Con la tecnología de Blogger.
¿Cuántas veces has dicho “Ya no puede pasarme nada peor” y te has equivocado? ¿Cuántas veces has dicho: “Algún día me reiré de esto…pasará mucho tiempo pero terminaré viéndole la gracia”?


Si has tenido un mal día, si crees que ya no puede pasarte nada peor o todavía no has olvidado eso de lo que tardarás mucho en reírte, entra en este blog y comprobarás que no eres el único. La idea no es consolarse con las “desgracias” ajenas, sino aprender a reirse de lo que haya podido convertir tu día en un infierno.

martes, 31 de mayo de 2011

La primavera la sangre altera. La alergia amarga la vida a un tercio de la población (entre la que me incluyo). Otro tercio se va de acampada cual boys scouts con ideales (aquí no me incluyo porque tengo alergia y no puedo estar mucho tiempo al aire libre) y los incondicionales pitufines  saltan como niños de patio de colegio al ritmo de Visca el BarÇa. La pitufina Shakira, antes merengue, cansada de mirar con ojos golositos a S
Zidane sin ningún resultado, ahora ha decidido cambiar de bando y se nos ha vuelto  culé.
Cuelgo aquí el video del momentazo para que comprendáis lo que quiero decir.
Si de por sí, la mujer  mueve las caderas como si tuviera parkinson, en  esta actuación estelar casi se la disloca. Los jugadores se centran en su culo, como si con sólo mirarlo fijamente, de repente se fueran a convertir en Chayanne al ritmo de “Torero”. Ninguno podría seguir el movimiento de su trasera ni con la velocidad de los ojos de Marujita. La temperatura sube. Piqué empieza a notar algo que ya nos ha mostrado en otras ocasiones. http://www.revistacuore.com/fotos/el-piqueton-de-pique
“¡Hostia! ¿Les estará pasando lo mismo a estos?” Ahora recuerda algunas conversaciones en los vestuarios y se pone malísimo. Una cosa es que tus amigos se hagan cositas viendo videos del movimiento de su pelvis, y otra cosa es verlos allí con los ojos fuera de las cuencas y pensando en las maravillas que debe de hacer en horizontal.
Alguno se lamenta del tentetieso que tiene  por mujer. Otro le sacaría los ojos al tonto del equipo por la suerte que tiene. Y Shakira piensa:
“Menuda cabilla tienen todos estos en la espalda. ¿Qué entenderán por menear las caderas? Como el Piqué éste no se  espabile,  el año que viene me vuelvo al hala Madrid que me han dicho que van a fijar al Kun”

jueves, 26 de mayo de 2011

Creo que lo que menos me va a gustar de la presentación del libro van a ser las preguntas de ese día. Yo misma tengo fama de preguntona…pero, ¿Y si algún/a impertinente como yo se cuela allí ese día? No estoy preparada psicológicamente para enfrentarme a mí misma.
Además de preguntona mi abuela siempre decía  que era una contestona. Dudo mucho ahora que esa virtud me sirva de algo  ese día.

Hace unas semanas salí de fiesta con mi novio, mi hermana y su pareja. Ensayamos ese fatídico momento. El resultado: Una serie de recomendaciones de dudosa validez.

  1. “No digas palabrotas”. Como si eso fuera tan fácil. ¿Cómo se dice que el libro es la hostia sin decirlo? ¿Sublime, colosal?… ¿Hay gente que habla así realmente cuando se emociona?
  2. “En la medida de lo posible procura ser lo más normal que puedas. Ser tú mismo está sobre valorado”. ¿Qué querrían decirme con eso? “Habrá gente que no te conozca y podrían plantearse  si te falta un hervor o peor…a lo mejor se llevan una imagen equivocada de ti, jajaja”. ¡Qué graciosos son!
  3. “No ingieras alcohol ni antes ni durante el acto. A ti precisamente no te hace falta para deshinibirte. A ver si vamos a tener que darte una hostia para que hables y 100 para que te calles”.
  4. “¿No puedes quitar ese tono de pija cuando hablas?”
“Eso lo decís porque ninguno sabéis quien es Tamara Falcó”
“Mira guapa, si consigues ir ese día,  la mitad de divina que va ella siempre puedes hablar como te de la gana”.

Pues si no puedo decir tacos, tengo que cambiar mi tono de voz, parecer una niña de San Ildefonso, debo comportarme como una niña seria y posar como en un photo call… ¡Madre mía! A ver dónde encuentro yo en tan poco tiempo una doble que sepa hacer todo eso…

Definitivamente tengo que seguir ensayando… ¿Qué cosas preguntaríais? Es por saber…a ver si me vais a pillar en bragas…

miércoles, 25 de mayo de 2011

Mi novio asegura que puedo hacer más de 100 preguntas por minuto. No sé qué es peor si mi indiscreción preguntándolo todo frontalmente a la velocidad de Silvia Jato en Pasapalabra o su capacidad para responderme a algunas cosas como si realmente me importaran. ¿No habrá oído hablar nunca de las preguntas retóricas?

Ejemplo. Mismo diálogo todos los días a las 14:00 PM. Hora de comida en el trabajo. Misma conversación  hasta el día que lea esto y se cague en tó, claro.

Yo: ¿Qué tal el trabajo?
El: Bien. Liado, como siempre.
Yo: ¿Acabaste tal o cual armario? Quien dice armario dice cocina, baño, mueble, vestidor…cualquier artículo relacionado con el maravilloso y fascinante  mundo de la madera.

Ahora es cuando  viene la sempiterna respuesta. La misma todos los días. El la pronuncia por un lado del auricular y yo por el otro a modo de ventrílocuo.

El y yo: “Pues no. Me queda tirar las canales, poner los casquillos a las correderas, colocar las traseras, blablabla…blablabla… ¿Me estás escuchando, Rosa? Seguro que ya estás con Pin y Pon (es así como denomina a mis amigas del trabajo) y no me estás haciendo ni puto caso, que cuando estás con ellas te pones muy tonta, Rosa.”
Yo: “Que sí, cariño, que te estoy escuchando pero  hijo, no entiendo esa fijación tuya en describirme todos los días el mismo proceso de fabricación si sabes que no entiendo nada.”
El: “Pues a ver si aprendes, hija, que eres muy bruta”.

4 años más tarde sigo sin saber lo que significa refrentar, engletar, tirar canales… pero el tío, duro y dale. Eso sí, cuando le pregunto si han cobrado tal o cual cosa (lo único realmente interesante de su trabajo) ni puta idea.

Yo  no sabré nada del  enigmático mundo de la ebanistería, pero mi amiga Pin no está mucho mejor. Casi me caigo de la silla de la risa el día que colgué el teléfono  y me preguntó: “¿Quién era, Dani desde el aserradero?”


martes, 24 de mayo de 2011

Yo: “Vamos niñas, que tengo mucho que hacer”

Adriana: “Tú siempre tienes mucho que hacer. Seguro que toda la prisa que tienes es para llegar a casa y coger el ordenador antes que nadie. Ya me  conozco yo tu prisa.”

Yo: “Mira Adriana. No te voy ni a contestar. Despídete de tu padre y vamos. Valentina, dale un beso a Gustavo.”

Adriana y su padre: “mmmññññmmmññññ…..ummm….ummmmm”. Estos son todos los besos y abrazos entre ambos  antes de salir por la puerta para terminar diciendo: “Papi, papi, por favor, acompáñanos al coche.”

Yo: “OK, pero vamos ya que todos  los días tardamos 20 minutos en llegar al coche.”

Adriana: “Mira qué pinta, papá. Con esos pantalones parece que va en pijama por la calle.”

Yo: “Son pantalones, guapa  y bien chulos.”

Adriana: “Son un trapo y encima los vas arrastrando. Es humillante.”

15 minutos después y sólo 10 metros de distancia recorridos,  llegamos al coche.

Adriana: “Papi, papi, papi. Mmmmmññññmmmmmñññummmmm” Más besos y abrazos.

Yo: “Venga, cierra la puerta y la ventana que entra todo el polen”.

Adriana: “Pobrecita, que tiene alergia. Debilucha.  Papi, corre hasta la curva de la salida del pueblo. Y tú,   no corras con el coche que lo haces adrede para que no le de tiempo a llegar al pobre.”

Yo: “uffffffffffffffff” (Hiperventilando)

Adriana: “¡Para, mamá! ¡Para que ya llega!.”

Baja la ventanilla de nuevo. Todo el polen volando por delante de mis narices. Yo medio ciega y con el pañuelo en la mano. Estoy por comprarme una mascarilla sólo para estos momentos de eterna despedida.

Yo: “ufffffff…luego dirán que no tengo paciencia.”

Adriana y papi: “mmmññmmmññññmmñññ”

Yo: “Venga, por Dios, que viene un coche detrás”.

Adriana: “Adiós papi, adiós papi…..”

Se saludan con la mano y se tiran besos hasta que se pierden en la distancia…ya casi hemos llegado al siguiente pueblo.

Al día siguiente. 8:10 AM. Llegamos al colegio.

Yo: “Adriana, pásalo bien en el colegio. Un beso.”

Adriana: “……………………………..”

Yo: “Te quiero mucho, mami. Mmmmuñññññmuññññ. Te echaré de menos toda la mañana mamá. Dime adiós desde la puerta y tírame besos hasta que cojas la primera curva. Que tengas un buen día en el trabajo, mamita linda.”  (Esta soy yo hablando sola mientras camino hacia el coche)

Y luego hay gente que no entiende las bajas psicológicas….


lunes, 23 de mayo de 2011

 ¿Cuántas tonterías no habremos hecho por amor? Yo, experta number one en hacer el ridículo, no iba a ser menos. 
Con 18 años tuve un novio que era como el Guadiana. Ahora sí, ahora no. Así pasamos 9 años. Mis amigas estaban convencidas que el hombre  tenía acciones en Repsol. En las épocas del no, daba igual la hora a la que  saliera de casa que  siempre pasaba en coche por  allí. A mis encontronazos con él hay que sumar  la cantidad de veces que se lo cruzaba mi madre, mis amigas o alguno de mis hermanos a los que por cierto caía como el culo (que mira que ya es difícil caer mal a todo el mundo). En los 8-9 años que duró nuestra tormentosa relación tuvimos varias  fases de descanso. Como en las películas, al separarnos nos decíamos: “Si dentro de un año seguimos sin pareja quedamos en tal o cual monte (no entiendo yo mi fijación por la naturaleza si tenemos en cuenta que  la alergia no me deja ni respirar).  Lo peor es que al cabo del año, los dos,  con o sin  pareja, allí estábamos. No sé si  por el morbo o por satisfacer nuestra curiosidad,  pero teníamos que ir a comprobar si el otro aparecía. Y allí estaba el tonto de mí ex, subido a una montaña oteando el horizonte  con unos  prismáticos. Y todo porque estaba convencido que para joderle, yo era capaz de aparecer con otro  y restregárselo por las narices.
También tiraba piedritas contra mi ventana (mis padres vivían en un segundo) hasta que yo me asomaba al balcón con mi pijama de ovejitas. Con esa edad a un hombre todo le parece sexy, hasta los pijamas de felpa. En 9 años nos dio tiempo a estrellarnos contra una zanja  en un 600 a 90 kilómetros por hora (no daba más de sí), destrozar un AX (éste fue fácil porque menuda caca de chapa), un Fiat 1, rayar un Jaguar de atrás adelante…y todo porque le ponía muy nervioso. Si me encontraba por casualidad  en una de esas fases  en las que daba más vueltas a León que la noria,  era subir al coche y ya no veía ni cedas, ni stop ni semáforos en rojo. Sus padres tenían tantos pisos como coches.  Yo no sé cómo lo hacía pero  su madre siempre le cazaba cuando cogía las llaves de alguno y al final  la que salía por patas con la ropa en la  mano siempre era yo. Igual por eso me odiaban, por eso y por las facturas del taller…supongo. ¡Cuánto habrán ahorrado desde entonces!...sobre todo en gasolina.

miércoles, 18 de mayo de 2011

Yo no sé cómo sería vuestra madre cuando erais adolescentes pero la mía era de las que llevaba más control sobre el día que me tenía que bajar la regla que sobre el suyo propio. Tanto se preocupa una  por la fertilidad ajena que así pasa luego lo que pasa.  A mi señora madre le metieron  5 goles como 5 soles  y yo no me quedé embarazada hasta que cumplí los 30. Si hubiera apuntado la suya alguna vez, no habría dormido sin bragas los días equivocados.
Si tu madre es una agonías y tú no eres precisamente un reloj suizo, imagínate la pregunta del millón  todos los meses:

“Hija, ¿Tengo algo de lo que preocuparme?”

“Y yo que sé, mamá, si tú  te preocupas hasta de las alergias del vecino”.

“Rosa, mira que me tienes  de los nervios desde hace dos días”

De cabeza al ginecólogo. La primera vez que fui  tenía 18 años. Imaginaros cual sería  la cara de mi madre al entrar  en la consulta que  el hombre dijo directamente:

“Pero, ¡¡¡¿Qué has hecho?!!!” y acto seguido  se desternilló de la risa.

“Y usted, ¿Qué cree, gracioso?”

Lo cierto es que no había hecho nada…bueno nada que lamentar pero tal era el stress de mi madre que yo creo que se lo había trasmitido a mis óvulos que se habían  quedado atrofiados del acojone.

“Déle usted algo a la niña. Ahora que ha empezado no le va a decir usted que pare, que encima ésta es de las que por un oído le entra y por otro le sale. Pero déle algo que yo no quiero ningún recaó en casa. (¡Qué rápido se había olvidado ella de su último recaó, que a esas alturas sólo tenía 3 añitos! Pero bueno…Rosa, mejor cállate que este no es el momento).

Yo creo que ese día fue la última vez que me puse roja como un tomate. Salí de allí por patas y sin mirar atrás. Cuando llegue a la calle, vi a mi novio de entonces esperándome en el coche.

“Ala, ya puedes ir a decir al tonto ese que no estás embarazada y que a partir de ahora todo el monte es orégano. Si se entera tu padre…”


martes, 17 de mayo de 2011

Viajar es la manera más divertida de aprender y conocer a los demás. Os plantearé distintas situaciones relacionadas con los viajes y los medios de transporte para que veáis lo fácil que resulta clasificar a los viajeros.

18 años. París.

Mi novio de entonces: “Rosa, ¿Cómo puedes acostarte  sin recoger  los zapatos  dentro del armario?  Y, ¿Por qué no has traído zapatillas? Por Dios, ¿Cómo se te ocurre  ir descalza? Te arriesgas a coger cualquier cosa por ahí”
Yo: “Si la estupidez se contagia, sí. Tengo muchas posibilidades de estar  cogiendo algo malo.” 

Ultima cena de empresa.

X: “Perdón por el retraso”
Y: “Jo. ¡No me digas que has venido en autobús como una inmigrante!”

Camino de Santiago.

 Mi novio de entonces (días antes de iniciar el camino): “Yo no voy.  Me niego a cargar con vosotras desde el primer día…Ya os estoy oyendo…que si me duelen los pies, que si tengo hambre, que si estoy cansada... Llamadme cuando queráis que os vaya a buscar en coche.”
Yo: “Pues no vayas. Eres una nenaza”.

3 etapas más tarde. Visita sorpresa de mi novio de entonces  en su Suzuki Vitara.

Mi novio de entonces: “¿Os lo estáis pasando bien, ¿verdad?”
Yo: “Estupendamente”.
Mi novio de entonces: “Decidido. Mañana empezamos el camino con vosotras desde aquí.”
Mi prima: “¡Qué guay! (Nos vamos despidiendo ya de los chicos que hemos conocido).

Noche siguiente a su llegada.

Mi novio de entonces: “No pensarás que voy a dormir en un albergue de esos. Vete tú a saber cuánta y qué gente habrá pasado por esas camas. Me voy a un hotel.”
Yo: “Ya será una pensión, gañán. Mañana te paso a buscar a las 6 de la mañana.”
Mi novio de entonces: “¡¡¿A las qué?!! A esas horas a la señora de la pensión no le va a dar tiempo a prepararme el desayuno”.


Praga-Budapest. Viaje fin de carrera

1ª noche. Rosa, de fiesta  en una habitación que no era la suya. Roban en el hotel. ¿Dónde va a ser? En su habitación. Mis compañeras  dormidas como marmotas. Así hasta un manco se lo habría llevado todo. Consecuencia: 8 días sin un duro y el descubrimiento de  algo que engancha  más que las patatas fritas. Después de ese viaje siempre me he identificado muy bien  con el Dioni. Nunca de un viaje vine cargada con tantos regalos: copas de cristal de Bohemia, jarras de cerveza, mecheros, pañitos de ganchillo, una Biblia escrita en checo, un tapiz que conseguir arrancar de la pared de un bar sin que se dieran cuenta. Cuando consigues una hazaña así, entre tú y el Vaquilla ya no quedan más metas que cumplir.
Desde ese viaje no puedo evitar entrar en las tiendas sin buscar las cámaras de seguridad. Ponen cosas tan bonitas al alcance de nuestras manos…Ahora igual entiendo por qué Valentina a sus 3 años es una cleptómana en potencia. Si estamos  en algún sitio y antes de lo previsto te dice: “Vamos, mami. Vamos a casa”. Date que ya lleva algo que no le pertenece. La última vez,  una tiza de colores debajo de la barbilla.

“Valentina, ¿Qué te pasa? ¿Por qué agachas tanto la cabeza?”
“Por nada, mami. Vamos, que estoy cansada”. Haciendo un verdadero esfuerzo para que no se le caiga.

20 segundos más tarde salimos por la puerta, saca el botín y dice con la cara de satisfacción del que ha conseguido escapar impunemente: “Mira, mami, ya tenemos una tiza de colores.” Quien dice tiza, dice rotuladores, pinturas, tijeras, botes de colonia, tarjetas de visita…vamos que en unos años me trae un tapiz a casa.



lunes, 16 de mayo de 2011

Si  estás en el “insti” y los “profes” te llevan de excursión de fin de curso a Italia. ¿Qué haces? Obviamente divertirte. Te están ofreciendo  un abanico de tentadoras opciones.  
Si estás en “BUP” y las monjitas  te llevan de excursión a Galicia y buscan un hotel, irónicamente  perdido de la mano de Dios,  en el monte,  para evitarte cualquier tentación, ¿Qué haces? Pues básicamente lo que puedes…

Estudiar en un colegio de monjas sin chicos hace que se te agudice el ingenio precozmente (el ingenio y otras cosas que prefiero no mencionar). De toda la vida de Dios es sabido que  el ser humano es rebelde por naturaleza y tiende a hacer todo aquello que le está prohibido.

 Llegamos al lugar. Oteamos el horizonte. Nada en varios kilómetros a la redonda. Si alguna vez os habíais planteado la duda de  para qué construyen hoteles en sitios así y de qué se mantienen, ahora ya los sabéis. El clero es la respuesta. Una vez instaladas,  nos reúnen para leernos la cartilla y después nos dicen: “Ahora tenéis dos horas libres para hacer lo que queráis antes de la cena.” ¡Qué graciosas han sido  siempre las sor! ¡Todo lo que queráis!

“Si nosotras no podemos ir a la fiesta, la fiesta tendrá que venir a nosotras”. Con lo sano que es caminar,  ¡Qué mejor  que hacerlo para encontrar el único bar de pueblo construido por si pasaba por allí  algún pastor de ovejas!  Por desgracia,  la variedad alcohólica del local no era muy amplia así que nos tuvimos que conformar con todas las botellas de ginebra Larios que le quedaban y ante  la ausencia de limón para mezclarla, pues vengan unas jugosas gominolas que seguro  le darán un toque único.  Me acuerdo perfectamente  que eran unas monedas de esas rojas que encima  estaban duras como piedras. ¡Cuánto llevarían caducadas! Si alguien no sabe calcular exactamente cuánto te puedes tajar  mojando gominolas en ginebra y chupándolas poco a poco, ya os lo digo yo…hasta perder el conocimiento o terminar prendiendo fuego a la única  planta (una palmera seca)  que había en el descansillo.

Lo gracioso del asunto es que la monja que nos vigilaba,  antes de acostarnos nos contó una historia muy bonita de esas que te conmueven tanto que te hacen llorar. Nos habló del hijo de una amiga suya que estaba muy, muy, muy enfermo y nos pidió (pensando que nos había puesto los pelos de punta  a todas) encarecidamente que esa noche nos recogiéramos todas muy pronto en nuestras habitaciones y rezáramos por él. “Estoy segura que si no salís de vuestra habitación, ni armáis ningún escándalo, ese niño se salvará.” Me pregunto cuántas veces habría contado la misma historia…
La cosa es que salimos de allí con el corazón en un puño y con buenas intenciones pero... ¿Quien puede resistirse al sabor de unas buenas DRY GOMINOLAS AND GIN?”

Pobre crío…









viernes, 13 de mayo de 2011

¡Cuánto le gusta a la gente alardear de su honradez y de ir por la vida rectos como velas! Si sumo mi pésimo sentido del equilibrio a lo divertidas que son las curvas, el resultado es: una delincuente en potencia.
Me he puesto a pensar sólo 5 minutos en cosas que nunca conté y juré me llevaría a la tumba y sin esforzarme me vienen  a la mente 3 o 4. Como los delitos prescriben a los 5 años ha llegado el momento de contaros alguna cosilla…creo que va a dar para más de una entrada.

Cuando mi hermana iba a hacer la confirmación,  mi madre le compró unos pantalones de lino azul celeste preciosos. Gracias a Dios no medía el 1.80 que mide ahora pero por desgracia tampoco el 1.60 que mido yo y mi madre, que siempre ha sido una mujer muy previsora,  los compró  un mes antes del evento. ¡A quien se le ocurre con lo que  cambia la vida de un día para otro!

Espicha de la sidra de agrícolas. ¿Quién iba a pensar que diluviaría después de un día tan soleado? Salí de casa con el pantalón en una bolsa y en el primer baño di el cambiazo. ¡Estaba tan  divina con ellos! Un poco largos pero casi no se notaba. Me dije: “Rosa, no bebas. Rosa, no bebas. Venga, Rosa, sólo 1. Venga Rosa, la última. De esa noche tengo vagos recuerdos y algunos para olvidar. (Me subí en una de esas plataformas para gogós en una macro discoteca. Yo, que tengo el mismo ritmo que Toni Acosta cuando vendía  los politonos para el móvil).

No sé cómo sobreviví al día siguiente sin ponerme una pastilla de esas para infartados debajo de la lengua. Lo primero que vi al levantarme fue el pantalón, ese que unas horas antes estaba impecablemente planchado por mi madre  en el armario. Ahora ya no era azul celeste. Todo el borde de abajo parecía haberlo mordido los ratones. Y como hasta 20 centímetros en dirección a la rodilla estaba negro.¿¿¿Por qué tuve que salir al praó a beber la sidra??? A pesar de la resaca, salí de la casa rauda y veloz a la tienda. Necesitaba comprar otros antes de que mi madre se diera cuenta. Pero, ¿Por qué tengo una madre tan pija que compra en sitios en los que no venden al por mayor? Para mi desgracia ya no los vendían. Así que no tuve más remedio que ir a hacer un ridículo espantoso a la tintorería más cercana. Saqué los pantalones de la bolsa y empecé a oír risas por todas partes.

“¿Qué quieres que hagamos con esto?”
“No sé hija,  ahí pone tintorería. Quiero que los deje usted como si fueran nuevos. Es más, tengo aquí la etiqueta para volver a ponérsela cuando lo haga, que no le he quitado al pantalón ni el hilito del que colgaba”.
“Pues debe de ser lo único que no le has quitado. Tienen todo el bajo roto.”
“¿Sabe usted coser? Si me lo cose, le compro lo que quiera.”

Cuando volví a la tienda los pantalones estaban como nuevos. Un milagro de la limpieza en seco y el cosido ni hecho por la costurera de la Cenicienta. Pero, claro, como siempre en estos casos  tenía que haber algún pero…

Un mes más tarde llegó el día de la confirmación. Cuando mi hermana se los puso parecía Cantinflas. (No os he dicho que la costurera se vio obligada a cortarlos un poco para arreglar el descosido).

Mi madre: “Dios mío. ¿¿Qué ha pasado??”
Yo: “Pues, ¿Qué va a pasar? Habrá crecido. No ves que esta niña crece a lo tonto. Eso sí, la culpa de todo  es tuya por comprar las cosas antes de tiempo. Al final me los tendré que quedar yo y mira que no te creas tú que son mi estilo.”

miércoles, 11 de mayo de 2011

En el coche…

Adriana: ¡¡¡¡¡Mamá, Valentina te acaba de romper  el libro!!!!
Valentina (3 años): ¡¡¡¡Yo no he sido!!!! ¡¡¡Ha sido ella!!!
Yo: “Valentina, ¿estás segura que no has sido tú?”
Valentina niega con la cabeza con una sonrisa de medio lado y levanta su dedo acusador. (Menuda cara de falsa). “Ha fuido ella”.
Yo: “Valentina, si me estás mintiendo, no vuelvo a buscarte ningún día al cole. Dime la verdad, ¿Quién rompió el libro?”
Valentina: “Fue el vecino. Ese que tiene un perro pero lo podemos pegar con celo, mamá. No te preocupes.”

……………….

Adriana: “Valentina, sal de aquí. Ahora Gina y yo  vamos a jugar a cosas de mayores”.
Valentina: “¡¡¡Mamááááá´!!! Son malísimas y no me dejan jugar con ellas”
Yo: “¡¡¡Niñas!!! No quiero oír ni una palabra más. La dejáis entrar. Me da igual lo que digáis. Os la coméis con patatas.”
Valentina: “Jo, mamá, a mí me gusta más con arroz. ¡Qué rollo!”

…………………..

Valentina: “Ojalá cuando me duerma deje de llover porque si no,  voy a estar encalada toda la mañana.”

……………….

Profesora: “Valentina, tienes que traer la taza del agua. Todos los días te olvidas.”
Valentina: “Yo ya se lo he dicho a mi madre 20 veces. Habla tú con ella a ver...”

…………………..


martes, 10 de mayo de 2011

Que hoy en día,  alguien te invite  a su boda,  con la excepción de los seres más, más, más queridos, viene a ser lo más parecido a una puñalada por la espalda. Un día recibes la llamada: “Tenemos algo que contaros. ¿Cuándo quedamos?”. Y tú cruzas los dedos. “Por favor, por favor,  que estén embarazados.  Por favor, que sea eso  aunque sean gemelos y tenga que comprar dos regalos.” Un día más tarde tienes a la pareja en casa: “¡¡Vamos a casarnos!!”. Reaccionas como puedes (ya habías ensayado la cara en el espejo antes de que llegaran), intentas no llorar pero al final lo haces.  Lo achacas a la emoción y mientras lloras,  tus ojos se mueven más deprisa que los del tío Gilito contando dólares. “Cagüen mi mala suerte. Otro año la paella al lado de la playa a tomar por culo.” Y te empieza a entrar de repente  la peor de las  desganas,  pensando en ese familiar odioso  que se empeñará  en hacerte bailar Paquito el Chocolatero. ¿Ese baile no debería estar prohibido por algún organismo oficial? Abres la invitación con miedo. No lleva ántrax pero como si lo hiciera… ¿Por qué pone invitación si lo pagas todo por adelantado? En realidad debería poner “Pasen por caja antes de entrar” y por si no lo has pillado todavía, ves el número de cuenta impreso abajo y empiezas a calcular el valor de la entrada al evento. Ni un concierto privado de Bárbara Streisand.
Alguno pensará que soy muy fría pero, ¿Habéis ido alguna vez a un bautizo o a una comunión de 200 invitados? Noooo. Y, ¿Os habéis creído alguna vez eso de “las comuniones o los bautizos tienen que ser algo íntimo.”? Noooo. En una boda la frase un mes más tarde es: “Nos salió genial”  y no están hablando del evento si no de la rentabilidad. En una comunión, los padres se están acordando del evento durante bastante más tiempo y no precisamente por los ahorrillos que les ha generado.
Empezaré a creer un poco más en el amor en las bodas el día que  me inviten a una, realmente   por el placer de celebrarlo con los amigos y la familia. Seguro que no seremos 300.

lunes, 9 de mayo de 2011

Pequeñas manías y fobias que nos caracterizan.

No soporto a la  gente que hace ruidos. Los que silban, los que tararean, los que tamborilean los dedos en la mesa, los que sentados hacen claqué moviendo todas las mesas de la fila, los que tienen resfriado y hacen ese ruido tan asqueroso para que los mocos les lleguen al cerebro.
Me molestan los peatones, todo en general. Los que saltan cuando llegas, los que se quedan parados como tontos y no cruzan hasta que apagas el coche, bajas y les juras que no les vas a atropellar, los que te miran desafiantes sobreestimando su chasis…
Me cagüen   todos los que en las rotondas no ponen el intermitente y hacen que te quedes ahí esperando como boba: “¿Salgo o no salgo?”
Tengo fobia a que me toquen los pies. Nadie puede tocármelos salvo riesgo de hacer un agujero en el techo. La primera noche con mi novio (pocas horas después de conocernos) tuvo la genial idea de agarrarme un pie. (No entiendo qué interés puede tener un hombre en tocarte los pies la primera noche…). El hombre ya tenía sus dudas  y para rematar le di tal patada en la mandíbula que de pura vergüenza no acabó en urgencias. Eso sí, el tío tuvo el valor de preguntar: “¿Alguna otra parte de tu cuerpo que no pueda tocar? Y siguió a lo suyo.
Me molesta la gente que grita como si yo estuviera sorda, los que me pitan en el coche. A veces pienso: “Ojalá tuviera una pistola, aunque fuera de mentira, en la guantera. Más de uno se haría pis en los pantalones. Molaría tanto bajar del coche, tocar la ventanilla del otro y preguntarle con la pistola en la mano: “¿Me pitabas por algo?”
No soporto que mi novio cierre las botellas como si alguien fuera robarnos el contenido del frigorífico. La puerta de casa y del coche no los cerrará, no, pero el biberón de la niña como si fuera oro en polvo. ¿Qué pensarán los vecinos cada vez que  a las 5 de la mañana me escuchan cagarme en el rambo de los cojones?
No soporto a la Maruja de mi exmarido cuando llega a casa y escandaliza con el desastre que me rodea, más  que mi madre cuando yo tenía 18 años.
No soporto a  mi madre la víspera de un año bisiesto. No hemos empezado a comer las uvas y ya sentencia: “A ver cuantas desgracias ocurren este año”. Allá por noviembre le dices: “Exagerada, ¿ves que no ha pasado nada en todo el año? A lo que ella responde: “Calla, calla, que en el mes que queda, a ver cuantos caen…y ya puedes empezar a cruzar los dedos…”
No me gusta la gente a la que pedirle un favor es como pedirle que te done los dos riñones.
No me gusta…
No me gusta…
No me gusta…

A ver si mi novio va a tener razón cuando dice: “No, hija, si tú tenías que vivir sola…”

jueves, 5 de mayo de 2011

DIABLURAS DE UN ANGELITO…


Siempre le dije a mi hermana, que, después de haber “disfrutado” de mi sobrina la mayor cuando era pequeña (más pequeña...) y sus pericias, estábamos curadas de espanto…pero no...Ezan supera eso y más...y más…¡¡El destino me ha dado lo mejor que tengo y me ha cerrado la boca para un tiempo!!...

Dice mi madre que es niñO y los niñOs son distintas a las niñAs…yo creo que no. A éste mío se le han juntado los genes del abuelo (que cuentan que era tremendo) y los nervios de su madre (que, os aseguro, son para nota…) Eso, unido a que es distinto por ser rubio (en una familia de morenos) y zurdo (en una familia de diestros)…hace que tengamos una mezcla explosiva que todos los días estalla. Pero, para muestra”varios botones”.

El “angelito” desde bien pequeño, odia el coche, bueno, más bien la silla del coche de su madre...Ja, ja, ja…Yo, para poder sentarlo me invento mil cosas y le consiento otras 1000. En una de esas le dejé las llaves del coche mientras lo sentaba. Lo olvidé, cerré las puertas y el pequeño “demonio” cerró con el mando…oh, oh...me quedé fuera.  El niño de un año dentro y todas las puertas cerradas…Yo fuera, dando vuelvas al coche y gritando como una loca, “abreee”, “dale otra vez”. Los obreros de la casa que estaban reformando al lado no daban crédito. Cuando estaba a punto de coger una piedra y romper el cristal para entrar, como “por arte de magia” abrió las puertas…

Vestirlo es una odisea, se arrastra por el suelo, me juega al despiste alrededor de la cama o de una mesa, le pongo una cosa y se quita dos, lo he llevado descalzo a la guardería, sin cazadora en pleno invierno. Una vez, en un centro comercial, tuve que cambiarlo de ropa (está empezando a controlar el tema y se le “escapó”) y mientras cogía la ropa de cambio se me “escapó” corriendo en pelota picada por el centro comercial hasta que mis padres lograron pararlo. La gente se reía. Yo quería llorar.

Los vasos de leche con galletas y Cola Cao  le dan mucho juego.
Un día, estaba tranquilamente tomando su vaso de leche, con sus dos lindas manitas cogiendo el vaso, se me acerca despacio como para decirme algo y me tira el contenido del vaso directamente a la ropa. Su cara de pillo superaba a la mía de mala leche..

Otro día, en el desayuno, mientras yo me lavaba, hizo un collage en la pared. No le hicieron falta pinturas ni colores, con la mezcla de la leche, las galletas y sus manos fue suficiente..Cuando salí del baño, tenía la pared decorada con 10-12 manos de color chocolate y un niño partiéndose de risa mientras yo me enfurecía.

Ayer ya llegó la gota que colmó el vaso (pensad que lo que os cuento son algunas anécdotas). Llegué a casa de mi madre de trabajar y tenía la mujer una tirita en la frente. Le pregunté y me dijo que mi “pequeño demonio” le había tirado con una de las piezas de un puzzle y le hizo un “roto” en la frente..

En fin… Mañana salen las listas del colegio que le ha tocado, seguramente no me den el que quiero, en el que están mis sobrinas y estudió su padre…pero si lo miro por otro lado,  igual es mejor, con las veces que lo van a expulsar será mejor que esté en otro donde la reputación no esté en juego..Ja, ja, ja.

Estoy segura de que podré hacer una segunda y tercera parte de la entrada...Ja, ja, ja…me alegro de tenerlo...!


martes, 3 de mayo de 2011

No te buscaba pero tampoco te evitaba. Y como dice el dicho: “Tanto va el cántaro a la fuente que al final se jode.” Desde el séptimo mes te repetía una y otra vez: “Ya puedes salir. Mamá está lista. ¡¡¡¡Necesito dormir boca abajo!!!” Bastante imaginaba yo entonces que una vez salieras de ahí, dormir boca abajo iba a ser lo más parecido a flotar en el aire sobre dos lanchas hinchables” Por llevarme la contraria (la primera de una lista interminable) no te dio la gana de salir  ni a la fuerza. Yo creo que si alguno de los tantísimos ginecólogos que metieron la mano allí abajo se hubieran fijado un poco,  habrían visto tu dedo pulgar levantando haciéndoles burla. Resultado de tu necedad: 19 grapas y una llorona incansable. El anestesista dijo: “Si no la escuchas  llorar, no te preocupes. En las cesáreas pasa”. Apenas el médico abrió una rendija de un centímetro, tus alaridos asustaron a todos los del quirófano. Yo creo que alguno en la UCI revivió ese día.
15 kilos perdí en 15 días. Ni la mejor dieta de adelgazamiento  en la clínica Buchinger. Tengo que agradecerte que el día de tu bautizo pudiera lucirme en una 36. Es  la última vez que recuerdo de semejante proeza.
Las conversaciones entre tu padre y yo durante el primer mes se redujeron a:
“Habla tú”
“No, habla tú”
“No tengo ganas”
“Yo tampoco.”
Durante ese periodo le vi sonreír aliviado una única vez. Ese día tenía una guardia de 24 horas. Cuando oí la puerta de casa cerrarse, las lágrimas empezaron a correr por mis mejillas sin descanso. Aprovecho aquí la ocasión para dar las gracias  a una alumna caritativa que viendo mi lamentable estado al llegar a clase,  se ofreció  a sacarte  a pasear para evitar que me lanzara por la ventada del 4º piso.
Dicen que los niños que se crían en Zaragoza están preparados para soportar cualquier clima, desde el frío más glacial hasta el calor más tórrido. Tú eres la viva imagen de la  adaptación personificada. 3 guarderías y 2 colegios en 7 años y en todos ellos la misma frase: “Adriana es una niña encantadora, responsable, inteligente, cariñosa…un amor.” Y yo siempre la misma cara de: “¿Se habrán confundido de madre?, “¿la cabrona ésta reserva su mala hostia únicamente para los de casa?”.
Como buena hija de padres divorciados sabes sacar lo mejor de cada uno…en todos los sentidos.  Tienes un padre que vive única y exclusivamente para ti, un padrastro que te quiere como suya desde que eras un mico y una madre cafre a la que no manipulas tanto como al resto, pero que  intenta escalar puestos en esa lista que tienes de “mis cosas favoritas” en las que yo estoy por detrás del puré de verduras. Y tú de vegetariana poco o casi nada.
Lista pero vaga, cariñosa con tu padre y tu hermana pero rancia con el resto, de buenos sentimientos pero toca pelotas, guapísima pero histérica, cariñosa con unos y setísima con el resto. Resultado: “Conseguirás lo que te propongas pero pobre de todos/as los/las que vas a conseguir camelar sin apenas esfuerzo.”
Espero el tiempo mantenga tu encanto y apacigüe tu histeria. Y algún día mamá ocupará el 3 puesto en el ranking. Papi y Valentina ya sé que son imbatibles. Puedo vivir con ello.

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