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Dicen que no se puede vivir de recuerdos porque te quedarías anclado en el pasado. Mucho mejor seguir fabricando una buena memoria constantemente. Yo fabrico y fabrico pero nadie me quita la satisfacción ni la necesidad que siento a menudo, de cerveza en mano, rodeada de velas, oliendo a incienso, recordar tantas cosas inolvidables que he vivido mientras escucho música que me trae esos momentos a la memoria. Está bien fabricar pero también es innegable que el que guarda encuentra, y a veces me gusta tanto lo que encuentro…
1 de Julio de 1998
Nuevo trabajo. ¿Por qué lo llamo así cuando es un lujo con el que pocos podrían soñar? Delante de la recepción del hotel en el que trabajo, veo un gran restaurante, diáfano, sin mesas, listo para llenarse sin darse uno cuenta cuando llegue la hora de la cena. Hasta ese momento en el que se llene de turistas observo el fondo la bahía, llena de yates de lujo. Salgo de la recepción, atravieso el salón y salto al muelle, maravillada con lo que veo. Tan sólo hace par de días repartía por la noche leche y galletas a niños de la calle. Y ahora estoy aquí, rodeada de lujo y gente que deja 100 dólares de propina. Soy consciente que necesitaba un cambio pero no sé si uno tan radical. Definitivamente nunca he conocido el gris. O blanco o negro pero lo intermedio me resulta anodino.
En la vida hay ocasiones en las que necesitamos parar, respirar hondo y pensar hacia dónde vamos. Yo lo hice y vi que iba hacia el precipicio. Lo supe el día que salí de casa cargando un cuchillo, que camuflado dentro de los pantalones me llegaba hasta la rodilla. Y no sólo lo llevaba. Lo chocante si lo analizo 13 años más tarde es que entonces me resultaba cómodo y estaba dispuesta a usarlo. Afortunada o desafortunadamente en un momento de lucidez mi cerebro hizo clic y dijo “Ya, para”.
En este hotel de 5 estrellas sólo me tengo que preocupar de disfrutar. De repente me encuentro con otro mundo que creía ya olvidado. Me invitan a cenar en yates, en restaurantes sobre el agua más transparente que uno pueda imaginar, tengo una habitación en la que cabrían 50 personas cuando tan sólo hace una semana dormía sobre la tierra cruzando los dedos para que no me mordiera ningún bicho extraño. Termino de trabajar, salgo, bailo y bebo hasta el amanecer que vuelvo a trabajar. Así no pienso. Me gusta lo que veo, disfruto de lo que vivo, pero me gustaría más si no hubiera visto nunca que hay más vida al margen de esta que me resulta tan fácil, tan cómoda, tan…aburrida. ¿Quién me iba a decir a mí que vivir así me resultaría tedioso en algún momento de mi vida?
Me atrae mucho más la idea de levantarme por la mañana sin saber qué me deparará el día. Cada 24 horas una caja de Pandora. Ahora todo es previsible y cuando vuelva, será más asquerosamente predecible. Esto sólo es un intermedio, no tan aburrido como el siguiente acto, pero una oscura premoción de lo que está por venir. ¿Cuánto aguantaré a la vuelta?
A lo mejor todavía hay una salida. Quizás la distancia te haga pensar y encuentres la solución a esta encrucijada. No quiero quedarme aquí. Tampoco quiero volver a lo que tenía hace un año. En realidad sé lo que quiero. Lo tengo muy claro pero lamentablemente no me lo podrás dar
Un año más tarde…
Tenía razón...tristemente te equivocaste con la solución. Habrá otras pero ya no serán la que yo realemente quería.