Dedico este premio a los que nunca confiaron en mí porque vuestro escepticismo me motivó más que los ánimos que otros pudieron darme. Se lo dedico a todos los que día a día me enseñaron como no tengo que ser y lo que no tengo que hacer  porque esos han sido realmente  el mejor ejemplo a no seguir, los que  verdaderamente  me  han ayudado  a intentar no ser  así día a día. Siento si a veces no lo consigo.
Se lo dedico a todos aquellos que pensaron que era simple y carente de aspiraciones porque su pensamiento me convirtió en la hormiguita que nunca he dejado de ser y me motivaron a no parar hasta conseguir lo que quería por mis propios medios.  
También tengo un recuerdo especial para todos los que con su actitud me han ayudado a construir  un karma que ya lo quisieran muchos; para todos aquellos que me miraron alguna vez como si no valiera más que lo que les mostraba mi apariencia o mi nómina, aquellos que,  por alguna extraña razón que desconozco,  estaban convencidos de que no podría hacer nada mejor en la vida.  Os equivocasteis…las personas son algo más que lo que se ve a simple vista.


A José Coronado (mi ídolo desde que era adolescente) le costó 25 años conseguir el Goya. Todavía estoy a tiempo…y mira que de dramática tengo poquísimo.