¡Cuánto daño han hecho en nuestras “débiles” mentes femeninas las películas románticas con final feliz!

Les decimos a nuestras hijas que no se puede  mentir pero después les contamos cuentos en los que las ranas se convierten en  príncipes azules. Luego pasa lo que pasa,  que  cuando crecen se tiran a todas las ranas que se menean buscando alguna que sepa hacer algo más que croar. “Jo mamá, pero yo quiero uno como Brad Pitt”

Ya mi abuela, mujer sabia, se enfadaba con la tele viendo las telenovelas: “Buff, mira que eres tonta, que te está engañando con otra.”

Casi todas las películas románticas nos cuentan la truculenta historia de una pareja que después de mil avatares, termina con rodilla en tierra o en el altar. Y, ¿Qué pasa después? ¿Por qué nunca cuentan eso? ¿Eso no es  tergiversar la realidad?

Que el HOLA publica la exclusiva de la boda de algún famoso, se agota la tirada. Y encima, se nos cae la baba viéndolos a todos, súper enamorados y cogiditos de la mano. Después, algunas mujeres,  al que tienen sentado en el sofá le miran y piensan: “Ojalá fueras como estos de las revistas. ¡Qué pena de vida llevo!”

Yo soy partidaria de editar una revista con el nombre de ADIOS. Sustituiría el primer reportaje de mansiones de lujo por uno de  casas de 60 metros cuadrados con hipotecas reales de esas que te unen a tu pareja de por vida. En lugar de bodas en exclusiva, contaría todos los “después” de esas historias tan bonitas. “20 años casados posando para las cámaras y ahora resulta que llevaban 5 años con vidas paralelas”; “3 hijos en común, iban a misa todos los domingos y ahora ella le denuncia por abusar de su hija”; “7 años de fotos idílicas y ella acude a un juzgado con sms guardados en el móvil con insultos de todo tipo”; “Boda de sus amigos, posan como los más elegantes y enamorados y dos horas después, la seguridad del hotel tiene que acudir a separarlos en la habitación del hotel donde se alojaban.”

No tengo ninguna duda de  que volarían de los kioscos y algunas  mujeres de a pie mirarían  a sus parejas con otros ojos. Esas revistas sí que fomentarían las relaciones duraderas…Todas dirían: “Visto lo visto, me quedo con lo que tengo y encima agradecida. ¡Ven aquí cariñito mío!”