El ser humano es envidioso por naturaleza.  No lo podemos evitar. Pe y Ja aparecen radiantes sobre  la alfombra roja  y sólo se escuchan  unas perlas que ni las ostras más amargas escupirían. “El vestido le hace barriga”, “seguro que lleva  faja”. Yo nunca me he puesto una,  pero en alguna ocasión, si me hubieran asegurado que el efecto era ese,  me la habría puesto con ballenas por delante y por detrás. Hay quien ha llegado más lejos afirmando que podían haber calculado un poco mejor para que tuviera más tiempo  de desinflarse antes de los Oscar.  Como si eso fuera tan sencillo. Me fascinan esas parejas que se programan. Un día cenando frente a la tele uno de ellos dice: “Ha llegado el momento. Ya tenemos piso, coche y hemos pasado por el altar. ¿Qué te parece si tenemos un hijo? (Como el que se compra un sofá nuevo).  “Me parece bien pero tiene que nacer la primera semana de abril para juntar la maternidad con las vacaciones de verano”. Al día siguiente se compran el test de ovulación, hacen el amor durante los 4 días clave para que el retoño sea fruto del cariño y a esperar que el niño salga según sus pronósticos. Si yo me hubiera fiado de eso, mis hijas podrían haber nacido cualquier día del año. En las revistas del corazón también pudimos leer: “Ese niño no pasará hambre…menudas peras” “El es un imbecil”.  ¿Será  tan difícil reconocer  que ella estaba guapísima,  que él está enamoradísimo de ella y lo mejor de todo, que  les importa un pepino que les critiquen?
Si alguien tiene unas tetas de escándalo, seguro que son operadas. Si tiene una relación de lujo, seguro que su novia le pone los cuernos. Si tiene dinero, ¿a cuantas personas  habrá engañado para conseguirlo? Si ha llegado lejos en su trabajo, ¿A cuantos se la habrá comido? Ahora resulta que nadie tiene talento. Ya no existen personas realmente guapas, ni  inteligentes, ni afortunados. Ahora va a ser que sólo hay amargados, trepas y cornudos. Y todo para sentirnos más aliviados al darnos cuenta de lo que no tenemos o lo que no somos.
Con lo fácil que es desear que a la gente le vaya de lujo para que no vengan dando por culo a pedirte algo…