LO QUE NUNCA PENSÉ QUE PERDERIA....
Entre los episodios de Alzheimer que sufro, los despistes, las cosas que pierdo, las que no sé donde pongo, las que encuentro años más tarde, junto con   las cosas que dije pero no recuerdo haber pronunciado, estoy empezando a pensar en contratar desde ya  un seguro que me pague en el futuro una residencia donde controlen todos mis movimientos con un Gps. (con enfermeras personales  no darían abasto).
Al igual que muchas otras adolescentes y no tan adolescentes (el mundo no puede haber  cambiado tanto en estos últimos años) cuando eras  pequeña y no tenías casa propia, ¿Dónde te dabas una alegría? El escenario más habitual era el coche…Que nadie se escandalice que  hasta a Ana Obregón la pillaron no hace tantos años dándose un fiestón en el asiento trasero del vehículo del Molina (y eso sabiendo que tenía siempre  periodistas persiguiéndola en plan  voyageurs)  Todos los tamaños son válidos. Seiscientos (en este tienes que abrir las dos puertas para poder sacar las piernas porque si no, ni aunque seas campeón mundial de Tetris), Jaguar (mucho mejor que una cama de 1,80)...Llegas al praó elegido. Si cometes el error de hacerlo en el asiento de delante te clavarás el freno de mano, la manivela que regula el asiento, el cenicero…vamos, concentración para la diversión cero. En todo caso pensarás: “A ver si este tío acaba  de un puñetera vez o me quedaré sin rodillas”. ¡Quién coño me mandaría  a mí venir aquí a sufrir!  En cambio si eliges el asiento trasero...lo primero es asegurarte que has colocado el coche en posición de salida. Nunca sabes en qué momento vas a tener que salir por patas.  Siempre hay pastores perdidos que pueden llamar al cristal con su bastón para llamarte de todo…Eso sí, de la que te insultan siguen mirando. La doble moral ha hecho mucho daño a la humanidad.
Dispongo de casa desde hace casi 20 años y desde el momento que descubrí la tranquilidad de un hogar, la comodidad de un colchón, la intimidad sin miedo a las interrupciones ajenas, el calorcito de un lugar cerrado (nada que ver con esa calefacción del coche que nunca dejaba encendida porque estaba convencida que moriría asfixiada y mis padres me encontrarían en bolas cuando les llamara la policía), desde ese momento el coche dejó de ser un recinto para la diversión  y pasó a convertirse en únicamente un método para desplazamiento. Pero claro, a veces no depende sólo de uno. Tu pareja también tiene algo que decir (lamentablemente a veces) y decides juntar el desastre, el alzhéimer, esa capacidad innata para perderlo todo sin darte cuenta, la emoción de tu pareja que pierde el norte en cuestión de segundos. Resultado: Te remontas a 20 años atrás, te dejas llevar por la loquera de tu Tarzán particular y cuando te quieres dar cuenta has perdido tu ropa interior. ¿Dónde? Juro que no lo sé y  las he buscado por todas partes.  Pero si no salí del coche!!!!!!!!!!!!!!!!!
Sólo puedo pensar: “¡Menos mal que no perdí la cabeza cerca de casa de mi madre porque si no, ya sé yo quien iba a acabar tarde o temprano poniéndome las bragas de sombrero! Las madres tienen una capacidad innata para pillarte en cosas como estas…


CHICHIS VERSUS PITOS

Después de muchos años trabajando en el mismo sitio, un día me gustaría descolgar el teléfono y escuchar: “Hola, soy fulanitO, (no fulanita). Hoy no puedo ir porque mi hijo está enfermo.”
Adivina, adivinanza:      “Madres trabajan y cuidan hijos enfermos. Padres trabajan.
¿Quién llegará a ser algo más que una madre en la vida?”
Ummmm….Pues sí que es difícil…
Hace muchos, muchos años, la empresa para la que trabajo estaba dominada por chichis. Un buen día llegó un gran pito (si también tiene el pito grande, lo desconozco) y decidió rodearse de pitos de todos los tamaños. Los chichis fueron progresivamente relegados a la categoría de “secres” y el organigrama quedó plagado de pitos. Con el paso de los años, los chichis y los pitos tuvieron hijitos, pero los pitos fueron más listos porque tenían chichis en casa para cuidar de sus minipitos y sus minichichis. Tan descarada es la supremacía del pito que si yo  fuera uno de los pocos chichis supervivientes con un puesto relevante, me colocaría un calcetín en la entrepierna  para marcar paquete.
¿Culpa nuestra? En parte.
Detesto a las mujeres que al ver el puntito rosa del Predictor, de repente tienen lumbago permanente y no vuelven a aparecer. Me molestan como mujer, las que si su hijo está malito son incapaces de decir a su pareja: “hoy lo cuidas tú que mi trabajo es tan importante como el tuyo.” Y, ¿Qué puedo decir de los machos dominantes que creen que por ser jefes les crece el pene 20 centímetros cada vez que dan una orden?
Si algún día me veo obligada a buscar otro trabajo, actualizaré mi currículum. En observaciones añadiré:
Ligadura de trompas 100% fiable. Dispongo de dos pitos para cuidar de mis minichichis (uno a tiempo completo)
A ver cuantos pitos pueden mejorar eso…


HUELGA GENERAL 29S

2 años haciendo cola en el puente de Trobajo del Cerecedo para llegar a trabajar y hoy me entero que hay más de 20 rutas alternativas para llegar al Polígono de Onzonilla. Las huelgas es lo que tienen….Unos impidiendo que otros lleguen y otros matándose por llegar. Y en el intento, el invento de rutas.            Tenemos prohibido preguntar al resto si va a secundar la huelga (creen que podríamos coaccionar fácilmente  las mentes vulnerables de personas adultas) así que la pregunta de hoy era: “¿Cómo vas  a venir mañana…si vas a venir, claro?” No entiendo la pregunta con lo fácil que es seguir una de esas rutas. Os la resumo:
“Coge la Nacional 690. A la altura del primer señor con boina y plumas del Decatlón que encuentres parado en una esquina, gira a la derecha. Coge el camino de cabras que te lleva hasta la iglesia del pueblo. Estará el párroco tocando las campanas (éste debe de ser el único que no se ha enterado que la iglesia mañana hace huelga). La cigüeña se asustará y saldrá volando. Síguela. Si no anda todavía con la caraja de la helada, te llevará hasta un pequeño riachuelo que atraviesa el monte. Crúzalo y donde puedas, aparca. Ahí tu coche estará seguro. Ya puedes bajar. Mira a derecha y a izquierda. Puede que haya piquetes camuflados entre la maleza. Camina hasta la empresa. 35 minutos de nada. Si encuentras a alguno, dile que saliste a pasear por Onzonilla. 7:30 a.m. ¿Qué mejor hora para darte un garbeo? Eso sí,  evita que te toque la cara para comprobar lo tersa que la tienes.”
Si después de esta odisea has conseguido llegar hasta la puerta, sonará la música de Dora la Exploradora y tú y el resto ya podéis comenzar a cantar y bailar a ritmo de: “Yes, We did it.

SI NO LO HAS PROBADO, NO PUEDES DECIR QUE NO TE GUSTA

El otro día escuché a una chica decir que desde que era adolescente ya sabía que iba  a conservarse virgen hasta el día de su matrimonio. Menos mal que no tenía un polvorón en la boca porque si no allí mismo me ahogo.Había que verla, con cara de mema mirando al cielo. Sólo le faltaba juntar las manitas como a mi hija de dos años cuando ve una piruleta... claro que en menuda piruleta estaba pensando ella.  La pobre inocente supongo que pertenece a ese grupo de mujeres que sueñan con  el día de su boda,  con ese príncipe azul que les hará ver la luna y las estrellas en su noche de bodas. Lo de las estrellas lo entiendo (sí al final es verdad que todavía estás inmaculada verás hasta la Osa Mayor)  pero lo de la luna…ahí ya me pierdo. Yo pertenezco a otro grupo de mujeres un poco más prácticas,  al de las que creen que antes de comprar la vaca, tienes que oírla mugir. ¡Mira que si no da leche y el cura te ha dicho que te la tienes que quedar  pa ti pa siempre! ¿Qué haces después con la vaca? Pues como hacen muchos /as a los que no les gusta nada ordeñar la vaca que tienen en casa, que van de establo en establo probando la leche del vecino…y después la que tienen en casa se caduca…o eso creen ellos porque resulta que tu vaca ya está mugiendo también por otros praós…y “Se pasea por el prado, mata moscas con el rabo, ay qué vaca tan salada, tolón, tolón…”Imaginad que tuvierais que decir u oír una de estas frases en vuestra noche bodas.
“¡Dios mío! Pero… ¿Dónde vas con eso?” (Y… ¿Dónde voy yo con eso toda la vida?)
“¿Para que sacas un condón si ahí no se va a sujetar ni haciéndole un nudo?”
“Esto es la primera vez que me pasa. Te lo juro.”
“¿Voy  a comprar ya  unos Walkie Talkies para poder comunicarnos? Con semejante chisme no creo que te oiga sin ellos.”
“¿Puedes dejar de moverte como si estuvieras sentado en una mecedora?”
Mi madre dice que yo soy de las que dejan todo para el último momento pero también dice que para según qué cosas todos los hombres son iguales. Y lo dice ella que sólo conoce uno. Así que su opinión descartada del tirón.  Pero si hasta la gente prueba el menú de boda antes de elegir el restaurante… ¿A que la comida no está igual en todas partes?


AMANTE O MARIDO

Llevarse bien con tu exmarido es una tarea que todos los jueces deberían poner a  los padres separados. Que tu  exmarido se lleve bien con tu actual pareja no es imprescindible, pero si lo consigues,  tus hijas estarán encantadas. Pero…por supuesto, Rosa, tenía que ir más allá y llegar a la absurdidad más absurda de todas las absurdidades.
Viernes tarde. 5.00 p.m.
Llego a casa. Mi exmarido ha ido a buscar a las niñas al colegio para llevarlas después al parque. Yo tengo una idea genial (como tantas) y envío un SMS.
“Cariño. Si te escapas ahora mismo, te espero en casa y nos damos una alegría.” (El contenido era otro pero mi lenguaje obsceno no tiene por qué ser de dominio público…con mi vida es suficiente)
5.01 pm. SMS respuesta: “No puedo. TQ”
Mi pensamiento: “Ummm, ¡Qué raro! No me lo creo. Yo por si acaso, como Pulgarcito, voy a ir dejando miguitas de ropa para que no se pierda si viene.
5.02 pm. SMS (de mi exmarido): “Voy para casa”5.02 pm. SMS respuesta: “¡¡¡¡¿¿¿¿ Qué casa????!!!!!5.02 pm. SMS retequerespuesta: “Pues TU casa. Valentina se ha tirado el zumo por encima y voy a cambiarle la ropa.”
5.03 pm.
¡¡¡Amor!!! Ususú mamita…Me encantan estas sorpresitas (este es mi novio que ya se ha quitado la mitad de la ropa por la escalera y siguen lanzando el resto al aire)
5.04 pm.
“Tienes que irte”¡¡¡¡¿¿¿¿Por????!!!!“Gustavo viene de camino”“¡Joder! Adiós, amor.” (Ropa en mano, escaleras abajo de nuevo)
5:30 pm. SMS: “Ya se ha ido. ¿Puedes venir en el café?”5.30 pm. SMS respuesta: “Ya no puedo. TQ”
“Ains. Bueno, pues veremos al Cimarro en Mar de Amor”
5:33 pm.
“¡¡¡Hola chuchi!!!    …………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………… (Todo esto es a imaginación del lector)
“¿Has oído eso?”“Sí, es ruido cerca de la puerta. ¿Qué pasa ahora? Rosa, por favor, tengo prisa.”
“¿Y si son ellos? Es que le di las llaves a Gustavo…Como no iba a estar cuando  volviera con las niñas…. Mira que si abren la puerta y nos pillan así…”
……………………………………………….. (Silencio interminable)
“Mira guapinina. La próxima vez que quieras darme una sorpresita de este tipo, primero, te cercioras de que tu exmarido no va a volver a casa y nos va a pillar en la cama. Mira que he vivido cosas absurdas contigo pero esto se sale de madre. No sí al final tendré que escapar por el balcón como si fuera tu amante. No te jode…Con este stress, un día de estos me cortaré en la escuadradora…o mejor aún, te pasaré a ti por la cepilladora  a ver si te arreglo el cerebro.”
Desde la ventana
“¡¡Cariñito!! Te dejas los calcetines.”
La hija chivata

No hay nada peor que un hijo para que te pillen en una mentira. ¡Qué facilidad tienen  para dejarte en evidencia! Una de las frases favoritas de la mía es: “Vas a ir a la yaya. Te la vas a cargar.” ¿Dónde se habrá visto que tu hija te amenace con contarle algo a tu madre? ¿No debería ser al revés y que alguien la amenazara a ella con contarme a mí sus trastadas?  Pues eso  a ella no le da ni frío  ni calor.
(Sábado por la tarde. Mi hija entrando en casa de mi madre) “Yaya, hoy mamá no nos dio de desayunar.” La niña los güevos  que lo casca todo y mi madre que no se queda atrás: “¿No se quiso levantar de la cama, cariño? Y, ¿Qué desayunasteis?  ¿A que no os hizo el zumo de naranja como la yaya?”. Mi hija ya, poseída por el drama. Dos segundos más y las lágrimas empezar a correrle por las mejillas. (Yo siempre  había oído hablar de niños que lloran sin derramar ni una lágrima. Adriana puede estar sonriendo y llorando a mares si se lo propone. Teatro, puro teatro.) “Tuve que ir al frigorífico yo sola y nos comimos una bolsa de mozzarela entre Valentina y yo. Y después me tuve que subir a una silla para llegar a los vasos porque Valentina tenía sed.”
“¿Esa es la mierda con la que os alimenta vuestra madre? ¡No vas a cambiar nunca…blablablá…blablablá….!”  Mi hija me mira y  sonríe. A veces hasta me dice: “Hoy castigada sin ver a El Doctor Mateo… ¡Por lista!”
El otro día su padre me preguntó: “¿Qué tal la crema que le recetó el dermatólogo? ¿Se ve ya algún resultado?”. Yo, ni corta ni perezosa a mentir como una bellaca: “Yo no se lo noto todavía  pero cuando vengas seguro que tú ya le ves la mejoría.” A mi hija le faltó tiempo para arrancarme el teléfono de la mano. “Mentira papá. Todavía no la ha comprado. Como tiene alergia ahora viene siempre corriendo para casa a tumbarse en la cama.”. Que su madre es un desastre es algo que tiene más que asumido. El otro día fue sin el chándal al colegio. “¿Qué excusa le pusiste a Matilde?” Le pregunté. “Mi madre…ya sabes…”. 


Los sueños de los alumnos..aprobar...
“¿Llevas minifalda? A ver…” Álvaro se agacha y levanta las faldas de la mesa camilla. Todos los días el mismo ritual. Lleva un año viniendo a clase de inglés y siempre hace y dice las mismas cosas. Sube las antiguas escaleras  de madera de casa de mi madre como si fuera un elefante. Se apoya en la puerta de entrada: “¡Al de la casa! ¿Se puede?”. Cuando llega a la habitación deja caer la mochila como si pesara 20 kilos, pego un bote en la silla del susto   y después él mismo se desploma  sobre la silla. Algún día partirá las 4 patas y ese día sí que me voy a descojonar viva.Me mira, sonríe maliciosamente, baja las gafas hasta la punta de la nariz y pregunta mirando por encima: “¿Me das un beso?” “No, Álvaro. Eres un cansino.”“Venga, sólo uno. Aquí, aquí” Esto lo pronuncia estirando los morros…tanto que parece recien llegado del Congo.“He dicho que no. Abre los libros.”“¿Para qué?”“¿Para qué vienes aquí, anormal?”“Para cumplir mi fantasía. No te imaginas  cuántos chicos sueñan con liarse con su profesora. ¿No te das cuenta de que cumplirías el sueño de un menor?,  ¿Eso no te haría sentir sexy e importante? Anda venga, tonta que estoy como una moto.” Este último comentario lo acompaña del gesto del chico Martíni…con la diferencia de que éste tiene las uñas todas mordidas. “Deja de decir bobadas y abre el libro de una puta vez.”“¡A que te acorralo entre la mesa camilla y la pared!”“Joder…abre el libro.”“No lo he traído. Tú no me das un besito…yo no tengo librito”“Ala pa tu puta casa. Me tienes hasta los güevos. Voy a llamar a tu madre a ver qué le parece.”“Le diré que me acosas en clase. Seguro que me cree. Su hijito del alma es una perita en dulce.”“Sí claro. Con esas gafitas de pasta dura seguro que te rifan todas las niñas.”“Pues no es lo único que tengo duro…” Ahora levanta las cejas como si fuera Groucho Marx.“¡¡¡FUERA!!!”


El triunfo de Arguiñana...



Nunca me canso de hacer el ridículo. Aquí va un ejemplo más de mi capacidad innata para que la gente se ría de mí...
Hace un año mi hermano abrió un bar y unas semanas antes reunió a unos cuantos amigos en su casa para celebrar un concurso de tapas. Ese día me levanté con la seguridad de que iba a triunfar. Nadie se resiste a una buena ensalada de pasta. Los problemillas surgieron 5 minutos más tarde cuando me di cuenta que sólo tenía macarrones de los de toda la vida y poca cosa más.
Encontré unos tomates que corté en cuadraditos y para hacer salsa rosa resultó que no tenía ni tomate ni mayonesa así me presenté en casa de mi hermano muy puntual con una cazuela de dos kilos de macarrones con ketchup y trocitos de tomate. Fuimos los primeros en llegar y coloqué los macarrones en unas bandejitas pequeñas preocupada porque seguro que no había suficientes para todo el mundo. El resto de los invitados fueron llegando y desde el sofá en el que estábamos sentados vimos desfilar unas tapas que ni el rincón del gourmet del Corte Inglés.
La cara de mi novio era un poema. Cuando mi cuñada sacó unos dátiles rellenos de foie y espolvoreados con cacahuetes, mi novio me susurró: “Cariño, ¿no será mejor que lleve la cazuela al coche donde nadie pueda verla?”. “¿Te estas avergonzando de mí? Además no tienen por qué saber que son nuestros”. Le dije y seguí comiendo. Todos los platos se fueron vaciando poco a poco y mis macarrones seguían allí, intactos y cada vez más secos. Llegó el momento de las votaciones. Todo muy profesional. Y escuché al listo de mi hermano pequeño: “Yo creo que podíamos votar primero cual es el que no le ha gustado a nadie. Seguro que en eso hay unanimidad” Y mirándome directamente me dijo con sorna: “No te enfades que sabemos que esta cutrez sólo puede ser tuya”.
Estuve una semana comiendo macarrones. Puede que no triunfaran pero la comida no se tira. Me cagüen tanto Arguiñano y tanta delicatessen.

La didáctica de una madre...

¿Cuántas madres de las conocéis os hacen sentir que como madres os merecéis un cinco raspaó? Seguro que ya tenéis algunas en mente.
Yo tengo una compañera de trabajo que despierta a su hija por las mañanas ¡¡¡con música clásica!!! En mi casa lo único que se escucha a esas horas es: “¡Como no te levantes y te vistas ya, te arranco la cabeza!”.

Mi madre sin ir más lejos es el ejemplo perfecto. Cuando yo era pequeña, antes de ir al colegio dejaba las bragas y los calcetines en el cesto de la ropa sucia y cuando llegaba por la tarde estaban en el cajón de mi mesita, limpios, planchados y oliendo a rosas. Pero, ¿Qué suavizante usan las madres de antes para que la ropa que lavan ellas huela de maravilla? Yo plancho una vez al mes, la mitad de las veces se me olvida la ropa en la lavadora de un día para otro y mis hijas no han visto unas bragas planchadas en la vida…ah, sí, cuando eran más pequeñas y se hacían pis encima, en casa de mi madre.


Hay madres que tienen un planning de actividades para hacer cada día. Lunes parque, martes papiroflexia, miércoles natación, jueves marionetas….y así sucesivamente y sin descanso. Mis hijas se acoplan a mi planning, limpiamos, fregamos, cocinamos, hacemos recados varios. Todo muy didáctico.
Y ¿qué me decís de todas esas madres que nunca levantan el tono de voz y todo lo dicen muuuuuy suave? Mi novio dice que yo soy más rústica que bailarina con botas ortopédicas así que imaginaros...
¿Y las madres que están convencidas que sus únicas alegrías son las alegrías de sus hijos?, y ¿las que sólo saben hablar de niños, mocos, lactancia…?
A todas ellas las englobo dentro del grupo: “Nacidas para ser madres en la vida”. Tengo envidia sana de muchas de sus cualidades, pero no pertenezco a ese grupo. No sé si llego al 5 pero mis hijas también me quieren.

La carreño y su carrañería...

Fui a un colegio de monjas. Las recuerdo como  señoras finas, educadas, con un culo desproporcionado comparado  con el resto de su cuerpo (las de mi generación se ve que rezaban más tiempo sentadas que de rodillas), atentando siempre contra la capa de ozono a juzgar por la cantidad de laca Nelly que llevaban en la cabeza, con un rictus a lo Esperanza Aguirre que te sonríe como la Mona Lisa pero sin mona, como si te estuviera deseando la muerte en todo momento.
Yo soy más de cagarme en la madre de uno directamente y ellas más de te sonrío, te doy una palmadita y después te digo lo hijo puta que eres pero todo con buenas palabras y cariño, mucho cariño.
La Carreño no era de esas. No recuerdo ni una buena palabra que saliera por su boca con aliento a  mandarina. Profesora de latín. Vestida siempre con un vestido de cierto pelo rojo de manga corta y un jersey cuello cisne con las  mangas a la altura del codo. “No se puede despilfarrar”. Decía constantemente. Siguiendo esa  línea de la austeridad, usaba  la misma libretita (7x7 centímetros) para anotar las notas de todos los alumnos del colegio. En cada página una clase entera y cada año lo borraba todo y vuelta a empezar. Así llevaba 20 años. Por supuesto casi nunca acertaba a poner la nota en el alumno correcto y si protestabas su única respuesta era: “No me repliques”. Y si hacías el ademán de hacerle razonar, su segunda respuesta era: “Te voy a poner un cero cuadrado para que cuando lo vea  en la libretita sepa que hiciste algo muy gordo”. Y por desgracia en ese no se equivocaba de línea. Ya tenías dos.
Podrían  haberle adjudicado  un sillón en la Real Academia de la Lengua a juzgar por todas los adjetivos que usaba para describirnos: “Pelelas, irreflexivas, groseras, barriobajeras, despistadas, veletas, rebeldes, loras, tornadizas, indisciplinadas, arbolarias, aventadas, osadas, atrevidas, descocadas, infelices, inocentes, desobedientes, irresponsables, frivolonas, brujas, monas, distraídas, peste, lanzadas, alocadas, verdularias, oreadas, pajareteras, egregias, bolígrafas, maníacas, cuan locas, derrochonas, dilapidadoras”…ahí es nada…la riqueza de su vocabulario y mi memoria. Han pasado ya 22 años… ¿Seguirá con el mismo vestido?

Esta no es una casa cualquiera:

Después de mi divorcio compartí piso con mi hermana pequeña. A los pocos días  de mudarnos a un sitio precioso en el centro averiguamos por casualidad que antes había sido una casa de citas.
Un día llamaron al timbre y al abrir la puerta vestida con una camisola de verano transparente  apareció en el umbral de la puerta un hombre altísimo. Sin darme tiempo a reaccionar dio tres pasos hacia delante y yo otros tantos hacia atrás.
“¿Qué quería?” Pregunté. Me miró sorprendido y dijo muy bajito: “Ya sabes…lo del anuncio”.
“¿Qué anuncio?”. Pregunté con cara de idiota. “El anuncio...” Dijo mirándome al escote con cara de salido. En ese momento mi hermana que había estado observando la escena  desde la puerta de su habitación  dijo: “Para tu información,  esta es una casa cualquiera. Y se lo vas diciendo a tus amigos.”.
El hombre abrió los ojos como platos. “¿En qué que quedamos? ¿Aquella sabe lo del anuncio y tú te haces la tonta?” Miré para mi hermana con cara de asesina: “Casa cualquiera”. ¿No podía haber usado otras palabras?
Gracias a Dios mi novio apareció en medio del pasillo que en ese momento ya parecía el metro en hora punta, miró para mi camisola con cara de espanto, para mi hermana que tampoco llevaba mucha ropa encima y para el armario empotrado que teníamos en medio del pasillo. “¿Qué pasa aquí?”. El hombre no sé si pensó que era otro cliente,  si estábamos todos locos pero el negocio discreto no le debió de parecer porque acto seguido se giró y salió a paso acelerado.
Me cachó una bronca que seguro cuando lea esto se acuerda otra vez y me la vuelve a echar. Y a mi hermana le cayó otra por lerda. Según se fue el hombre dijo: “Ahora entiendo por qué el otro día había un tío en casa. Estaba esperando a Nuria. Oí el timbre, abrí abajo y me metí en la ducha. Cuando entró  grité: “Ya salgo”. Y cuando salí había un hombre esperando en la entrada. Grité tanto que salió corriendo. (Mi hermana tiene un tono de  voz mil decibelios por encima del resto de los humanos  así que es comprensible que el hombre huyera espantado”.
Si lo pienso fríamente son varias las veces que me han ofrecido dinerín por hacer cositas. La del tren, ésta que os he contado y ahora que lo recuerdo una vez un mudo me hizo unos gestos muy obscenos con el dedo mientras sujetaba unos billetes en la otra mano. ¡Qué sospechoso es todo! Tengo que reflexionar.

Perdone señor agente:

En la entrada de ayer hablamos  del  negocio de uno de mis hermanos. Tengo más. Otro tiene un bar (El Rincón del Valle en Av. Padre Isla, 43, León).  Este no necesita mucha publi porque la hostelería es lo único que siempre está en auge…eso y el porno pero de eso, a día de hoy, no hay ningún negocio en la familia.
El bar de mi hermano es de esos en los que entras a las 8 de la tarde a tomarte una cervecita y cuando te das cuenta te están invitando a desalojar el garito a las 5 de la mañana.  Eso fue lo que me pasó a mí una noche…fatal…mi comportamiento deplorable… Todavía a día de hoy no sé cómo no acabé encerrada en Mansilla (la cárcel de León para los lectores que no sean de aquí).
La noche empezó tomando unas Desperado, que es una cerveza con tequila muy peligrosa que tomas y tomas sin darte cuenta  pero cuando te levantas, notas que no las has digerido todas y  atacan a tu cerebro sin piedad. Sin darnos cuenta eran las 5 de la  mañana. Según mi hermano,  mi amiga Almudena intentó  entrar por el maletero. Yo no suelo aparcar muy cerca de  la acera así que  supuestamente pegué tal salto de la acera a la puerta del coche que parecía estar haciendo el salto del cisne… con la hostia correspondiente claro.  Primero dejé a mi amiga María José en casa y después a Almudena. El problema más gordo fue cuando, después de un momento de amnesia  transitoria, se me olvidó que  ya había dejado a María José. Así que aparqué de nuevo en su casa y dije: “Ala, María José, baja.” Miré para el asiento de al lado.  ¡Hostias!¿Dónde está María José?. Mi cabeza empezó a  girar y  girar. ¿Dónde se habrá quedado esta mujer? ¿Estará  encerrada en el baño del bar y cerramos el garito con ella dentro? Mientras más lo pensaba, más a lo tonto seguía conduciendo…  hasta que de repente un coche de la policía paró a la altura del mío y me hizo señas para que bajara la ventanilla. Yo muy obediente la bajé. Llegados a ese punto ¿Qué otra cosa podía hacer?...A lo mejor sabían dónde estaba María José.
“Señorita, ¿Hay alguna razón por la  que  se haya saltado usted  todos los semáforos en rojo?”
“¿¿¿¿¿¿¿¿¿Yor, zeñor agenter????????? No zoy conscriente de habel heso eso que uster  me dice. Lo sientol  muchírsimo” Se miraron; me miraron; yo miré el semáforo que había delante y dije: “Uy, se ha puesto verde. Adiós.” Y arranqué antes de darles tiempo a reaccionar. Después de semejante trance se me pasó  toda la tontería que tenía encima. O eso creía yo…
 Llegué a casa, desperté a mi novio para preguntarle si sabía dónde estaba  María José y como no tenía ni idea (en realidad  me mandó a freír churros), le pedí que me parara la habitación para poder enviarle un sms. Necesitaba saber si seguía en el baño. El sms  decía lo siguiente: dfadfaeiraonvn.


Pobre calimero...



En mi familia no creáis que yo soy la única a la que le encanta hacer el ridículo. Hay otros que también tienen su punto.
Hace ya  años una noche mi padre llegó a casa del trabajo a las 11 como de costumbre. Mi madre y yo estábamos viendo la tele. Él entró, saludó,  nos miró y nos dijo: “No os vayáis a la cama, ni tú ni tú. Tengo que hablar con vosotras”.   Nos miramos sorprendidas y pensamos: “¿Qué le pasará a éste?” Es muy raro ver a mi padre montando números.
Unos minutos más tarde salió de la cocina y de camino a la cama me entregó una servilleta de esas casi transparentes  de los bares y se fue a dormir. Abrí la servilleta y leí en voz alta: “Muchas gracias por felicitarme en el día de mi cumpleaños.”
Pero, “¿Hoy no es 26 de abril?” Le pregunté a mi madre. “Pues sí, ¡Pero si el cumpleaños de tu padre es el 26 de mayo! ¡Gilipollas!”.
Cuando oyó el insultó y mis carcajadas volvió al salón. No sé cómo tuvo la cara pero volvió. Yo creo que era más la curiosidad de saber por fin por qué nadie le había llamado en todo el día. Pobre calimero…
Os imaginareis la fiesta  un mes más tarde. Globos, pitos y una pancarta donde se leía claramente: ¡Felicidades, hoy es tu cumpleaños!


¿Dónde están mis cosas?

El día que decidí escribir este blog fue porque alguien me dijo que tenía que contar todas  las estupideces  que   me pasan, situaciones tan absurdas a veces,  que sinceramente,  si no fuera porque me pasan a mí directamente, no me las creería.
Hoy he vuelto a perder la comida…y con esto no me refiero a que haya  vomitado.  Ya me ha ocurrido en varias ocasiones en los últimos años.

La primera vez fue un día que después de comprar en el supermercado me dijo mi pareja de entonces: “Voy buscando el coche mientras tú devuelves el carro de la compra.” Unos minutos más tarde, le vi venir por el carril de salida y me subí al coche. “¿Y las bolsas?”. “Uy…en el carro”. Corrimos a buscarlas pero evidentemente el que vino detrás de mí a coger un carro tuvo que pensar: ¿Quien puede ser tan gilipollas que mete el carro para sacar la moneda y no ve que está medio lleno?”

La segunda vez había dejado el coche aparcado en la calle de mi madre. Subí a  su casa, recogí todas las bolsas que tenía con la compra y bajé. Subí a la niña a su sillita y fui hasta casa de mi hermano. Cuando llegué me preguntó mi cuñada. “¿Y las bolsas del súper?”. Llamé a mi madre rápidamente (hay que tener valor sabiendo las voces que me iba a meter). “¿Puedes asomarte a la ventana un momentín?” (Imaginaros un tono de acojone total) “¿Para qué?” (Imaginaros un tono seco, seco). “Tú, asómate y dime si ves ahí unas bolsas de la compra” (Me tapé los oídos mientras pronunciaba estas palabras). “Es imposible ser más gilipollas. Ahí no hay nada. Voy a bajar a ver.” En esta ocasión recuperé las viandas. Resulta que minutos antes había pasado el florista en dirección al kiosco y comentó: “Vas cargada”. Imaginaros cuando volvió de comprar el periódico y vio todo aquello en la acera. Tuvo que pensar: “Sí que se toma las cosas a pecho.”  Y me guardó las bolsas hasta que bajó mi madre que me llamó de todo porque según ella, no era yo, sino ella, la que había hecho el ridículo.

La tercera vez perdí el carrito…pero no el de la compra, si no el de la niña. Ese día como tantas otras veces até a la Valentina en la silla del coche y arranqué. Parada en el primer semáforo, miré por el retrovisor y vi a un desconocido corriendo despendolado por medio de la carretera arrastrando mi carrito y agitando el brazo que le quedaba libre para que frenara. Esta vez también fui afortunada y no porque lo recuperé si no porque justo donde yo tenía  mi coche aparcado, llegaron mis padres unos minutos más tarde. Si  mi madre llega a ver allí  el carrito de la niña, hubiera tenido que mudarme de país.

La última vez ha sido hoy y todavía no he averiguado donde perdí la comida. Yo lo llevaba todo encima y ahora no sé si fue cuando mi hija Valentina me montó un pollo en medio de una calle por la que pasa mi madre 20 veces al día o en el parking donde trabajan unos amigos de mi padre. Una de tres, o se han chivado,  o se han comido mi comida,  o mi bolsa sigue allí en medio del parking muerta de asco. Mi madre todavía no me ha llamado…Estoy cruzando los dedos.

El orgasmo de Mr Bean Érase una vez, un pais llamado España, donde vivía una mujer, a la que todo el mundo odiaba.
Se llamaba HACIENDA. Con ese nombre,¿¿Qué esperabas??La muy hija de puta se follaba a todo el que podía y aun así, nunca estaba satisfecha.


Resumiendo, una ninfomana sin tratamiento posible. Y llego el mes de julio y vino otra señora llamada IVA.
y se alió con la primera, y entre las dos decidieron hacer el agosto, en este caso el Julio, a costa de los pobres y tontos habitantes de este pais, que llevaba ya una larga y ardua temporada cuesta abajo y sin frenos.


A estas dos, se las veía venir de lejos, es lo que tiene oler a basura muchos metros antes de llegar a tu lado.
Pero detras de estas dos hijas de su madre, hay otros con cara de buenos, o de Mr Bean,que es algo parecido, que te venden motos que luego solo son triciclos de rueda y media. Y cuando esos te dan por el culo, pues te duele más, porque a esos ni los has visto venir. Y claro...no te ha dado tiempo ni ha echarte vaselina.


Y resulta que es totalmente legal que algo facturado de Mayo venga con un 18%. Y si con eso no te ha dolido bastante, pues te dicen que el gas ha subido un 8%.


Eso si, hacienda alarde de un ápice de bondad, tiene los santos cojones de enorgullecerse de que la luz no sube...


Pero todos sabemos que sólo es cuestión de tiempo. Estan esperando a que llegue el duro invierno y cuando todo el mundo se vea obligado a encender sus radiadores eléctricos y acumuladores de calor, entonces darán su golpe de gracia y dirán que no les ha quedado más remedio que igualarse las tarifas europeas.


Y entonces es cuando Mr Bean sufrirá un orgasmo tan intenso que hará que sus cejas se disparen hasta el infinito y más allá.


No hay que olvidar, que la calefacción de su casa no la paga él.


¡¡Ah, claro!! Si la pagamos todos...


Nunca más... Dicen que hay que tener cuidado con lo que se desea porque puede hacerse realidad.  Si encima lo que deseas es algo malo para otro,  puede que se vuelva contra ti.  En realidad esto último lo añade  mi novio pero sólo porque me tiene miedo.
Hacía tiempo que me había propuesto firmemente dejar de hacerlo. Repetí y repetí: “Nunca más le voy a desear nada malo a nadie, nunca más le….” Pero el muy tonto me lo puso en bandeja.

Una noche se enfadó muchísimo. No recuerdo por qué, pero del cabreo que tenía se encerró en el baño. Unos minutos más tarde oí el ruido de la maquina de cortar el pelo. El muy infantil se estaba rapando la cabeza para fastidiarme. Con que esas tenemos…Me senté en la cama, crucé los dedos, y me concentré: “Así se rompa la máquina cuando estés a la mitad. Así se rompa la máquina….”.

Dicho y hecho. Al cabo de unos minutos empecé a oír un ruido extraño, como el de una segadora cuando se atasca cortando el césped y lo siguiente que escuché ya fue: “Cagüen la máquina del demonio y la madre que la parió. Pues no va y se jode ahora.” Abrió la puerta del baño y salió con la mitad de la cabeza rapada como un bebé  y la otra mitad al más puro estilo de los  Jackson Five.


“¡¡¡¡Tú!!!¡¡¡¡Todo esto es por tu culpa!!!”  Casi me meo de la risa. Y ahora, “¿Cómo voy a ir  a trabajar mañana?” Solución: Buscamos un gorro por toda la casa. La pena es que sólo encontramos uno de lana. Mes de agosto, 35 grados y mi novio trabajando en la obra con un gorro de lana arreglando un tejado. Sólo de acordarse todavía se deshidrata.
Desde entonces cada vez que le pasa algo malo a alguien que a mí no me gusta me pregunta: “¿Has tenido algo que ver?”. Desde luego. ¡Qué desconfiado!