CASA RURAL LA ROSALEDA

CAPITULO 3. FINAL…


“Enrique, ¿No hay nadie en la recepción? ¿Sabes dónde está mi madre?” (Basilio acaba de salir de la cocina con dos cazuelas en la mano.)
“No tengo ni idea. La vi salir por la tarde con un hombre pero no la he vuelto a ver desde entonces.”
“¿Un hombre?, ¿Mi madre? A saber qué se le habrá ocurrido ahora” (Basilio levanta las cazuelas al aire. Es inútil entender la actitud de su madre.) “Necesitaba su ayuda para la cena de esta noche pero me las arreglaré solo.
“Hola señorita. ¿Podemos ayudarle en algo?” (Enrique pregunta a una mujer morena que acaba de entrar en La Rosaleda. Es atractiva. Lleva el pelo tapado por una gorra de ganchillo rosa fucsia. Tiene los ojos verde botella y una sonrisa que deslumbra con sólo abrir la boca.)
“¿Es usted el encargado de la casa?” (Pregunta sorprendida mirando el atuendo de Enrique)
“Sí, ¿Le sorprende?” (Enrique pregunta sorprendido). “¿No me ve capacitado para atenderle correctamente?”
“Uy, ¡Qué quisquilloso! Yo sólo hice una pregunta. Me sorprendió que alguien con esa pinta y ese olor a oveja  llevara la recepción de un sitio tan bonito y tan fino como éste.”
“Cabra, señorita, cabra”.
“Y ahora, ¿Por qué me insulta, estúpido?”
“Yo no la he insultado, estirada. Sólo le he dicho que huelo a cabra, no a oveja, ignorante.”
“¿Sabe lo que le digo? Que hasta que no haya una persona capacitada para atender este sitio, buscaré otro  donde alojarme”.
“Usted misma. Y ahora si me permite voy a darme una ducha. No quiero seguir espantando a una clientela tan distinguida.”
Olivia abandona la recepción de La Rosaleda sin mirar atrás, agitando la cabeza y las manos.
“¿Quién era esa?” (Sebastián pregunta a Enrique después de haberse cruzado con Olivia en al entrada)
“Una petarda.”
“Sí, sí, será una petarda pero está para hacerle un favor.” (Sebastián observando el movimiento de Olivia  alejándose)

Doña Mercedes y Marco Rossi entran en la casa. Vienen cargados con bolsas de ropa.

“Corra a la habitación a arreglarse. Queda poco para que llegue La Pilu, bueno Pilar. Cuando esté listo me avisa para prepararlo todo.”


Marco Rossi llega a la recepción. Doña Mercedes aparece con una toalla y una silla.

“Ya lo tengo todo listo. Verá usted qué sorpresa se va a llevar mi amiga.” (Doña Mercedes empuja a Marco hacia el patio. Lo sienta en la silla. Y le coloca la toalla en la cabeza como si llevara un turbante.)
“¿Cree que esto es necesario?” (Marco parece una mujer en un salón de belleza, sentada de espaldas a la puerta. Incapaz de mantener quietos los pies, sus rodillas suben y bajan mientras se come las uñas).
“Hola, Doña Mercedes. Menudas horas para teñirle las canas a su hijo. Por cierto,  ¿Dónde está?” (La Pilu entra con todo el kit de peluquería. Ataviada igual que un arbolito de Navidad al que no le falta un detalle. Peinada de peluquería, camiseta palabra de honor, y una falda de shantung. Todo acompañado por unos peep toes estampados)
“Veo que viene usted lista para salir de fiesta. ¿Ha quedado finalmente con Macario?” (Doña Mercedes no aguanta la curiosidad).
“Sí. Esperaré a que termine su turno y después iremos a bailar a las fiestas de Las Muñecas del Valle”.
“Yo creo que va a cambiar usted de opinión.” (Doña Mercedes está tan nerviosa que no es capaz de mantener el secreto por más tiempo).

Y Marco Rossi se gira…