“Como ya sabéis, el bautizo no tuvo lugar. Lola había fijado la fecha con el único fin de presionar a Hugo. Su primera  intención no era celebrarlo,  sino conseguir que él cediera y aceptara a Lucas como padrino. Ni adrede le habría salido  peor la jugada.
 Me encanta este pueblo. Siempre tendré una  fuente inagotable de inspiración para mi blog.
La iglesia abarrotada. Sus habitantes, sin excepción, apretados culo con culo en los bancos recién barnizados. Todo sucedió  como en un partido de tenis. De un lado, en el altar,  Lucas y Lola con una indumentaria un poco de andar por casa. Y… ¿en la puerta? Todos sabéis quien apareció…
Los que pensáis que el bautizo se suspendió  debido al golpe recibido  por  don Damián en la cabeza, os alegrará saber que ya se encuentra mejor.  El misal pesaba lo suyo pero con  un bordado de 4 puntos en cruz,  lo tendremos  de nuevo en la sacristía a lo largo de la mañana. Muy a su pesar  tuvo que  permanecer ingresado una noche y todos sabéis  que por una costurita de nada no te dejan ocupando una cama en el hospital. ¿Qué le pasaría realmente a Don Damián? Esta que escribe lo sabe pero por ahora no puede contarlo. Recordaréis  que hace tiempo os dije que algún día soltaría una bomba que dejaría al pueblo petrificado. Ya queda menos…”


De espaldas a la iglesia Lucas y Lola mantienen una acalorada conversación.

Lucas: “Te lo dije. Sabía que esto iba a acabar mal.”

Lola: “Cállate. Todavía puede llegar.”

Lucas: “Sí, claro,  para partirme la cara. Te dije que hablaras con él, que no importaba que yo no fuera el padrino, pero tú no, tú siempre tienes que hacer lo que te da la gana y al final aquí estamos haciendo el ridículo delante de todo el pueblo.

Lola: “Yo pensaba que él cedería antes, que aceptaría mi decisión, y organizaríamos el bautizo juntos. Ni siquiera deberíamos estar aquí. Lo de poner fecha fue una broma para presionarle.”

Lucas: “Pues a ver cómo le explicas ahora a don Damián que hemos venido aquí  a hacerle perder el tiempo.  Después les dices a todos esos que están ahí sentados,  que han venido  aquí para nada.”

Lola se gira. Los bancos están repletos de gente.  Todos están pendientes de su conversación. Si alguno se atreviera a toser ahora, el resto le saltaría a la yugular sin pensarlo.

Lola: ¿Y tú crees que han venido aquí para ver cómo bautizamos a nuestra hija o para disfrutar  del espectáculo? Marujas que son todos unas marujas.

De repente los habitantes de las Redes del Valle se giran de nuevo. Acaba de entrar Hugo. Va vestido como un pincel. El bautizo de su hija no es cualquier cosa. Traje oscuro con un toque metalizado de Antonio Miró, chaleco y corbata  en color verde botella a juego con el vestido de su acompañante.  Lola se queda sin respiración. Si le pinchan en ese momento no sangra. Y en cuestión de segundos pasa de no respirar a hacerlo de manera entrecortada cuando se da cuenta que Hugo no viene solo. A su lado camina Isabel, su novia de toda la vida hasta que la conoció a ella
.
Lola: “¿Se puede saber que hace esa aquí?”

Hugo: “¿Quién? ¿Lisie?”

Lola: “¿Todavía la llamas así? ¿Lisie? Y ¿Por qué lleváis esa pinta?”

Hugo: “¿A que pinta te refieres? ¿A la nuestra que venimos a un bautizo o la vuestra zarrapastrosa?” Espera un momento… ¡No pensabas celebrarlo! Eres tan retorcida y maquiavélica que has preparado todo este teatro para jugármela.”

Lola: “Pues sí, ¿Qué pasa? Yo quería que tu hermano fuera el padrino porque es como tiene que ser. Es su tío. Y tú no querías. Pensaba que así te daba tiempo a recapacitar pero eres tan terco que al final llegó el día y no me he atrevido a decírselo a don Damián.”

Hugo: “Pues ya que estamos aquí lo podemos celebrar.”

Lola: “¿Y ella que pinta aquí?”

Hugo: “Lo mismo que ése. Será la madrina”

Lola: “¿Te has vuelto loco? ¿Tu novia de toda la vida?”

Hugo: “Igual que él, tu novio de toda la vida y además ex-marido”.

Lola: “No es lo mismo. El es su tío”

Hugo: “Y ella su tiíta y podría ser su madre si tú no te  hubieras interpuesto en su camino y te me hubieras  metido por los ojos.”

En ese momento Lola se pone fucsia, la vena del cuello parece que le fuera a estallar, mira alrededor buscando algo. Finalmente sube los dos peldaños que la separan del altar, agarra el misal que está encima y con todas sus fuerzas lo arroja a la cabeza de Hugo,  con la mala suerte de que Don Damián se interpone  en el camino  justo cuando salía de la sacristía con gesto de dolor. Cae al suelo en el acto.

Hugo: “Mira lo que has hecho. Estás loca de atar”.

Lola: “Ha sido sin querer. Yo quería darte a ti.”

Argensola: “¡Dios mío! Está sangrando. Que alguien llame a una ambulancia.”

Don Damián: ¡Ay, qué golpe! Pero, ¿Qué ha pasado? ¿Qué hace aquí mi misal? No recuerdo nada.”

Don Damián  es llevado al hospital en una ambulancia del Samur. Le dan 4 puntos en la cabeza pero eso no es  lo que ha ocasionado que permanezca  en el hospital durante toda la noche ingresado. La causa había ocurrido unas horas antes…

(Don Damián y doña Argensola en la sacristía)


Argensola: “Te he planchado ya la casulla, cariño.”

Don Damián: “No me diga cariño, un día se te va a escapar y verás el lío en el que nos metemos.”

Argensola: “Perdona cariño, quiero decir, Damián. Es que estás tan guapo cuando te pones la casulla roja.”

Don Damián: “Me estás poniendo nervioso y tengo un bautizo en 10 minutos. La iglesia está llena. No entiendo por qué ha venido todo el pueblo.”

Argensola: “¿No te has enterado? Lola va a celebrar el bautizo de Julia sin Hugo.”

Don Damián: “Y me imagino que todo el pueblo ha venido exclusivamente a ver si aparece.”

Argensola: “Me imagino. Ya sabes cómo son. Si algún día se enteran de lo nuestro.”

Don Damián: “Ni lo digas. Voy al baño. Me han entrado ganas de hacer pis con los nervios.”

Don Damián se mete en el baño. Unos segundos más tarde, Argensola entra en el baño de puntillas y le rodea la cintura con los brazos.

Argensola: “Te quiero”.

Don Damián: “Ay, ay, ay. Me muero de dolor.”

Argensola: “¿Qué te ha pasado?”

Don Damián: “Me has pegado un susto de muerte y me he pillado con la cremallera. Me duele. Creo que estoy sangrando.”

Argensola: “Déjame ver, a ver si te has hecho herida”.

Don Damián: “Levántate mujer. Imagina que entra alguien ahora y te ve ahí de rodillas mirándome la entrepierna. ¿Qué crees que pensarían?”

Argensola: “Pero te has hecho sangre. Déjame que te cure.”

Don Damián: “Ahora no, tengo que salir ya. Es la hora del bautizo. Sólo me falta la estola. Pásamela, por favor.”

Todavía dolorido,  Don Damián sale por la puerta de la sacristía. No le hace falta llegar al altar para empezar a leer el misal…