Año nuevo, vida nueva. En mi caso, ocupación nueva. Como tenía pocas pues he tenido una ocurrencia más para rellenar las dos horas libres que me quedaban a la semana.
Imagino todos habréis oído hablar del tupper sex, el hermano espabilado del tupper ware de antaño. Mientras escribo esto, me parece estar escuchando algún: “Uy…oy…ay…” y me estoy imaginando a más de uno/a cubriéndose los ojos con los dedos entreabiertos  o tapándose la boca como si le hubiera dicho que estoy fabricando una bomba de neutrones para cumplir la predicción de los Mayas.
Cuando recibí la maleta con todos los productos me sentí como deben de sentirse  los niños el día de Reyes: “Venga a abrir cajas, venga a abrir cajas  y de repente estaba  allí,  sentada, mirando alguna de aquellas naves especiales sin saber con cual jugar”. 5 segundos en estado de  shock y una semana de enfado  (arrastrado desde hacía días) más tarde  (¡Qué momento más oportuno para no dirigirte la palabra con tu pareja!), una noche escuché una vocecita archiconocida susurrándome  al oído: “Chuchi… ¿No sería mejor probar algunas de esas cositas para poder explicarlas mejor después?” Ay madre… Otra vez estoy escuchando los uys, los oys y los ays. Me deja fascinada  cuando alguien me pregunta: “Y a tu novio, ¿Qué le parece que te dediques a esto?”  No sé...a veces tengo la ligera sospecha de  que la gente se imagina que llego a las reuniones vestida con el disfraz de enfermera y me ofrezco  para probar los productos in situ con los asistentes. Otra cosa…
Los vibradores se inventaron antes que la plancha o el aspirador. Se vendían en las revistas de moda o en los estantes de algunas tiendas como cualquier otro electrodoméstico,  allá por el 1900. Mira…sin quererlo acabo de encontrar un nexo entre el cangrejo y las mujeres…las dos vamos para atrás.
El sábado hice mi debut en la profesión. Todavía tengo algunas cosillas que pulir. Usar la palabra “chisme” para referirme a todos los artilugios y aparatos y el adverbio “ahí” para hacer referencia a todas las partes del cuerpo no fue muy profesional. Y el pequeño detalle sin importancia de ofrecer a probar los lubricantes de sabores y después preguntar sutilmente: “¿Quién ha probado el de mora? Uy…lo siento,  eso era aceite de masaje no comestible…” tampoco fue para ponerme un  10…pero mejoraré...no puede haber mucha diferencia entre explicar el verbo "to be" y las distintas velocidades de un chisme de esos...otra vez he vuelto a hacerlo...un cero patatero me van a poner el próximo sábado...como si lo viera.