Viajar es la manera más divertida de aprender y conocer a los demás. Os plantearé distintas situaciones relacionadas con los viajes y los medios de transporte para que veáis lo fácil que resulta clasificar a los viajeros.

18 años. París.

Mi novio de entonces: “Rosa, ¿Cómo puedes acostarte  sin recoger  los zapatos  dentro del armario?  Y, ¿Por qué no has traído zapatillas? Por Dios, ¿Cómo se te ocurre  ir descalza? Te arriesgas a coger cualquier cosa por ahí”
Yo: “Si la estupidez se contagia, sí. Tengo muchas posibilidades de estar  cogiendo algo malo.” 

Ultima cena de empresa.

X: “Perdón por el retraso”
Y: “Jo. ¡No me digas que has venido en autobús como una inmigrante!”

Camino de Santiago.

 Mi novio de entonces (días antes de iniciar el camino): “Yo no voy.  Me niego a cargar con vosotras desde el primer día…Ya os estoy oyendo…que si me duelen los pies, que si tengo hambre, que si estoy cansada... Llamadme cuando queráis que os vaya a buscar en coche.”
Yo: “Pues no vayas. Eres una nenaza”.

3 etapas más tarde. Visita sorpresa de mi novio de entonces  en su Suzuki Vitara.

Mi novio de entonces: “¿Os lo estáis pasando bien, ¿verdad?”
Yo: “Estupendamente”.
Mi novio de entonces: “Decidido. Mañana empezamos el camino con vosotras desde aquí.”
Mi prima: “¡Qué guay! (Nos vamos despidiendo ya de los chicos que hemos conocido).

Noche siguiente a su llegada.

Mi novio de entonces: “No pensarás que voy a dormir en un albergue de esos. Vete tú a saber cuánta y qué gente habrá pasado por esas camas. Me voy a un hotel.”
Yo: “Ya será una pensión, gañán. Mañana te paso a buscar a las 6 de la mañana.”
Mi novio de entonces: “¡¡¿A las qué?!! A esas horas a la señora de la pensión no le va a dar tiempo a prepararme el desayuno”.


Praga-Budapest. Viaje fin de carrera

1ª noche. Rosa, de fiesta  en una habitación que no era la suya. Roban en el hotel. ¿Dónde va a ser? En su habitación. Mis compañeras  dormidas como marmotas. Así hasta un manco se lo habría llevado todo. Consecuencia: 8 días sin un duro y el descubrimiento de  algo que engancha  más que las patatas fritas. Después de ese viaje siempre me he identificado muy bien  con el Dioni. Nunca de un viaje vine cargada con tantos regalos: copas de cristal de Bohemia, jarras de cerveza, mecheros, pañitos de ganchillo, una Biblia escrita en checo, un tapiz que conseguir arrancar de la pared de un bar sin que se dieran cuenta. Cuando consigues una hazaña así, entre tú y el Vaquilla ya no quedan más metas que cumplir.
Desde ese viaje no puedo evitar entrar en las tiendas sin buscar las cámaras de seguridad. Ponen cosas tan bonitas al alcance de nuestras manos…Ahora igual entiendo por qué Valentina a sus 3 años es una cleptómana en potencia. Si estamos  en algún sitio y antes de lo previsto te dice: “Vamos, mami. Vamos a casa”. Date que ya lleva algo que no le pertenece. La última vez,  una tiza de colores debajo de la barbilla.

“Valentina, ¿Qué te pasa? ¿Por qué agachas tanto la cabeza?”
“Por nada, mami. Vamos, que estoy cansada”. Haciendo un verdadero esfuerzo para que no se le caiga.

20 segundos más tarde salimos por la puerta, saca el botín y dice con la cara de satisfacción del que ha conseguido escapar impunemente: “Mira, mami, ya tenemos una tiza de colores.” Quien dice tiza, dice rotuladores, pinturas, tijeras, botes de colonia, tarjetas de visita…vamos que en unos años me trae un tapiz a casa.