“¡Qué bonita es,  madre mía!”

Que tu hija de dos años diga eso juntando sus manitas regordetas y verla aplaudir
mientras mira su nueva sillita del bebé  no tiene precio. Que mi otra cafre preciosa después de 1 mes y tres semanas sin vernos  me diga que me echa de menos, eso sí que me produce un sentimiento  indescriptible. Casi me caigo de la silla al oírlo. Por primera vez en todo este tiempo estoy por delante de la playa, la piscina, los perritos, los gatitos… ¡HE GANADO LA PARTIDA! Sé que soy un poco ilusa y que todo se debe única y exclusivamente a que tengo un as en la manga. Mi Reina de Corazones se llama Valentina y hasta el día de hoy no conozco a nadie que no se rinda a sus encantos.

Que Valentina  tenga un carrito nuevo para el bebé, un último modelo con capota y cestita, MEA CULPA. Culpable de comprarle el nuevo y culpable por perderle el viejo.  El sábado,  una vez más,  senté a mi hija en la sillita del coche y dejé todo lo demás en la acera. http://porsihastenidounmaldia.blogspot.com/2010_07_27_archive.html. Estoy empezando a plantearme ir al médico para ver si tiene solución.

Lo que más me gusta de los niños pequeños es que no son rencorosos. Yo le pierdo la silla y ella me mira mientras me visto y dice: “Estás divina mamá”. Y entonces yo, si tuviera dinero, le compraría un porsche.