Mi novio dice que podría escribir un libro con todas las historias que invento simplemente con mirar a las personas. Sólo media hora sentada en el avión y me doy cuenta que, sin querer, estoy otra vez dando rienda suelta a mi imaginación y ya “sé” la vida de buena parte de los pasajeros. Hay muchas parejas de luna de miel. Por alguna razón absurda la mitad de las novias aún conservan los bucles de su peinado hasta el primer chapuzón en la piscina. En el asiento contiguo tengo a un “mandibulín” (dícese de aquel que mueve la mandíbula cien veces por segundo con cada mordisco) que no para de comer en las 10 horas de vuelo. Ha sacado, bajado y subido tantas veces su mochila que cruzo los dedos con todas mis fuerzas para que se le caiga en la cabeza y deje de tocar los cojones. Teniendo en cuenta que se ha metido para el cuerpo (una barra de Fuet Espetec de Casa Tarradellas, un paquete de pan Bimbo y una lata de paté de cecina) me dan pena los pobres del hotel que haya escogido como cobayas de su todo incluido (seguro que le regalan las excursiones para que pase el mayor tiempo posible fuera del hotel). Su ya “señora de” (tiene cara de estirada desde que su ya marido le puso el anillo en el dedo) ni se inmuta. Eso debe de ser amor. Y después de untar el pan venga a chupar el cuchillo de plástico por los dos lados, con toda la lengua llena de migas. ¡Qué asco de tío! Ahora mi novio me sugiere al oído empezar ya la fiesta en el baño del avión y yo sin poder quitar la vista del cuchillo, las migas y la mochila. Así, ¿Cómo me voy a meter en harina? Si tuviera valor y finalmente lo hiciera, seguro que el cochino del fuet diría que somos unos guarros sin civilizar. Pero es él, el maridín ejemplar, el que guarda todos los cubiertos de plástico, el vaso, la tacita del café, la almohada, y las mantas en la mochila que ha vuelto a bajar otra vez. Estoy por decirle que la patente. Ni del bolsillo cuatridimensional de Doraemon salen tantas cosas. Ay madre…que mi novio ya se ha dado cuenta de que no estoy a lo que tenía que estar y por qué no estoy a lo que tenía que estar…No sé si libraré hasta Cancún…
¿Cuántas veces has dicho “Ya no puede pasarme nada peor” y te has equivocado? ¿Cuántas veces has dicho: “Algún día me reiré de esto…pasará mucho tiempo pero terminaré viéndole la gracia”?
Si has tenido un mal día, si crees que ya no puede pasarte nada peor o todavía no has olvidado eso de lo que tardarás mucho en reírte, entra en este blog y comprobarás que no eres el único. La idea no es consolarse con las “desgracias” ajenas, sino aprender a reirse de lo que haya podido convertir tu día en un infierno.
Si has tenido un mal día, si crees que ya no puede pasarte nada peor o todavía no has olvidado eso de lo que tardarás mucho en reírte, entra en este blog y comprobarás que no eres el único. La idea no es consolarse con las “desgracias” ajenas, sino aprender a reirse de lo que haya podido convertir tu día en un infierno.
martes, 2 de noviembre de 2010
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