Hoy he tenido un sueño. Mucho mejor que el de Martin Luther King. ¿Dónde va a parar?
Soñé que llegaba a casa todos los días y no tenía que entrar con pértiga salvando los múltiples obstáculos que encontraba a mi paso; Las camas estaban perfectamente hechas…yo diría que con el nivel de un albañil; El cesto de la ropa de planchar no parecía la lavandería de un hotel de 200 habitaciones; El fregadero no se desbordaba con cazuelas pidiendo auxilio a Mr Proper y en el plato, la cena, baja en calorías y con un aspecto paradójicamente delicioso.
¡Menudo sueño! Todo el tiempo del mundo libre para las niñas y para mis cosas. Y ellas, como premio a mi dedicación abnegada, me obedecían como militares de la legión, me besaban sin cesar repitiendo lo maja que soy y la suerte que tienen y a las 9 en la cama soñando con los angelitos. Y yo, yo tenía tiempo libre para leer un montón de novelas de amoríos, para ver todas las telenovelas de ahora y siempre, para escribir la segunda parte de mi libro del que por supuesto ya me habían comprado los derechos antes de empezar la primera página.
Y entonces desperté… y me di cuenta que mi vida también me gustaba pero…tropiezo con telares por doquier; Friego platos que siempre dejo llenos de jabón; “Hago” camas que una vez hechas parecen sacos de dormir; Plancho camisas…sólo las camisas; Cuido niñas que no me hacen caso ni por el forro; Preparo cenas que ni de la peor dieta ni de Arguiñano; Leo todo lo que puedo que no es todo lo que desearía; Mi youtube echa humo después de ver todos los capítulos seguidos de algunas telenovelas y no he escrito ni una página a la espera de que se cumpla mi sueño…Los bolis no caducan, ¿Verdad?