Hoy celebramos San Tontín y todos los tontines (entre ellos, yo la primer) nos despertamos con un “felicidades” y besitos por todas partes. Sin regalo, eso sí (A mi novio esta vez no sé si le ha fallado el tiempo, el dinero, el trabajo, la inspiración…algo tenía que ser).  Menos mal que chingar sigue siendo gratis. El día que tengamos que pagar también por eso, estoy jodida…bueno…o dejo de estarlo,  que es peor.
Algunos enamorados  no se acuerdan de esta fecha, otros no quieren ni acordarse y los más tontines de todos  reniegan del amor concentrado en 24 horas. “El día de los enamorados debería celebrarse todo el año”. Me troncho. Al que le pase eso,  que llame al guinness para que lo nombren “el tóntín del año”. A mí no me invade el amor  los 365 días del año. Lo intercalo con fases de “Me caes como el puto culo”, “Si te pillo te arranco la cabeza”, “Mira que eres cansino” y “No me toques las bolas en una temporada”. Sin embargo, cualquier excusa es perfecta con tal de celebrar algo.  Nunca escucho a nadie decir: “El día de la madre debería celebrarse todo el año, o el del padre, o los Reyes Magos…” Todo el mundo quiere su protagonismo en algún momento del año  y las flechas de Cupido no iban  a ser menos.  No deberíamos verlo como una fecha promovida por  los centros comerciales para gastar dinero. Las otras fechas también lo son y aún así,  la gente se abalanza como posesa en búsqueda del regalo perfecto. ¿Por qué ésta les parece más ridícula que el resto? El 14 de febrero debería ser,  básicamente un día para recordarle a tu pareja la suerte que tiene al estar contigo y  para escuchar cómo alguien te dice un año más tarde que todavía le pones…si encima te llevas unos cariñitos, estupendo y si vienen acompaños de  un anillo de Tiffany´s,  ole San Valentín.
Hasta mi Valentina particular lo celebra desde que se levanta: “Mamá, tengo frío. ¡Tápame jopeta, que es mi santo!”