me contó nada. A ver si sale publicado un día de estos en el blog ese que cuelgan en el ayuntamiento.”

Oscar: “Estás muy sexy. ¿Nos tomamos un descanso?”

Sofía: “No, tengo que preparar los desayunos. Estás enfermo. Siempre pensando en lo mismo.”

Oscar: “Con el hambre que paso, no sé en qué quieres que piense.”

Sofía: “Pues búscate otra”

Oscar: “No me tientes, no me tientes que…”

Sofía sale de la cocina ignorándolo.

Dos semanas antes…

La Pilu: “Dime de qué querías hablar conmigo.”

Roberta: “De mi padre”

La Pilu: “Es un tema del que preferiría no hablar”

Roberta: “Pues vas a tener que escucharme porque nunca le había visto así. Ni siquiera cuando mi madre le echó de casa y no le dejó verme durante un año.”

La Pilu: “¡Qué maja! ¿No?, ¿Tú madre hizo eso?”

Roberta: “Eso y cosas mucho peores. Mi padre me contó lo que sucedió cuando  te conoció en Italia. Nunca le había visto tan enamorado. En realidad, nunca le había visto enamorado. Mi madre y él sólo siguieron juntos durante muchos años porque mi madre le amenazaba con llevarme a otro país para que no pudiera volver a verme. Mi padre hizo mal en no contarte que había estado casado y que tenía una hija pero es lo único que no hizo bien.”

La Pilu: “¿Había estado? ¿Ya no lo está?”

Roberta: “No. Le costó años pero al final consiguió el divorcio de mi madre después de muchas concesiones. Tuvo que esperar a que yo creciera y cederle todos sus bienes.”

La Pilu: “Pero tu madre me dijo…”

Roberta: “¿Hablaste con mi madre?”

La Pilu: “Sí, un día quedé con tu padre y apareció ella. Me dio mucha pena. Me dijo que estaba muy enamorada de él y que tú lo estabas pasando muy mal porque querías que siguieran juntos. Es más, me dijo que estaba esperando otro bebé. Ese mismo día cogí un avión y me recluí en este pueblo donde mi madre había vivido cuando era joven.”

Roberta: “Ahora lo  entiendo todo. Mi madre además de ser mi madre es una bruja pero de las de escoba y todo. ¿Por qué no le contaste a mi padre cuando estuvo aquí  que habías hablado con ella?”

La Pilu: “No quise escucharle. Pasamos unos días juntos sin salir de casa y después le pedí que se fuera.”

Roberta: “Mi padre es tonto, te lo digo yo. Y encima  perdió a mi mono Amedio. Y ahora, ¿Qué piensas hacer? ¿No vas a ir a buscarle?”

La Pilu: “No puedo cerrar el salón”

Roberta: “Por eso no te preocupes. Yo me encargaré  de todo.”


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“¡Menudo lío en el salón de la Pilu! Si sumamos  las clientas habituales que quieren saber todos los detalles de la historia de amor de su dueña y el italiano, a las clientas nuevas que vienen al pueblo atraídas por el cotilleo y las que vienen a probar el estilo de la nueva estilista, el resultado es  una  peluquería a reventar. Da igual la hora a la que vayas, nunca hay ni un hueco libre. En ausencia de la Pilu, la chica nueva, Roberta, está revolucionando las melenas de las habitantes de las Redes del Valle. Es tan buena con las tijeras que  se ha corrido el rumor de que  trabajaba como estilista de actrices famosas en Italia y claro, ahora  todo el mundo tiene miedo a que se marche antes de haber  probado la magia de sus dedos. ¿Habrá encontrado nuestra Pilu a su Marco Rossi? Eso no lo sabremos hasta su vuelta pero lo que si sabemos es que  por nuestro Macario no tenemos que preocuparnos.  Ya ha encontrado otros brazos en los que ahogar sus penas. Otra vez tenemos al  pueblo reluciente. Las calles están limpias esperando ver a Doña Mercedes retozando por los suelos con alguna enemiga a la que agarrar del moño. Se rumorea que dentro de nada estaremos todos de boda. La farmacéutica es otra que no para de despachar aspirinas. De repente,  ¿a todo el pueblo le duele la cabeza? El único que no ha ido es Basilio. Hay quien empieza  a decir que el hombre ha emigrado a Argentina. Con una madre placaje cerca, ¿Quién le culpa?”