¿Quién me mandaría a mí usar las máquinas de musculación en el gimnasio? Mira que me lo había repetido: “Rosa, los domingos, sólo los domingos, que es el único día  que no hay nadie y así puedes experimentar  el amplio mundo de posibilidades que ofrecen esos aparatos”.  ¡Qué necesidad tenía yo hoy  de hacer el ridículo cuando el gimnasio estaba lleno de machos con más músculos que una oruga!
Todavía me quedaban 10 minutos antes de ir a casa y me animé. Mala decisión. “Venga, un minuto en cada máquina”. Definitivamente tengo que acabar algún día con esta  puta obsesión de volver a tener las tetas como cuando tenía 18 años. Con mi toalla (no sé para qué la llevo si no sudo) me senté en la primera. Y claro,  tenía que venir el monitor cachas a pisar mi arranque. Cabrón.

1ª situación de humillación pública

Monitor: “¿No puedes levantar esos agarres?”
Yo: “Pues no, yo empujo y empujo pero no se mueve nada”
Monitor: “¿Has probado a quitarle pesos?”
Yo: “¡Pero si ya tengo el tornillo en la mano! Ya no tiene peso”
Monitor: xxxxx (esto es lo que se llama “haciéndose de cruces”). Prueba con otra. Alguna habrá que puedas mover…digo yo.”

2ª situación pero aún que la primera.

Monitor: “Una curiosidad, ¿Qué estás haciendo exactamente en esa máquina?”
Yo: “Pues poco, porque tampoco estoy poniendo peso. Pero es que si no, tampoco puedo moverla”
Monitor: “Ya veo, ya. Pero, ¿Qué músculo estás ejercitando realmente?”
Yo: “Estoy haciendo remo, ¿No?”
Monitor: “¿Tú sabes para qué músculo es esa máquina?”
Yo: “Pues con este dibujo tan raro no sé cómo quieres que lo interprete. Pero si te digo que estoy haciendo remo, digo yo que será para el bíceps.”
Monitor: “Mira, esa palanquita que ves ahí no es para tirar de ella como si remaras. ¡Este aparato es para los gemelos! Las dos almohadillas son para ponerlas encima de las rodillas y no para saltar por encima de ellas.”
Yo: “Y ahora me dirás que soy la única a la que has visto hacer esto, ¿verdad?”
Monitor: “Pues si te soy sincero en todos los años que llevo aquí sí.”
Yo: “Pues me voy para mi casa y ya las usaré el domingo cuando no haya nadie”
Monitor: ¡¡¡TÚ!!! Tú no puedes usar ninguna máquina de éstas sola.
Yo: “Ni que fuera un peligro”

 Me giré y salí disparada de allí  con  la poca dignidad que me quedaba. Por supuesto no me giré pero sin mirarle,  podría describir perfectamente la cara que tenía el musculitos ese.  Ya querría verle yo delante de un Excel. Seguro que ese musculito no lo ejercita tanto.