No hay nada peor que un hijo para que te pillen en una mentira. ¡Qué facilidad tienen  para dejarte en evidencia! Una de las frases favoritas de la mía es: “Vas a ir a la yaya. Te la vas a cargar.” ¿Dónde se habrá visto que tu hija te amenace con contarle algo a tu madre? ¿No debería ser al revés y que alguien la amenazara a ella con contarme a mí sus trastadas?  Pues eso  a ella no le da ni frío  ni calor.

(Sábado por la tarde. Mi hija entrando en casa de mi madre) “Yaya, hoy mamá no nos dio de desayunar.” La niña los güevos  que lo casca todo y mi madre que no se queda atrás: “¿No se quiso levantar de la cama, cariño? Y, ¿Qué desayunasteis?  ¿A que no os hizo el zumo de naranja como la yaya?”. Mi hija ya, poseída por el drama. Dos segundos más y las lágrimas empezar a correrle por las mejillas. (Yo siempre  había oído hablar de niños que lloran sin derramar ni una lágrima. Adriana puede estar sonriendo y llorando a mares si se lo propone. Teatro, puro teatro.) “Tuve que ir al frigorífico yo sola y nos comimos una bolsa de mozzarela entre Valentina y yo. Y después me tuve que subir a una silla para llegar a los vasos porque Valentina tenía sed.”

“¿Esa es la mierda con la que os alimenta vuestra madre? ¡No vas a cambiar nunca…blablablá…blablablá….!”  Mi hija me mira y  sonríe. A veces hasta me dice: “Hoy castigada sin ver a El Doctor Mateo… ¡Por lista!”

El otro día su padre me preguntó: “¿Qué tal la crema que le recetó el dermatólogo? ¿Se ve ya algún resultado?”. Yo, ni corta ni perezosa a mentir como una bellaca: “Yo no se lo noto todavía  pero cuando vengas seguro que tú ya le ves la mejoría.” A mi hija le faltó tiempo para arrancarme el teléfono de la mano. “Mentira papá. Todavía no la ha comprado. Como tiene alergia ahora viene siempre corriendo para casa a tumbarse en la cama.”. Que su madre es un desastre es algo que tiene más que asumido. El otro día fue sin el chándal al colegio. “¿Qué excusa le pusiste a Matilde?” Le pregunté. “Mi madre…ya sabes…”.