¿Qué diferencia  a una madre de una suegra? Sólo una cosa. A la primera la puedes mandar a freír espárragos cada vez que te toca los cojones y a la segunda  te la tienes que tragar con patatas. No importa que te coman  los cocos por dentro cada vez que abre la boca. En ese caso, lo mejor es imaginarse cómo cae rodando por las escaleras   después de haberle asestado 3 patadas en la cabeza. Pero tú, silencio absoluto. Quizás por eso dicen que no hay nada comparable a la relación que existe entre madres e hijas. No me imagino diciéndole a nadie las barbaridades que le decía a la mía en mi época adolescente.

Hay distintos prototipos de madres.

La sacrificada: “Con todo lo que yo he hecho por vosotros, la cantidad de cosas a las que tuve que renunciar por vuestra culpa  y ahora ya no me llamáis ninguno si no es para que os cosa el bajo de un pantalón. Que conste que no os lo estoy echando en cara pero si no fuera por vosotros, cabrones de mierda…”

La que vive de sus padres hasta que puede  vivir de sus hijos: “¡Con todo lo que yo he trabajado en la vida! A mis 50 años yo creo que ya es hora de que cuidéis de vuestra anciana madre y pueda descansar después de tantos años de  duro y sacrificado trabajo. Los hijos son un regalo que yo le he hecho a la vida y ahora ella me  tiene que devolver a mí todo lo que yo le he dado.”

La madre en la vida: “Organiza todos sus días en función del horario de sus hijos. Estás son de las que, por lo menos  durante el primer año,  ni se bañan ni se peinan, ni se arreglan. Sufren de estreñimiento voluntario para  no perder tiempo yendo al baño…un asquito de prototipo.”

La que es amiga antes que madre. Esta es de las que se empeña en salir de fiesta con sus hijas como una colega más y si se descuidan, intentará levantarles el novio. “Soy guay y por mis hijos me adapto a todo. ¿Por qué se esconden cuando llego? Es para darme todo el protagonismo…seguro.”

La metódica o lo que es lo mismo,  generales de la legión.  Todo en sus vidas discurre según el horario previsto.  Desayuno, comida, merienda y cena todos los días a la misma hora y sin levantarte de la mesa hasta que lo acabas todo. Os suena la frase: “¡Bébete  el zumo de naranja antes de  que se le vayan todas  las vitaminas!” ó  “Ya tienes 4 años así que este año empezarás con inglés, esgrima, judo  y dentro de un par de añitos comienzas  a leerte el temario de las oposiciones a notario que ahora hay que empezar a cotizar antes.”

La ciega. “Mis hijos son los  mejores del mundo mundial. Si hacen algo mal es culpa del que tienen al lado”. Y de los hijos de los demás sólo piensan: “Si fuera mío se iba a enterar.” Estas son de las que tienen un alíen en casa pero no se empanan de nada.

La Mr. Propper. Esas que te marcan tanto con su manía por la limpieza que cuando por fin vives sola y viene a verte, te pasas dos días sacando brillo a los azulejos del baño con el cepillo de dientes.


Si  pienso en  mi madre veo el zumo de naranja con la pajita, el uniforme de mi hija que me prohibió terminantemente llevar a mi casa durante los 3 primeros años de colegio (no entiendo por qué pensaba que si lo tenía yo, la niña nunca iría limpia ni planchada), el bocadillo a las 5 en punto de la tarde. Mis hijas tienen más de 30 bragas y 30 pares de calcetines cada una. Practiquísimo si eres de las madres a las que les  falla la memoria a la hora de poner lavadoras. Con mi madre, un par habría sido suficiente, las que llevabas puestas y las que quitabas cada día y a las dos horas ya estaban lavadas y planchadas en el cajón. Eso era magia y no lo de David Copperfield.
Si pienso en mi suegra…casi que mejor no lo hago…Sólo se me viene a la mente una frase: “Madre sólo hay una”. ¡¡¡Dios existe!!!